Los Católicos dieron a Colón y sus descendientes, por línea de primogenitura, la “diezma” el 10% del quinto, que tocase a la corona, en la tierra que descubriese. A Fernández de Lugo la "veintena" o 20%, del quinto recaudado en Palma, Tenerife y sus conquistas en Berbería. Socios capitalistas de Lugo Francisco Riberol y Juanoto Berardi, en las conquistas de Palma y Tenerife, son adjudicados a Colón, como financieros del primer viaje, junto con Beatriz de Bobadilla, viuda de Fernán de Peraza y señora de la Gomera , casada en segunda nupcias, con el conquistador de las Canarias.
Los testigos que conocieron a Colón, cuando apareció en Palos, le presentan como hombre sin prestigio ni caudal, que provisto de fondos y provisiones por la reina, para fletar armada, no hubiese encontrado marinero, de no corre que Martín Alonso Pinzón, tomaba en mano la empresa. "Gran hombre en el arte de la mar". "Von" de los principales de Palos, al que nunca faltaron tripulantes, por ser querido de los marineros, tenía navegados todos los mares, de Canarias a Flandes, sin que estuviesen seguros de que hubiese surcado el “otro mar” o del Sur, al que Colón busco paso, estando “descubriendo” el istmo. Hernán Pérez Mateos presente a Martín Alonso, como marino "experto y sabio", conocedor de todas las "partes que se corrían e navegaban, agora 50 años". Disociado lo descubierto de lo conocido, los que decían ignorar si tuvo conocimiento "de estas partes de Tierra Firme, ni del mar océano", sabían que navegó de "Castilla a Roma e a Portugal e a las Yslas de Canaria", habiendo prestado importantes servicios en la Guerra de Guinea, frecuentando la “conquista” siempre y cuando le venían en gana, sin que hubiese portugués, que se atreviese a impedirlo. Propietario de "razonable hacienda", tuvo siempre dos bascos y en ocasiones tres. Relacionado en Roma, donde estuvo en 1492, regresó con “libro” y “escritura”, que le dio el cardenal bibliotecario de Inocencio VIII, para ir a descubrir Cipango.
Trazada la figura con firmaza, se diluye a través de los testimonios. De recordar que armó los tres navío, reclutando las tripulaciones, atribuyéndole Juan Portugués la propiedad de las carabelas, sin ser cierto, se pasó a presentar a los Pinzones como "personas principales" de Palos, reclutadas por el Almirante, que les hizo capitanes, cuando armaba las carabelas, poniendo a los hermano "en camino” de hacer el viaje. Juan de Rojas, poblador asalariado, pasajero en el segundo viaje, contó haber asistido a la negociación de Colón con los reyes, sin explicar la razón de su presencia. Presenta al genovés como hombre acaudalado y tan sabio en las cosas de la mar, que los reyes le escucharon de inmediato, cuando prometió descubrir las Indias. Levantada bandera de enganche en Palos, acudieron "muchas personas de bien e hidalgos a estas partes", por ser honor navegar a sus órdenes. Entre estas personas incluye a los Pinzones, Teniendo la armada a punto de navegar, Colón los enroló en su presencia, haciéndoles capitanes.
Pese a ser conservada, en los interrogatorios de 1535, la pregunta de si Martín Alonso tocó en la Española , antes o después que Colón, la figura se borrar, probando la cortedad de la memoria histórica. Vecino de Santo Domingo, declaró haber oído de un Pinzón, que estuvo en Indias en el primer viaje. Diego Díaz, de la misma vecindad, no tenía noticia, pero sabía de un río en la Española , a 6 leguas de Isabela la Vieja , llamado de Martín Alonso. Sonaba que entre los marinero de Palos, embarcados en 1492, hubo un Pinzón, recordando Alonso de Valencia, poblador a sueldo en Santo Domingo, que estando con la corte en Barcelona, cuando llegó Colón, no vio ni supo del tal Martín Alonso Pinzón, aventurando los enterados, que por la isla corría el rumor de que en el primer "descubrimiento", participó un hombre llamado Pinzón. Algunos que aseguraron haber estado en el "descubrimiento", sin ser cierto, ubican aº un Pinzón como marinero en la nao.
