Muerto Diego de Herrera, Inés de Peraza quiso recuperar el control de sus islas. Habiendo dejado de pagar quinto y parias, los de Hierro, les demandó ante el gobernador de Gran Canaria, reclamando la tutela de los nietos, para recuperar el control de las islas, cedidas a Feneán. Beatriz de Bobadilla en Gomera y corta de recursos, Inés se mudó a Sevilla para alejar el pleito, imponiendo a la nuera un gasto, que superaba sus posibilidades. Mal hubiesen ido las cosas para la viuda de Fernán, de no molestar Inés a la corona, proyectando torre en Lanzarote "sobre el mar", destinada a factoría. "Comarcana" a Gran Canaria, Isabel calificó la iniciativa de atentado contra "nuestra preeminencia real". A 29 de marzo de 1496, ordenó al gobernador de la "Isla" levantar torre en el "paraje" y costa de Berbería, a la que daría por término la Mar Pequeña. Dotada de guarnición, sería centro de cabalgadas y trueques, almacén de mercancías y amparo de mercaderes, absorbiendo el tráfico, que pretendía atraer la Peraza. Investida en 1595 reina de sus posesiones "en África", por Alejandro VI, la fortaleza se llamaría Santa Cruz "de África".
Fajardo arrendó carabela para buscar el sitio, indicando 23.895 maravedís de flete, seis semanas de ocupación. Iniciado el periplo en San Bartolomé, puerto "de la Mar Pequeña", término de Lanzarote, se entrevistó con Diego de Cabrera, factor de la Peraza. Queriendo privarla de colaboradores, le contrató con su carabela, en nombre de la corona. De septiembre de 1496, a febrero del año siguiente, recorrió lugares de "alárabes" y "moros", consiguiendo que diesen vasallaje a la Católica y las parias, que pagaban en otro tiempo a sus reyes. Creadas factorías, organizados los rescates, el domingo 28 de agosto de 1496, iniciada la obra de la torre, Cabrera cambió de trabajo, ocupado el barco en el transporte de materiales. Cerrada la costa de Berbería a mercaderes y pescadores, sin licencia, expedida por receptor del "quinto de Guinea", de la corona de Castilla, Francia declaró nueva guerra. Cabrera perdió su carabela en aguas de Lanzarote, a manos de franceses.
Cristóbal de la Puebla, escribano y contador “de las cosas de Berbería”, llevó los libros de cuentas de la obra, siendo contratados maestros y oficiales, en Gran Canaria. Habiendo piedra para sillares y cal a pie de obra, al no saber cocerla los naturales, se importaron caleros. Contratados dos pescadores locales, para abastecer al personal, Fajardo hizo traer barca, comprando barco de servicio, pagando la "Avería" de Sevilla, a cuyo cargo corría el gasto de la conquista de Indias. Molesta la Peraza por la iniciativa de la reina, dos peones, naturales de Lanzarote, pretextaron problemas de salud, presentando baja voluntaria, no queriendo problemas con su señora. En la relación de los contratados, aparece una mujer: María la Morisca. Conversa del Islam, como indica el remoquete, ejerció de lavandera, siendo probablemente la María, que sirvió de intérprete al Gobernador de Gran Canaria, en 1499.
![]() |
1498 La Mar Pequeña se sitúa en África |
Las cuentas de la obra de la fortaleza, se cerraron el 11 de diciembre. Se entregó la torre a 12 caballeros, residentes en Santa Cruz, que celebraban “alardes” regularmente. La alcaidía, con 100.000 maravedís de "tenencias" anuales y el control de los “rescates”, en Berbería, la Mar Pequeña y la Torre de Santa Cruz, quedó adscrita al gobierno de Gran Canaria. Lope de Sosa, que ocupaba el cargos en 1504, proveyó de moneda canaria a Juan de Arines, sucesor de Puebla, en la escribanía de Berbería, para comprar almacén en Santa Cruz, por haberse quedado pequeño el de la torre.
