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1485 Armadas: No hacer daño en la Tierra y el "Reyno" |
En las ordenanzas de Palos, codificadas en 1485, se dice que de perder los barcos, la villa "desaparecería" . Debía ser cierto, pues giran en torno a la mar . Identificada con la Debla musulmana, de su alfoz zarpó cordobés en el 889. Estuvo en Ard Majhoola, regresando con carga de oro. El viaje le valió lugar en la historia. No era el Islam ajeno a la navegación. Sabemos de armada moros, en tiempo de Wamba y en 1340, los castellanos adjudicaban al Benimerín, rey de Fez y Marruecos, armada de 80 velas. En el siglo XV, los paleños frecuentaban las pesquerías "de lejos"." y el "Reino". No traían oro confesado, porque les estaba vedado “rescatar” , por evitar pendencia, pero sí inconfesado. Los señores sacaban "armazones" de armada y rescataba, pretextando "servicio ". Depositaban fianzas, fijadas por los alcaldes mayores, jurando que no haría daño a la gente “de la tierra” y el “Reino”, porque de hacerlo, vendría “daño” al pueblo. "Las armadas” se declaraban un “mal”, en sí mismas.
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1485 Prohibición de sacar carabelas de armada y embarcar con extraños |
El "Reino" con mayúscula, era el Nuevo Reino de Granada. Los armazones salían a pescar en otoño y primavera Acompañaba una carabela del concejo. Llevaba las calderas para calafatear, los protegía al paso de estrecho innominado y recataba en Allende. Oro y esclavos. Al pescador que cargase mercancías, le multaban con 20.000 maravedís. Obligado lastrar con piedras, las arrancaban de la calzada, que unía la población al embarcadero, hasta que la repararon y se prohibió. En desuso los molinos, porque al no criar “pan” el término, por ser marisma, lo importaban molido, el camino sirvió de cantera de sustitución. Hasta que el precio de la harina, aconsejó importar el trigo en grano. Reparado el “molinillo”, los señores hicieron molino nuevo. Arreglado el camino, se lastró con piedra del castillo, quedando por única fortaleza la iglesia.
Al no haber muelle, los barcos se cargaban y descargaban con ayuda de barcas, bateles y carros. En el “bodegón de la alota” se subastaba la “pescada”, q ue traían que iban a “viaje”, a las “pesquerías de lejos”. Bacalaos, sábalos, bonito y cazones, se vendían en subasta a la baja, por docenas de trece. Las “carga mayor” pagaba 3 maravedís a los señores, y la “asnal” 12 dineros. El pescador era propietario de sus capturas, correspondiendo la “diezma“ al dueño del barca. Variaba en función al arqueo del navío y la distancia, siendo diferente en las pesquerías “ de cerca” y las de “lejos” .
El bodegón servía de aduana y almacén, con apéndice de dos grandes chozas auxiliares. Se guardaban las mercancías que traían mercaderes, procedentes de toda Europa y Berbería, para cambiarlas por pescado: acero, paños, brea y otras cosas, escasas o inexistentes en Castilla. Cerca del bodegón había una fuente y horno, para servicio de los mareantes. El pescado de costa o “marisco” se subastaba al “montón” , en la “alotilla” de la calzada. Solo se embarrilaban lenguados, ostras y sardinas. Se pescaban al “cerco” , en la temporada, siendo preferidas las de agosto.
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1485 Bodegón de la "alota" |
Los extraños nos podían sacar barco de armada de Palos, siendo multado el paleño que embarcase en navío forastero, con 5.000 maravedís. Derecho “natural” del vecino de la villa tener "seda" o sitio en las carabelas, para salir a pescar. Al faltar en el último cuarto del siglo XV, los jóvenes tuvieron que abandonar la villa, para embarcar en "Santa María del Puerto" y otros puertos. Juzgada la situación intolerable, Pedro de Estúñiga, con los demás señores y el cabildo, acordaron la construcción de 8 carabelas. El costo se repartió entre los vecinos, a tenor con el caudal de cada uno.