Adjudicados a Colón retazos de la biografía de Alonso de Lugo, le fueron atribuidos de la vida y hechos de Martín Alonso. Los testigos afirmaron "saber", que el Almirante encontró los rescates del oro, ubicando a los Pinzones entre las figuras secundarias. Bartolomé de Palacios nunca oyó hablar de Martín Alonso, pero sabía que Colón descubrió las Indias y las dos Españolas. Rememorando la estancia documentada de Pinzón en Roma, se dijo que el cardenal - bibliotecario de Inocencio VIII, dio a Colón la "escritura", que le permitió encontrar América. Magnificando documento y donante, la acción se atribuye al Papa, cambiando la escritura en bula.
Luis Hernández, que oyó hablar de un Martín Alonso, marinero de Colón, menciona el "libro" o escritura, que tenía el Almirante, para descubrir las Indias. No estaba seguro de que se lo diese el Papa, pero sí de que le confió el secreto. Según Gaspar de Balboa, residente en Indias, Colón tuvo "noticia de estas partes" por un libro, que encontró, personalmente, en la librería del Papa.
Similar es la suerte de Pedro Alonso Niño. Instruido en la teoría, pues se pudo decir que enseñó a “cartear” al Príncipe D. Juan. Piloto mayor en el primer viaje, el segundo y la travesía de 1494, al estar muerto en 1511, compartió de chivo expiatorio, con Martín Alonso y la Cosa , difuntos igualmente notables. Omitiendo que las carabelas de Colón, yendo de Paria a la Española , encontraron a la de Niño, los testigos le embarcan con el genovés, pera acusarle de espionaje y traición. Presente cuando Colón dictó a Bernaldo de Ibarra la carta, comunicando a los reyes el hallazgo de las perlas de Paria, copió la de marear adjunta, en la que aparecían los "puntos y vientos de Paria", para regresar pasando por Castilla, provisto de licencia, descubriendo Las Perlas de Cumana. Establecida la patraña, no tendrá continuidad, pasando Niño por la condición de vulgar marinero, para desaparecer.
Los testigos que desfilaron entre 1514 y 1518, mencionan ausentes, vivos o muertos. Recurrentes los nombres de Pedro Alonso Niño, Roldán y Ledesma, hay quien embarca en el primer viaje al hijo mayor de Martín Alonso, Arias Pérez, porque en 1493, viniendo a Flandes, encontró al padre en el puerto de Bayona, siguiendo a Palos en la Pinta. Los que hacen a Diego de Lepe piloto de Colón, prueban no haberlo conocido. Proverbial la antipatía del paleño hacia al genovés, nunca embarcó en su compañía. Sumados los testigos que participaron en el primer viaje, a los ausentes mencionados, sorprende la movilidad de la tripulaciones colombinas. Únicamente Juan Portugués, criado personal de Colón, participó en los cuatro viajes, completando la decena, los que parecen formar equipo. En el segundo repitieron Pedro Alonso y Juan Niño, navegando Pedro de Arroyal, camarero del Almirante, que navegó en los dos, últimos. Partícipe Pedro Ledesma en tres viajes, faltando al segundo, Francisco Niño, hermano del difunto Pedro Alonso, al declara haber participado en todos, sin ser cierto, a más de ir a descubrir Las Perlas, con el hermano. A través de los pleitos, es posible establecer cifras, que nos aproximan al número de tripulantes, embarcado con Colón:
Viajes (dejando constancia) |
Repitieron (por testimonios pleitos) |
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1º |
2º |
3º |
4º |
1º/2º |
1º/2º/3º | 1º/2º/3º/4º | 1º/3º |
1º/3º/4º |
1º/4º |
2º/3º |
2º/4º |
3º/4º |
|
Tripulantes | 58 | 47 |
60 |
63 |
7 |
2 |
1 |
2 |
2 |
1 |
4 |
2 |
10 |
Ausentes en 1514 | 19 | 10 |
16 |
8 |
Aún a riesgo de que presuntos marineros del Almirante, no lo fuesen, podemos aventurar que en la travesía de 1492, participaron unos 60 hombres, a 20 hombre por navío. No debieron ser nutridas las tripulaciones, en el tercer, pues al llevar por carga 1.200 hombres de ropa, repartidos entre las 17 velas, con despensa y agua en proporción, al se la medía de 70 pasajeros por navío, la marinería debió quedar reducida a los hombres indispensables.