Perdido el apellido "de África", alusión a corona, que los Católicos se abstuvieron de incorporar a sus encabezamientos, por comprometida, la Torre de Santa Cruz se apellidó "de la Mar Pequeña", topónimo por el que se conocía el Caribe. Estuvo la torre en Gran Canaria, en la costa de Berbería. Consta que no había río, pero para entrar en la rada se pasaba una barra, residiendo en la torre piloto de la misma. El a 16 de noviembre de 1496, se perdió en la barra la carabela de Rodrigo Quintero, secuestrada para transportar materiales. Un tal Soria, testigo de Diego Colón, declaró que Paria era el primer puerto de la costa de Tierra Firme, que se tocaba yendo de España. Y Santa Cruz el último de la costa. Estaba a una semana de la Gomera, pues barco del escribano Cristóbal de la Puebla, que fue a la isla en busca de trabajadores, hizo el viaje de ida y vuelta en 15 días. Cerca de San Cristóbal, Carlos V separó la alcaidía de la Torre del gobierno de Gran Canaria, para darla a Pedro de Lugo, gobernador de Palma y Tenerife, porque al residir en ciudad comarcana de Santa Cruz, podría guardarla, dirigir los rescates e impedir el tráfico de armas. Sumados los datos, podemos situar Santa Cruz y su torre en Maracaibo, donde no faltan restos de vieja fortificación.
El topónimo Santa Cruz no es indicativo en Indias, por repetitivo: Diego de Herrera llamó Santa Cruz a la fortaleza que hizo en Tedle; la primera fortaleza que se hizo en Cartagena de Indias, se llamó Santa Cruz; la de la torre, parece haber sido el puerto de Tenerife. Estuvo “en esta Isla de Santa Cruz”. No falta un puerto de Santa Cruz, en el Golfo de Uraba. En 1504, un Gordejuela partió de Gomera, para costear Gran Canaria. Pasando por Santiago de Cabo Verde, siguió frente a Tierra Firme. En sitio frecuentado por los ingleses, en Gallinera o Castilletes, hizo una torre, llamándola Santa Cruz, que derribó antes de marchar, temiendo que sirviese al enemigo, según de Fernández de Oviedo. En la Cartago abandonada de Costa Rica, se hizo torre de Santa Cruz, sin relación con las dos Santa Cruz, que aparecen en el Tratado de Cintra, firmado en 1509: de la Mar Pequeña, en Gran Canaria, que quedó a la corona de Castilla; de Inés de Peraza, en la isla de Hierro, adjudicada a Portugal.
Término de oro y esclavos la Mar Pequeña, el gobernador Fajardo cargó mercancías en Villa Real de las Palmas, para rescatar en la torre. Historia y documentación callan lo sucedido, pero lo cierto es que Fajardo murió en Santa Cruz, a primeros de enero de 1497, con tiempo para testar, pues dejó manda a Diego Ramírez, teniente de alcaide en la torre, que "hizo en Berbería, donde dicen la Mar Pequeña" . Habiendo quedado en Villarreal, su viuda Elvira Narváez, mandó a su hermano Rodrigo Narváez en barco ligero, para que se hiciese cargo de la alcaidía, siguiendo en carabela con vituallas y pertrechos. Indica la posibilidad de que hubiese alzamiento, la reacción de Alonso de Lugo. Enterado de lo ocurrido fletó tres carabelas de armada, cargando armas y bastimentos para Santa Cruz de la Mar Pequeña. Navegando frente a Tierra Firme, camino obligado, descubrió rada tentadora. Desembarcó con intención de hacer torre "sobre el agua", siendo sorprendido por Diego de Silva, que guardaba la conquista de Portugal, con ocho carabelas artilladas. Desbaratados los barcos de Lugo, quedó en lugar frecuentado o cuando menos comunicado, pues regresó a Gran Canaria por su pie, maldiciendo a la Peraza, por haber dado el soplo a los portugueses.