Los señores tenían el derecho de “ancoraje”, pagando el barco grueso una dobla de oro y el que tenía “copano” 12 maravedís. Propietarios de las salinas, percibían un tanto por cahiz, como en la molienda de los molinos. No se podía importar sal, hasta no agotar la cosecha propia, mandato sin efecto, pues Palos compraba el excedente de Huelva, donde la pesca de altura estaba en decadencia, por haberse centrado en la sardina. Las madera del pinar de los señores, se reservaba a los barcos. El que lo tuviese no podía venderlo a forastero ni mudarlo de puerto, sin licencia especial del Concejo
Tenía Palos privilegio de labranza y crianza, lo que eximía a los vecinos de pagar alcabala de sus productos, en la primera venta, pero era uno de los raros pueblos de Andalucía, en que se pagaba el impuesto de “gallinas” . Simbólico el olivar de los señores, la recogida de la aceituna era pecho exclusivo de muchachas casaderas, quizá para darles la oportunidad de exhibirse, sin ser acusadas de descoco.
Como lugar templario, Palos pagaba el diezmo al señor, sucesor del maestre, que nombraba a los clérigos, siendo competencia de los vecinos elegir los justicias, compartiendo el Alfoz de Saltes, puerto común, con Huelva y Moguer. En tiempo de moros pertenecía al reino de Niebla, que comprendía el Algarbe andaluz, hasta el Guadiana. Conquistado por Alfonso X en 1257, cuenta el cronista que el rey Sabio dio el Algarbe al monarca derrotado, y a sus caballeros heredades en el Aljarafe, tierra de olivos, con licencia para sacar el aceite por mar, generosidad que apunta al acuerdo, políticamente rentable para un rey periférico, que aspiraba al Sacro Romano Imperio.
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1395 Aduana y privilegio de armar "ballenación" |
En la decadencia del reino de Niebla, bajo los cristianos, la aldea se despobló, dando Sancho IV la "casa de Palos", con olivares y huertas, a su almirante Pay Gómez Cherino, por ser costumbre dotar al titular del cargo de un puerto en señorío. Heredó su hija, Berenguela Gómez. Fernando IV le concedió recibir 20 "excusados", o pobladores exentos de pechos y derechos a perpetuidad. Casada con Alfón Carro de Rueda, la hija única de ambos lo hizo con Juan Roís, hijo de Rui Ferrandes de Gibraleón, alcaide de Niebla. Utilizando el poder en su servicio, dotó a Palos de fortaleza, poniendo la aldea en vías de independizar su jurisdicción de Niebla. Harto el vecindario de ser extorsionado, Niebla expulsó a Rois, cayendo en desgracia por rebelde. Alfonso XI le arrebató aldeas, con buena parte de la renta, aprovechando Alfón Carro para dotar a Palos, de alcalde mayor y escribano, segregando la aldea de la villa. Niebla regresó a la real gracia en 1331, pero no pudo recuperar lo perdido. Preservada su independencia, Palos partió término con Moguer en 1333. Mezquita en activo sirvió de mojón. En regresión el Islam, aparece en deslinde de 1365, como murallones de "caserón" arruinado, probando la cortedad de la memoria popular, pues nadie recordaba su función. Juan Alfonso Carro, nieto de Alfón, pidió préstamos a Juan I. A su muerte pagó con el "castiello de Palos". Subastado por el rey con lote de pueblos, lo remató Pedro Ruiz Sarmiento, Adelantado Mayor de Galicia, recuperándolo el monarca poco después, para cumplir última voluntad de Enrique II.