Contó Alonso Rodríguez de la Calva , que al regreso de "Las Perlas", trayendo "cantidad", los receptores del quinto en Santo Domingo hicieron 9 o 10 partes, separando la que tocaba a Diego Colón. Poco amigo de repartir, Fernando reconsideró los acuerdos, firmados con el Almirante. No pudiendo reducir la diezma, redujo los “descubrimientos” adjudicados al genovés, limitándolos a San Juan, Santo Domingo, Cuba y Jamaica, excluyendo Tierra Firme, con “Las Perlas”. Indignado Diego, demandó a la corona, reclamando la "diezma" en toda la costa, de Paria a Veragua, con inocencia evidente, pues jueces que sentencian en nombre de un rey, lo hacen a su dictado.
Al ofrecer la oportunidad de documentar la leyenda, a partir de testimonios, más o menos condicionados, el pleito prosperó, haciéndose interminable. Siendo el fin probar que nadie estuvo en América, antes de visitarla Colón, no se buscó la prueba de que la costa corría de Paria a Veragua, sin interrupción, acudiendo al padrón del Obispo Fonseca y a la cartografía disponible. Se optó por requerir testimonios verbales de los navegantes, coetáneos de Colón. Y posteriores.
Perdido el padrón de Fonseca, bien pudiera ser reproducción el mapa atribuido a Juan de la Cosa , en lo que se refiere a perfiles y signos, pues topónimos y anotaciones, no tienen relación con la realidad documentada. Adquirido en subasta parisina de un siglo, en que valor adquirido por las antigüedades, incitaba a la falsificación, hemos de admitir que las naos, fondeadas frente al Río de los Esclavos y el Marañón, coinciden con puertos de costa, a 7.000 millas o 12.000 kilómetros del Guadalquivir, que Alonso de Palencia señala como de arribada a la Guinea , antípoda de las Malucas, para Gómara. Costa de la Gomer , Hierro y la conquista de Portugal, los pendones que indican puertos sucesivos, coinciden con las “escalas de mercadores” y las radas, frecuentadas en siglo XVII: Safi, Cabo de Aguer; Sale, Mamora o Arguim; Paria y en el Caribe Santa Cruz de la Mar Pequeña , con las islas. Un San Cristobalón oculta el istmo, apuntando al pleito que en 1490, enfrentó ante los oidores de Roma, a las coronas de Castilla y Portugal.
Cartela fechada en 1513, adjudica a un Columbus el descubrimiento de Indias, en el mapa que se conserva en Estambul, llamado de Piri Reis, probablemente el Diego Pireis, arquitecto portugués, constructor en 1482, de la fortaleza que aparece en el istmo. Completos los perfiles del continente, un “antípoda” recuerda a los de Mandeville. En su sitio Bacalaos, barcos frente a la costa, indican los puertos de Guinea y Río de Oro, señalando navío en la mar, la ruta de la India. Portugués el mapa, la actitud de los oidores, indicó que nos los hubo, antes de 1492. Pero sucede que los testigos les contradicen.
Martín Alonso Pinzón, estando aquel año en Roma, frecuentó la librería de Inocencio VIII, departiendo largas horas con el cardenal - bibliotecario, ante el "mapamundi" del papa y cartas de marear. En 1493, Isabel reclamó al Almirante la carta que le estaba haciendo, recibiendo Pedro Arroyal solemne filípica del “descubridor” , por haber prestado a Juan de la Cosa "ciertos días una carta de marear, que era la principal que el almirante tenia, que llamaba mapamundi". Repetido que el montañés y Ojeda, aprendieron a navegar en la escuela de Colón, el cual "mostraba al dicho Juan de la Cosa las cartas de marear que hacia, e Juan de la Cosa las dibujaba", Arroyal recordaba que su patrón regaló mapamundi y esfera, a su paje Pedro Salcedo. Y algunas cartas a Juan Vizcaíno.
Pese a ser poco prácticas las tripulaciones, embarcadas en el cuarto viaje, pilotos y marineros dieron en “escribir” los perfiles de la costa, en pergaminos, anotando los puertos del oro, actividad a la que se dio Pedro Mateos, ágrafo y tripulante raso. No lo impidió Colón. Las requisó a la arribada, antes de desembarcar. Sin dar tiempo a que Colón rematase el segundo viaje, corrieron por Sevilla cartas impresas, en las que aparecían las islas, que iba descubriendo. Pedro Alonso Niño enseñó a “cartear” al Príncipe D. Juan. Y las islas de la carta que encargó Alfonso V a Toscanelli, en 1474, coincidían con los perfiles, longitud y latitud, de las encontradas por Colón.