Los Narváez no comunicaron la muerte de Fajardo, pues a finales de junio de 1497, los Reyes Católicos le apoderaron, estando difunto, para dar seguro a los moros, residentes en Santa Cruz, y a los naturales que acudiesen a la Torre con oro y otras mercancías, destinadas al truque. Es curioso notar que en el mismo día, los monarcas declararon los múrices o conchas de la púrpura de Canarias, regalía real o propiedad de la corona. Muerto el príncipe D. Juan, recayó la sucesión en la infanta Isabel, casada con el rey de Portugal, siendo nombrados Antonio de Peñalosa, responsable de la recogida de las "conchas" en las tres Canarias mayores, c 22 de enero de 1498. Comprada la cosecha por el rey de Portugal, para rescatar oro en su Mina, las remitían a Lisboa, debidamente registradas. Llegado Peñalosa a Gran Canarias por el mes de marzo, debió avisar de la muerte de Fajardo, pues Elvira Narváez aparece en Alcalá de Henares, rindiendo cuentas del gobierno del marido, relevando a Rodrigo de Narváez, López Sánchez de Valenzuela , nombrado gobernador de Gran Canaria y alcaide de la Torre de Santa Cruz, mencionada como construcción reciente, situada en “África".
Tocando en Gran Canaria, para recoger al escribano Gonzalo de Burgos y a la intérprete morisca, María de Almuñecar, gobernador siguió a Tagaoz en Berbería, tomó posesión del reino de Butata, en nombre de la Católica. Terminados los actos en marzo de 1499, inició su gestión en Gran Canaria, con juicio de residencia. Investigados cuantos tuvieron cargo público en los últimos años, Diego de Cabrera, acusado de abuso de autoridad, por no haber pagado los réditos de censo en azúcar, sobre tierras y cañaverales comprados en Telde, fue cesado como alcalde mayor, sucediendo el escribano Cristóbal de la Puebla. Aprovechando el cambio, la Católica ordenó a Lugo, parte ofendida, el castigo de la Peraza. Le impondría "perpetuo silencio", sin "escándalo ni figura de juicio" por el "mucho agravio" que le causó en Tierra Firme. Casado con Beatriz de Bobadilla, señor efectivo de Gomera y Hierro, como tutor de los hijos de Fernán, aunque las relaciones con la abuela de sus "entenados" fuesen tirantes, se abstuvo de vengarse.
![]() |
![]() |
1497 Rescates de la Torre de Santa Cruz |
1499 (1497) Entrada de Lugo en Tierra Firme |
Pendiente el cuarto viaje de "descubrimiento", aconsejable que lo hiciese Colón y obligado hacerle zarpar de puerto de Castilla, los Católicos repatriaron al "descubridor" a su manera. Conveniente despejar mar y tierra, antes de que asomase, se prohibió a los señores de las islas vender grano a los barcos, en ruta hacia los rescates de Berbería y Guinea. Incauto Fernández de Lugo, pidió revocación de mandato, perjudicial para los intereses de los hijos de Beatriz. La respuesta fue prohibición de sacar grano de la Isla, por mar. Perro viejo Inés de Peraza, rodeó la ley en beneficio propio y de sus vasallos, sin enfrenta, . Dejaron de vender grano puerto, sacándolo cargándolo en barcos propios a mar abierta, donde lo trasbordaban a navíos de mercaderes y tratante. Indignados los reyes, pero sin arma legal para impedir el tráfico, acudieron a la demagogia, acusando a la Peraza de encarecer el pan en la isla, al destinarlo a la exportación. Las dificultades legales con que tropezaba el comercio, no tardaron en reducir las reales rentas. Pragmáticos los reyes, rectificaron su error, por vía de amenaza, obligando a los Peraza proveer de grano a los barcos de la Guinea o Berbería, so pena de multa de 50.000 maravedís de no servirlo a navío, señalado por el gobernador de Gran Canaria. En otoño, el señorío de los Peraza se hizo realmente molesto. Atacando por el flanco económico, la corona reclamó el quinto de las islas menores. Inés replicó, documentos en mano, que pertenecía a los señores, probando paso del Temple por las islas.
Arriba | Siguiente |