Imprudente Juan de la Cerda , señor de Huelva y Gibraleón, en la guerra civil se declaró enriqueño antes de hora. Al regreso de Pedro I de Inglaterra, con el Príncipe Negro por refuerzo, Enrique de Trastamara huyo a Francia, contándose el La Cerda entre los ejecutados en 1368 por Pedro I. Muerto en Montiel en lucha cuerpo a cuerpo con su hermano, el rey Bastardo ocupó el trono. Premiando a los vivos, olvidó a los muertos, dando Huelva y Gbraleón a su alguacil mayor de Sevilla, Alonso de Guzmán. Arrepentido en la última hora, mandó al hijo rescatarlas, para devolverlas a Isabel de la Cerda , hermana y heredera de Juan. Fallecido Alonso de Guzmán, heredó cargo y bienes el hijo, Alvar Nuñez, menor sin posibilidad de defenderse. Obligado por Juan I a cambiar Huelva y Gibraleón por el lote de aldeas, en que figuraba Palos. Al ser valor y rentas inferior al de las villas, Álvar pleiteó. Muerto en 1391, Palos quedó a su viuda, Elvira de Ayala, como garantía de restitución de la dote. Tomó posesión en 1395, siendo Informada de usos y costumbres por los más ancianos. Próspera la villa, debía su riqueza y la presencia del mercades genovés, Micer Melín de Negor, en calidad de vecino a parte entera, a privilegio para ir a a “ballenación”. Palos partía término con Niebla por los "asientos" de Río de Oro, topónimo que indica contacto con las pesquerías del Río de Oro americano. En la playa del Tendedero de la Figuera había población de armadores y pescadores de altura, que se alojaban en grandes casas de madera. Rentables los "asientos" de jábegas, lo era la alcabala. En decadencia tras la conquista colombina, renta y poblado desaparecieron, en el curso del siglo XVI.
El señorío de Palos paró en el conde de Plasencia. En 1472, Isabel de Castañeda, mujer del conde de Cifuentes, propietaria de Palos, vendió un "sexmo" a Pedro de Estúñiga, conde de Miranda. Gonzalo de Estúñiga se hizo con el poder, reuniendo los cargos de alcaide y alcalde mayor, muy contra la voluntad de Juan de Silva, conde de Cifuentes y hermanos. Demandado el clan Miranda, acusado de haber usurpado la mitad de la jurisdicción, se inicio pleito que sirvió de pretexto a la Católica , para embargar la mitad de la jurisdicción, en 1475, poniendo alcaide propio, que favoreció brillante intervención de los paleños, en la Guerra de Guinea. Terminada levantó el embargo, a petición de Juan de Silva.
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1479 Regidores de Palos reunidos en la Iglesia de San Jorge, con Juan de Sevilla, en la toma de posesión por el duque |
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1478 Población de Palos: 600 vecinos. Consumo anual: 1200 cahíces de pan, a más de bizcocho |
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1485 Consumo de carne |
Fernando de Estúñiga, hijo de Pedro Álvarez Osorio, conde de Trastamara, heredó de su madre, Elvira de Estuñiga, 1/12 de la jurisdicción de Palos. Lo vendió en 1479 a Enrique de Guzmán, duque de Medina Sidonia. En la toma de posesión, aparecen tres alcaldes mayores, uno por señor, ocupando Pedro de Rojas el cargo, por el conde de Cifuentes, con Álvaro Alonso Prieto, de familia de navegantes, por los Miranda. Entre los regidores encontramos a Ruy García Prieto, Martín Prieto, Francisco Martínez Prieto y Diego Rodríguez Prieto, que no navegó con Colón, pero sí con Vicente Yañez Pinzón. El último era Martín Alonso Pinzón. Representó a los duques de Medina Sidonia, en el acto, Juan Fernández de Sevilla, 24 de la capital, contador mayor de Enrique de Guzmán y armador de navíos, que al rescate en Guinea y la Mina de Oro. En 1485, se repartían la jurisdicción Palos el clan de los Cifuentes, con 6/12, el de los Miranda, con 5/12 y el Guzmán, con 1/12. Barruntando que la reina se disponía a comprar participación, los señores, con Pedro de Estúñiga en cabeza, acordaron codificar las ordenanzas.