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1507 Juan de Guzmán tenía cartas de marear |
Lógico que nos preguntemos como fue posible que todo esto se perdiese, responde Sebastián Caboto. Testigo tardío en los pleitos colombinos, llamado por pertenecer a la comisión de geógrafos, que formó Suárez de Carvajal, oidor del Consejo de Indias, en 1536, por orden de Carlos V, contó que habiendo mandado el Emperador recoger y destruir mapas y cartas de marear, de propiedad pública y privada, porque al haber cambiado los topónimos, confundían en lugar de orientar, mandó reunir areópago de técnicos, para componer padrón general, adaptado a la nueva geografía política, que llenase el vacío. Causa real de medida tan drástica, la amenaza que significaban las cartas de marear, para el monopolio de España y Portugal sobre las Indias, en los tiempos duros del progreso de la Reforma , es probable que Juan III dictase mandato similar, pues ambas coronas encontraron en el milagro del "descubrir" fuerza moral, que lo hiciese respetable.
Los castellanos que iban a Guinea, tierra de moros, se proveían de licencia para “rescatar” , no exigida en la Canarias , conquista de Castilla. Los portugueses que al reino de Fez, la llevaban para “descubrir”, termino que significaba reconocer, lo que permitía cargar y registrar tierra visitada, pero olvidada, sin más requisito que el de darle nuevo nombre. No parece que la llevase Colón en el primer viaje, pero hay testigos que se la adjudican, porque se introdujeron a su regreso. Preceptivas en adelante, para el que pretendiese inscribir una tierra a su nombre, disfrutando las licencias fiscales previstas,
Difuso el recuerdo, los testigos hacen de Colón introductor del "arte del descobrir". No dejándose desanimar por el fracaso de Juan II, que habiendo mandado "una o dos veces” a "descubrir" , en dirección Poniente, fracasó, al regreso del genovés de "ciertas partes" de la "Mar Océana", donde los reyes le mandaron ir, "a la parte" de las Islas de Indias, se dijo por había "descubierto", porque trajo la primera tierra “pintada”, que se inscribió en el "padrón". Alonso de Valencia, poblador asalariado en Santo Domingo, pasajero en el segundo viaje, recordaba que en la primavera de 1492, coincidió con Colón en Granada. Pretendía gente y barcos para descubrir las Antillas, que "agora son e se llaman las Yndias de mar Oçeano". Refiriéndose a la Marigalante de Juan de la Cosa , se dice que en "aquel viaje fueron descubiertas las tierras de las islas, de la parte de las Indias", no que se descubriesen las Indias.
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1494 Fragmento provisión, indemnizando a Juan de la Cosa |
Extendida la primera licencia para "descubrir", que se dio en Castilla, en favor de Colón, su criado Alonso Texero, partícipe en el tercer viaje, afirmó con sin mentir, que "nunca oyó se hubiese descubierto antes", de que lo hiciese en genovés. Miguel del Toro afirmó, con razón sobrada, que no había hombre en Castilla, capas de enfrentarse a la empresa de descubrir las Indias, las cuales seguirían sin estar “descubiertas” , de no haberla "descubierto" el Almirante. Dogma político el "descubrimiento", sesudos doctores prestaron argumentos palmarios al indocto. Aplicada la sugestión, por la vía de la confusión, se hizo del ciudadano común colaborador, en la construcción de paradigma incontrovertible. Frey Rodrigo afirmó, con sinceridad justificada, que de no haberlo hecho Colón, nadie se hubiese atrevido a “descubrir”.
Hay quien atribuye a Colón el mérito, de haber salvado a La Cosa y Ojeda. Habiendo llegado a Cartagena, antes de que el Almirante tocase en Paria, obligados a salir por pies, acosados por los indios, se hubiesen perdido irremediablemente, por no encontrar refugio, de no tener Colón descubierta la Española. Sin quererlo, Pedro Medel desentrañó el secreto del vocablo “descubrir”. Preguntado si Colón descubrió Tierra Firme, respondió que al ser Paria "lo primero” de Tierra Firme y la provincia extensa, rebasando el Marañón por Oriente, no estaba en situación de afirmarlo ni negarlo.