El Palos de 1478 tenía 600 vecinos y nutrida población flotante de mercaderes y gente de la mar. Consumía una media de 1.200 cahíces de trigo al año, sin contar el bizcocho, destinado a los navíos. Prohibido sacar grano de los pueblos, para reservar el excedente a la corona, el Concejo solicitó licencia de importación. Al producirlo un termino de alvinas, estaba obligados comprar en otros lugares. Le fue concedida, en atención a los servicios prestados, en la guerra contra el "adversario de Portugal", previo juramento de no sacar grano por mar, vendiendo a los moros. En 1485, la carnicería municipal cortaba 110 vacas y 250 carneros, a las que se sumaban reses no reseñadas, sacrificadas por particulares.
Con el “descubrimiento” en puertas, los Católicos comprendieron que no podrían sacar barco de Palos, ni embarcar vecino, de no adquirir participación en el señorío de la villa. No vendió el Guzmán ni el clan de los Miranda, pero sí los Cifuentes, mejor dispuestos, por ser Juan de Silva asistente de Sevilla. Adelantado el trato en 1487, el Vicario General de la Orden de Santo Domingo en Castilla, autorizó a María y Leonor Gómez Silva, religiosas en el convento de Madre de Dios de Toledo, a solicitar capítulo de la comunidad, autorizar la venta de los 2/12 de Palos, que aportaron al convento en concepto de dote. Apoderado por Juan Silva y hermanos, Pedro de Silva, propietario de 1/12 y Pedro de Rojas, alcalde mayor de Palos por Juan de Silva, se encargaron de negociar la venta. Por diciembre aparece en Trigueros el Cardenal de España, Pedro de Mendoza, en visita relacionada con la transacción, sin perjuicio de que aprovechase para solventar el problema de Jimena, con Enrique de Guzmán. Habiendo tomado la villa por las armas recuperado el señorío en 1468, reinando Alfonso XII, hubo de indemnizar al duque de Alburquerque, que la perdió, habiéndola recibido de Enrique IV.
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1487 El Provincial de los Dominicos, autoriza a las hermanas Silva, para vender 2/12 de Palos, que llevaron de dote |
Material y jurídicamente imposible la maniobra "descubrimiento", de no preceder adquisición del reino de Granada e instalación en el solio pontificio de Alejandro Borgia, la operación quedó aparcada hasta 1491. Reanudada en este año, los Silva fueron invitados a plasmar sus pretensiones por escrito. Aferrados al precedente de los 2.200.000 de maravedís, pagados por Enrique de Guzmán en 1479, por 1/12, pusieron la mitad de la jurisdicción en 16.000.000 o cuentos de maravedís, con plus de 300.000 maravedís por el 50% de las salinas, pinar, olivar, barca y molinos y otros 300.000 maravedís en juros de la corona o deuda pública, a repartir entre el convento toledano, donde estaban las Silva y sus hermanos Pedro y Lope Sila. El pago se haría en tres plazos, el primero a la firma de la escritura y los restantes en los dos años siguientes, corriendo por cuenta de la corona alcabala y otros impuestos. Al querer Isabel tomar posesión de inmediato, para hacer patente el cambio de propiedad, ante los vecinos, el conde de Cifuentes exigió en garantía la fortaleza de Molina, con sus tenencias, que conservaría hasta que fuese liquidado el último maravedí, con un cuarto más a pagar cada año, por la pérdida prematura de la rentas. Conociendo la causa de la operación, el Conde las calificó, en la escritura, de “ventajosa” para los reyes. El 20 de junio de 1492, Francisco Pinelo, fue apoderado por la reina, para tomar posesión de la villa, publicando subasta de las rentas, en nombre de Isabel, a título de señora de la mitad de la villa, pagada al contado. Firmada la escritura el 24, en la Puebla de Guadalupe, los Silva declaran haber recibido los 16.400.000 maravedís, libres de alcabala e impuestos.