Citados por testigos lo difuntos Juan La Cosa y Pedro Alonso Niño, se dijo que alababan el saber del Almirante, proclamándole maestro en la ciencia del "descubrir". Omitidas las armadas de Antonio de Torres y las travesías de armadores contratados, con carga de pobladores y despensa, los viajes a Indias, anteriores a 1519, quedaron reducido a los descubrimiento oficiales, afirmando los testigos, con rotundidad, que ningún mortal pudo llegar a Indias, sin la colaboración de tripulante, enseñado en la escuela de Colón, o al menos de alguna de sus cartas.
Sin perjuicio de que Pinzón y Lepe, siguiesen ruta, que no navegó el genovés. no pudo indicar el genovés, Rodrigo de Bastidas, descubridor tardío, casado en Santo Domingo con rica ganadera, propietaria de 25.000 reses mayores, declaró que los descubridores lo fueron, porque aprovecharon el saber del Almirante. Callando que Juan de la Cosa le acompañó en calidad de socio, Bastidas afirmó haber hecho lo imposible para contratarlo como piloto, porque aprendió a descubrir, a la sombra de Colón. Pero no todos los declarantes se manifestaron disciplinados. Los hubo que repreguntados, confesaron no poder afirmar que todod los "descubridores" , siguiesen las “derrotas”, marcadas por Colón.
De acuerdo todos en que nadie pudo descubrir, antes de hacerlo Colón, los testimonios se enredan, llegada la hora de declarar la tierra ignota. Gonzalo Alonso, residente en Cuba, marinero de Colón en el segundo y cuarto viaje, eludió el perjurio, haciendo hablar a su padre. Hombre "antiguo", sabía mucho de la ruta de Noruega, “donde ahora estamos”, en lo que tocaba "al descubrir”. Enterrados los viejos topónimos, el de Tierra Firme se convirtió en referente. Provincia de la conquista de Portugal, que terminaba el Oeste en la Tierra Alta de Castilla, al Este en Arguim, principio de la Guinea , teniendo al Norte las Islas de Cabo Verde, se extiendo al hilo de las declaraciones. El cosmógrafo Alonso de Santa Cruz, le agrega Margarita y Cubagua; Fernando Beltrán la tierra de Calez, hasta el Río Orinoco, no tardando en alcanzar el Amazonas. Rebasada la "Huma" o delta, que se llamó Mar Dulce, dejando al Oeste la "Línea de Demarcación", se detuvo en el río Marañón. Ampliada hasta el Cabo de San Agustín, termino abarcando el conjunto del continente, pues las dos costas se llamaron de Tierra Firme.
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1560 Juan Dominguez y Cristóbal Sánchez, en torno a 1520, acopiaron leña en el Coto, para ir a Indias. |
Los habituales de Indias, que hacían agua, leña y despensa, en el Bosque de las Rocinas, salando la caza con la sal del lucio, emboscándose en los esteros del Guadalquivir, porque navegaban sin licencia, sabían que se descubrió tierra nueva. Oían hablar de Veragua, Darien y Uraba, pero no sabrían decir donde estaban. Pedro de Soria, vecino de San Juan de Maguana, que fue a descubrir el Darien con Juan de la Cosa y Ojeda, preguntado que si partiendo de Paria, las provincias citadas estaban en la misma costa, respondió que siendo Paria "puerta" de Tierra Firme, estuvo muchas veces, pudiendo asegurar que hasta Santa Cruz, "corría" la misma costa, pero que de las otras provincias nada podía decir, pues las oyó nombrar, pero no estuvo nunca. Recogido el testimonio por oficial rutinario, al no haber posibilidad de arrancar la hoja del infolio, el interrogatorio se modificó de inmediato, para incluir la Isla de Santa Cruz. Las recordaron cinco testigos, declarando Juan del Castillo, vecino de Cuba, que "salto" en ella.
Precisamente en el segundo viaje, costeando Tierra Firme, Colón vio caer del monte la cascada, del grosos de un buey, que le permitió reconocer, sin dudarlo, la Montaña Verde , frontera del "reino" de Dará, provincia de Marruecos. Quizá la la misma cascada que contempló Himilcón, cayendo de la cumbre del Monte Tartesio,
Grande la “Isla” americana, no sorprendió a la gente de la mar, que se descubriese “tierra nueva”. Pero de ahí a suponer el continente ignoto en su conjunto, había una distancia. De ahí la necesidad de hacer hincapié, en la manifestación de pánicos, atribuida a los marineros, en la primera travesía, temerosos de despeñarse en el fin del mundo, por haber entrado en la mar, hasta donde nadie se atrevió. Error repetir el susto, en la segunda y tercera travesía, lo es craso no haber reparado la contradicción con unos indios, que se acercaban a las carabelas con sus oro, para comprar donde productos, con demanda probada en Guinea: bonetes fabricados en Toledo, pardos y rojos, para ofrecerlos por las “escalas de mercadores”. Y camisas, que llevaban los pescadores, para regalar al alformar del Xarife, porque al ser apreciadas, facilitaban trámites.
No parecen asombrarse los castellanos a la vista de un mundo, de hombres rojos y barbilampiños, árboles gigantescos, pájaros vistosos y especias desconocidas. Tampoco los americanos,. Siendo excepción los de Paria, punto de arribada y "principio" de Tierra Firme. Cuentan los testigos, que les asustó la piel blanca, las barbas y hasta los barcos de los españoles, aun teniéndolos propios y similares. Se "maravillaban" ante los "cristianos" , preguntando "si venía del cielo", cambiando papagayos, con mercado en Sevilla, por trozos de plato de cerámica de Málaga, mientras Colón trocaba perlas y perlas, "guaninas". Un García que no viajó, oyó contar a Cristóbal Quintero, maestre de nao, Diego Martín Cordero y otros marineros, que los indios de Paria se acercaban a la carabelas con oro y perlas, presentándas en "seroncitos de palma, como en aquella tierra se usa".
Molestos los navegantes del pasado, por recordar una Indias, conocidas sin ser descubiertas, utilizaron el fisco y la presión, para alejarles de las mar. Rota transmisión profesional hereditaria, se perdió esa ciencia, que no nunca podrá enseñar “Alcalá ni Salamanca”. Desapreciados los que no se podían perder en la mar, porque se orientaban por las estrella, el color y el olor del agua, Fernando V hubo de suplir. En 1508 fundó escuela de pilotos, de libro que no de cuna, embrión de la Academia de San Telmo, donde se enseñaba a manejar los instrumentos, pero no a la mar.
Iniciado el pleito de Diego en 1511, a la muerte de Fernando en Madrigalejo, a 23 de enero de 1516, no había cronista, trovero popular ni anales, que se hubiesen ocupado de la epopeya colombina, siendo la excepción el cronista oficial Bernáldez, quizá por haber recogido la historia de primera mano, por haber alojado a Colón preso en su casa. Escueto el relato del primer viaje y los dos últimos, es natural que se extienda en el segundo, pues fue al regresó cuando intimó con Colón.
El Emperador desembarcó en Fuenterrabía, en septiembre de 1517. Al año siguiente cerró la primera fase de los pleitos colombinos, no tardando en abrir la siguientes. Abrumador el silencio de las fuentes literarias coetáneas, al no haber base alternativa, para componer la “verdadera historia” del descubrimiento, Fray Bartolomé se inspiró en los testimonios, para componer ese Evangelio del colombinismo, que es "Diario de a bordo", referido a un periodo, en que no los había, habiendo sido Carlos V, mecenas del autor, quien introdujo el rol en los navíos. Obligado consignar la ruta que seguían y los puertos en que tocaban, hubo de aguardar la aparición de marinos, dotados del don de la descripción, para que alcanzasen categoría de relatos literarios.
Enojoso que los reyes de Castilla y León, fuesen Señores del Mar Océano, mucho antes de que viniesen al mundo Colón y los Reyes Católicos, reveladores la suma de coronas a los encabezamientos, iniciada en 1492 con el reino de las Islas de Canaria, en 1493, con las Islas de Indias, pasando en 1495 por la espinosa corona de "nuestras posesiones" en África, que comprendía la Mar Pequeña y el Cabo de Aguer, reemplaza en 1497 por la corona de Tierra Firma, que tras alcanzar el Marañón y la Primera Cruz , se pretendió ampliar a todo el continente, el Emperador quiso desentrañar el enredo, recurriendo al “nominalismo” y la “no existencia” .
Desaparecido mapas y cartas de marear, partiendo del principio de que no nominado, no existe, se concluyo que el continente "no era ”, porque de "haber sido" los "descubridores" se hubiesen abstenido de nominar las partes y el todo, estando presente en los mapas.