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1529 Ejecutoria. Los señores de Palos |
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El Conde de Miranda sucedió en la propiedad de la reina |
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El Emperador vendió al Conde de Miranda 6/12 |
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El Emperador. La fortaleza era propiedad común |
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Renta del 1/12 de Palos y valoración |
La devaluación de Palos, tras el descubrimiento, esta probada por tasación judicial del 1/12 de Palos, del duque de Medina Sidonia, a petición del conde de Miranda. Habiendo vendido Carlos V los 6/12 adquiridos por de la Católica , por ser propiedad sin interés, el Conde reunió 11/12. Queriendo completarla, al no vender los duques de Medina Sidonia, acudió a los jueces, como mayor proindivisario. Decretada tasación por los jueces de Granada, el 1/12 comprado en 1479 por 2.200.000, equivalentes a unos 5.900 ducados, fue valorado en 2.000 ducados, de 374 maravedís cada uno. No habiendo indicio de reevaluación de la moneda, pero sí de inflación, los 6/12, comprados por los Católicos en 16.400.000 de maravedís, o 35.400 ducado, en 1492, se apreciaron en 12.000 ducados o 4.488.000 maravedís, en 1528, no comprando Miranda, por considerar la suma excesiva. En sus respuesta a los jueces, el Conde señaló que las rentas de 1/12 de Palos, no rebasaban los dieciséis o diecisiete mil maravedís anuales, produciendo mayor rentabilidad las propiedades que tenía en la villa, devaluación efecto de una perdida de riqueza, que tras el “descubrimiento” , afecto al conjunto de Andalucía, probando que el monopolio e intervenciosmo, estatal y excluyente de la iniciativa privada, es enemigo enemigo de la prosperidad colectiva.
Al preceptivo que el capitán mayor, señalase el puerto y tiempo de partida de su armada, que lo reyes hiciesen los necesario, para que las zarpasen de Palos, antes de aparecer Colón, hubiese sido sospechoso. De ahí que cuantas obedecieron a la inspiración oficial, se esforzasen por probar que el genovés estaba en España, antes de 1487. En la intoxicación participaron los oidores, que intervinieron en los pleitos colombinos y los propios Colones. En el interrogatorio destinado a Fernando el Católico, redactado en 1515, al que no respondió el monarca, la declaración de Bartolomé Colón, los escritos de Fernando Colón, niño cuando murió el padre y los de Fr. Bartolomé de Las Casas, se hace llegar a Colón a Castilla, en 1486. Un Andrés del Corral, testigo tardío, cuenta que asistió a la primera entrevista del “descubridor” con los reyes, en Madrid, señalando que le acompañaba su hermano Bartolomé. Declarada la empresa imposible por los expertos, el genovés prometió mandar persona que convenciese a los reyes, presentándose poco después fraile "francisco", al que "creyeron". El relato, que no concuerda con el testimonio de testigos, que conocieron a Colón, es a todas luces inexacto, pero hemos de admitirle el acierto, en la elección de la orden. Por decisión pontificia, los frailes de San Francisco tuvieron a su cargo la conversión del África "Atlántica", al menos desde 1472.
Colones y Las Casas ubican el encuentro en enero y en Alcalá de Henares, suponiendo que el "descubridor" fue retenido en la corte , padeciendo interrogatorios constantes, hasta 1488. Aburrido marchó a Lisboa, ofreciendo la idea a Juan II, que le despachó con cajas destempladas. Renunciando a tener rey por mecenas, buscó padrino en la aristocracia. El multimentiroso Barrantes Maldonado, hagiógrafo de la casa de Guzmán, cuenta que visitó al duque Enrique en el otoño, encontrándole en Sevilla. Citando por fuente al difunto Gómez de León, antiguo mayordomo de la casa, presenta al "descubridor" como natural del Milanesado, de " alto ingenio, sin saber mucho de letras”, pero "astuto en el arte de la cosmografía". Ofreció la conquista de Santo Domingo. Calla el cronista que no era bien mostrenco, pues estaba incluida en las Canarias de Inés de Peraza, apelando a las malas relaciones del duque con la corona, para justificar el rechazo el rechazo de la oferta. Añade que siendo las duquesa, Leonor de Mendoza, pariente del Cardenal Pedro de Mendoza, lo que es igualmente falso, mandó a Colón visitar al Prelado, que lo remitió otras vez a la corte. No es probable que el Guzmán tratase de la cuestión americana con Prelado, aunque hubiese sido lógico que de conocer los reales proyecto, le hubiese manifestado su protesta. Fiador Mendoza de pacto de no agresión a la persona y bienes del duque, firmado con los Católicos en 1478, el señor de las Islas del Cabo de Aguer, tenía razones sobradas para sentirse cuando menos inquieto.
Fracasado con Medina Sidonia, los biógrafos de Colón le llevan a Puerto de Santa María, en busca del duque de Medinaceli. Señor de la villa. No debió encontrarlo, pues Luisa de la Cerda abandonó Andalucía en 1487, para no regresar, según los criados que le atendieron en sus último años, siendo esta probablemente la razón, de que no aparezca en las crónicas, entre los que asistieron a la conquista de Granada. Mal documentado el fabulista, supone que el La Cerda , entusiasmado por la idea, ofreció a Colón, a condición de que zapase del Guadalete, construir barcos especialmente para la empresa, gasto superfluo a más de absurdo, pues habiéndolos sobrados en el Puerto, destinados a la travesía a "ultramar", era más seguro viajar en navío experimentado, que en casco a estrenar. Se asentó la leyenda se asentó con tal firmeza, que se dio por supuesto la existencia de carta del duque, plasmando la oferta, en el archivo de los Medinaceli. Mencionada por no pocos americanista, en 1997 se buscó el original, para publicarla en facsímile, con el fin de reforzando una tesis, que empezaba a ser puesta en entredicho. Cogidos de corto al no encontrarla, les pasó por alto la posibilidad de acudir a falsarios, técnicamente mejor dotad en nuestro tiempo, que en el pasado,
Obligado mantener a Colón en Castilla, por espacio de meses, quedó alojado en la fortaleza portuense de los Madinaceli, hasta 1491, año en que reaparece en el campamento de Santa Fe, para ser sometido a nuevo examen, por Hernando de Talavera y Fray Diego Deza, según unos; según otros por Pedro de Mendoza, Juan de Fonseca y un Fray Antonio de Marchena, conventual de la Rábida , ausente de las fuentes documentales, pero presente y destacado en la historia - ficción.
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1476 Un Colón corsario, capitán del rey de Francia |
De que Colón existió y viajó a las Islas de Indias, hay constancia, no siendo su elección casual ni irrazonada. Aficionados los reyes en general, a los que procuraban ingresos a la Real Hacienda , los Católicos se rodearon de judíos, hasta la víspera de la expulsión, pero también de genoveses, que les sucedieron en el control de las finanzas. Enterados los que pululaban por la corte, del tipo de "descubridor" que buscaba la reina, el perfil que nos da Bernáldez, que le conoció, pues le alojó durante meses en su casa, es sin duda el adecuado. "Mercader de libros de estampa" en Lisboa, técnico en Biblia, pues siendo el libro más vendido, debió componerla muchas veces, vendedor de manuales de navegación e instrumentos de navegar, era hombre enterado en cosmografía teórica. De labia fluida, exterior respetable, edad adecuada por haber rebasado la cuarentena, capaz de navegar sin marearse, pues embarcó en diversas ocasiones, aunque siempre en calidad de pasajero, le favorecía su condición de extranjero, pobre y sin amigos. Nada arriesgaban los reyes revistiéndole de autoridad, honores y fortuna, pues llegado el momento de defenestrarle, podrían hacerlo, sin temor a que grandes y huestes, acudiesen en su ayuda.
Carente de biografía, como cuantos acceden a la notoriedad en edad madura, se le prestan múltiples. Común el apellido Colón en Italia, Francia y los reinos de España, el "misterio" que rodea el pasado del “descubridor”, contribuye a magnificar la leyenda, siendo interminable la lista de historiadores, que se han empecinado en ubicarle, dando en desatinos realmente originales, como el de adjudicarle por padre al príncipe de Viana, medio hermano de Fernando y heredero de la corona de Aragón. Rodrigo Méndez Silva, genealogista del siglo XVII, le hace tataranieto de Ferreiro Colombo, señor del castillo de Cuçar en Francia, sin relacionarle con el Colón pirata, capitán de Luis XI en la guerra de Guinea. Otros lo identifican con el tal, haciendo a la familia Colón, víctima de naufragio frente a Sagres. Salvado el "descubridor" a nado, quedó en Portugal. Sin relevancia el posible ramalazo judío de Cristóbal, por ser común en europeo, los más le traen al mundo en Savona, concretamente en 1451. Nacido en el seno de familia de tejedores de lana, con tienda en Génova, el padre lo asoció al comercio familiar, por 1470.