Perdida la memoria de las rutas, ubicados los topónimos de los ríos y el oro, donde nunca hubo ninguna de las dos cosas, se creyó asentada para siempre la nueva verdad. Y punto estuvo, pues se ha impuesto por espacio de cinco siglos, sin que aflorasen las pruebas, que permiten refutarlas, estando lejos el hombre de renunciar a la estúpida gloria, de haber descubierto América.
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1581 La costa de Brasil, 1.000 leguas (Hológrafo de Felipe II) |
Sin embargo ahí esta esa isla, que corre de polo a polo, en el mapa de la creación de los Beatos. Y las que aparecen en los portulanos, respetados por oscuros. No son islas imaginarias las que aparecen a Poniente del Atlántico o Mar Grande. Partiendo de Brasil o Thule, indican al navegante la latitud del puerto de arribada. En el Atlas de Cresque, de la BNP son nueve, apareciendo San Jorge, Porto Santo y un Brasil en el sur. A oriente China, alejado del Mar de la India , aparece el Mar de las Islas de India y el islón de Trapobana, rico en oro y piedras preciosas. Innumerables las islas, Mandeville renunció a contarlas, aventurando que superaban loscinco millares. En los portulanos, los topónimos del oro y las especies, aparecen a lo largo de la costa atlántica de África del Norte, de Marruecos a Togo. Superpoblada una costa, desierta para la demografía, Reynel sitúa inmensa cruz, quizá réplica de la encontrada en Cabunco, al norte de Angola, en el río Congo.
Desubicación y duplicidad de topónimos, confundió al teórico, pero no al navegante. Sin reparar en la confusión cartográfica, mientras pudieron resistir a la presiones, continuaron navegando las rutas de siempre y frecuentando los rescates de costumbre. Partiendo de Andalucía, se prefería la ruta de Guinea; Ingleses y franceses seguían la del Norte, pasando por la pesquería de Berbería o Bacalaos. Estaba la costa americana tan cerca de Europa, por aquella parte, que según Hurtado de Mendoza, geógrafo del siglo XVII, la llamaron "Mediterránea". Obligado cruzar el Mar de los Sargazos, para dar en las islas y tierra firme de Indias, en ocasiones la siguió la flota de Nueva España, entrando por Lanzarote, primera tierra que se avistaba. Navegando juntas, las flotas iban por el sur, apartándose en la Deseada , jurisdicción de Fuerteventura, entrando la de Tierra Firme “al través” de la Martinica y Santa Lucía. Con los barcos de Nueva España, navegaban los de Honduras, Campeche y Canarias. Con los Tierra Firme, los de Venezuela, las Islas y Trinidad. Cerrados los puertos del Xarife, la ruta de Guinea, que indica Alonso de Palencia, quedo a boneteros y pescadores, amigos de todos, por no esperar nada de nadie.
No costeaban los veleros el norte de África. Los pocos navíos que se alargaba a Congo, Angola o la Sierra de León, ganaban tiempo bajando por la otra costa hasta Pernambuco, para enfilar a la isla de la Ascensión , como los barcos de la India. Sin bajar hasta el Cabo, subían por la otra costa, regresando por el mismo camino. Por no perderse en la calmas de Guinea, subían hasta las Azores.
De Paria al límite de la conquista portuguesa, por la parte del Río de la Plata , se contaban 1.000 leguas de costa, de las que 300 pertenecían al Xarife. El Mahamete coetáneo de Juan III, arrebató a Portugal las plazas de Guinea, salvo Mazagán. Estando río arriba, la salvó muralla, construida por un Pireis. Perdidas las factoría de la costa, el heredero del trono portugués dejó de llamarse Señor de Guinea, para usar el título de Príncipe de Brasil. La penetración de ingleses y franceses en el Levante americano, iniciada a finales del XVI, borró los topónimos hispanos. Recuperados los aborígenes o introducidos de semántica anglosajona y gala, desaparecieron dos ríos "Verde" y Guinea se convirtió en Guayana.
La hazaña colombina preservó los monopolios peninsulares, hasta el siglo XIX. Perdidas las colonias, porque las tierras sometidas por la fuerza, terminan por liberarse de la misma manera, extraña relación amor - odio, hizo de la figura de Colón, lazo de unión de la metrópoli con continente, que por tradición los tuvo más estrechos y amables, desde el principio de los tiempos.
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