Emancipado en 1476, se supone que navegó por cuenta de Spínola y De Negro. Pero Ambrosio di Negro está documentado en 1492, como humilde propietario de carraca, que se arrendaba con el barco. Contratado por Luís Santangel y Francisco Pinelo, para transportar judíos de Sevilla a Lisboa, donde había enlace regular con Berbería, fue denuncias por no presentarse. No parece que Di Negro estuviese en situación de tener factor, pero se hace a Colón navegar a su servicio. Atacado el barco en que viajaba por franceses, naufragó frente al Cabo San Vicente, siguiendo la romántica entrada a nado en Portugal, que le valió la factoría de Lisboa. Continuando al servicio de Di Negro, en 1477 pasó a Inglaterra, yendo Thule con mercaderes de Bristol, que llevaban bastimentos a los pescadores de Bacalaos, en calidad de pasajero. Contempló mares helados en tiempo adecuado, pues no quedó atrapado, siendo arrastrado por la tormenta a Santo Domingo. Indefensa la isla y exuberante, le encandiló la idea de conquistarla. Ofrecida al rey de Inglaterra y rechazada, la decepción la llevó a las Azores, donde asistió al regreso de navegantes de Poniente, con bolsa bien repleta. Encargado por la firma de comprar azúcar en Madeira, dio el braguetazo en 1479, casando con una Perestrello, hermana del gobernador de Porto Santo. En barcos del cuñado viajó a la Mina de Guinea, rectificando la ubicación del Ecuador, con ayuda de instrumentos de su industria. Llamado a Italia por pleito privado, regresó a Europa, arrastrando con su hijo Diego.
Bartolomé de las Casas, que hace genovés a Colón, le saca de Madeira por distinta causa. Aunque sólo le embarca como pasajero, le supone gran marino, actualizando en su honor, la leyenda de la Mina. El navegante castellano que la descubrió, arrastrado por tempestad, en la versión del dominico vino a dar en Madeira, enfermo y agotado. Acogido por el "descubridor", murió en su casa, legando al anfitrión croquis del periplo. Armado de la preciosa información, Colón pasó a Lisboa, ofreciéndolo a Juan II, a cambió de que financiase viaje de descubrimiento. Teniendo marinos sobrados, el portugués no le escuchó. Aparcado en la sin dinero, estableció contacto con “descubridores”, que prosperaban navegando a Poniente, a cuenta de la corona. En razón a su oficio, frecuentó la biblioteca real, topando con la carta que Alfonso V encargó a Toscanelli, en 1474. La robó, copiándola en las guardas de la "Descripción de Asia", de Eneas Silvio, huyendo a España con secreto, que asombró a Salvador de Madariaga, por coincidir las islas del dibujo, en la longitud, latitud y perfiles, con las visitadas en el primer viaje.
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1492 Cabalgada a la caza de "moros" de Allende |
Estando Colón en la corte de Santa Fe o a punto de aparecer, el jerezano Pedro Patiño, presente en el real de Granada, pidió licencia a los reyes para hacer la guerra a los moros de Allende, caprurando algunos negros. Obtenida armó carabela en Puerto de Santa María, llevando por capitán de tierra a Juan de Olmedo, de Puerto Real. Localizado "aduar” o poblado de moros importante, los registraron sin acercarse, por no alarmar a la presa, que se propusieron capturar, regresando mejor preparados. En lugar alejado cazaron una decena de negros, para amortizar la travesí. Estando Patiño en su casa de Jerez, a la espera de buen tiempo, supo que Olmedo preparaba carabela, para recoger la cosecha en solitario. Flagrante la traición comercial, Patiño la denunció con retraso, pues estaba en la mar, cuando fueron a detenerle. Aun siendo amplia la costa americana, fue casualidad que no se topase con Fernández de Lugo. O con el propio Colón.
En guerra civil los granadinos, una de las facciones entregó Granada a los Católicos, previa promesa de respetar el credo, usos y costumbres de la tierra. Celebrada la entrada el 2 de enero de 1492, Alonso de Lugo fue llamado a la corte. En compensación por los servicios prestados, destacando préstamo para la conquista de Palma, a cargo de Pedro de Vera, el 19 de febrero le dieron donadío en Gran Canaria. A 31 de marzo, los reyes firmaron el decreto de expulsión de los judíos, introduciendo en el encabezamiento, el título de reyes de las Islas de Canaria. Obligados los expulsos a salir del reino, antes de que terminase el mes de julio, los más escogieron por tierra de asilo la “ciudad de Fez” , "en África" o Berbería. Regular la comunicación desde Lisboa a partir de marzo, pero no desde los puertos andaluces, Juan II les permitió residir 6 meses en su capital, a cambio de un cruzado por cabeza.
Según testimonio de quienes vivieron los hechos, Colón apareció por entonces en Granada. Prometió a los Católicos poner Tierra Firme en su poder, haciendo reír a los cortesanos. No es de extrañar. Tierra Firme era provincia portuguesa, lindera con la Guinea de la Mina de Oro, cuya conquista costó derrota reciente a los Católicos. Es probable que de estar informados de los acuerdos de los monarcas con Rodrigo Borgia, la oferta no hubiese sido tomada a broma. En las últimas Inocencio VIII, se acercaba la hora de relanzar el proyecto de Enrique IV, fracasado por haber pretendido "crear" un descubrimiento, sin respaldo del Papa.
García Fernández, médico de Palos, experto en cosmografía y dotado de imaginación, compuso el preludio de la leyenda colombina. Despedido Colón de Granada sin ser atendido, tomó el camino de Huelva, bajo pretexto de dejar a Diego en casa de hermana de su mujer. Omitiendo fuente entonces cristalina, sita en las inmediaciones de la Rábida , Fernández lleva a Colón a la portería de los frailes, pidiendo agua y pan para el niño. Hablaba con el portero, cuando acertó pasar Fray Juan Pérez. Pese a ser muchos los extranjeros en general y genoveses en particular, que frecuentaban la región y la hospedería de los frailes, el acento excitó la curiosidad de Fr. Juan. Entablada conversación con el desconocido, cruzadas las primeras palabras, se apasionó tanto por la idea, que convocó de inmediato a Fernández y otros vecinos, expertos en cosas de la mar, para tratar del "mundo nuevo". Del relato y lo que siguió, se deduce que Colón paró en la Rábida por real orden. Debidamente informado de la visita y su causa, Fray Juan convocó reunión de pilotos prevista. Terminada, piloto de Lepe, capacitado para responder a cualquier pregunta sobre la mar, llevó carta de Fray Juan a la reina.
La respuesta llegó a los 14 días. Dejando a Colón y el hijo en el convento, "en seguridad", el clérigo iría a Granada, para tratar la cuestión de palabra. De vocación tardía, Fray Juan era conocido de la reina, por haber trabajado varios años como "mozo", en la "oficina de contadores". Confesor titular de Isabel, aunque nunca debió escuchar regios pecados, el pueblo que lo tenía por astrólogo, no por ser cosmógrafo, acusó “al guardián" de La Rábida , de haber inspirado el "descubrimiento" que arruinó a la comarca, sin perjuicio de reconocer a renglón seguido, la magnitud del servicio prestado por Colón a Dios y los reyes, pues a la población de un continente, en vías de conversión, y "grandes riquezas" al alcance de los monarcas. . García Gallego conoció a Colón recién llegado a Palos, opinó que de haber tenido caudal y credibilidad, el rey de Portugal lo hubiese tomado a su servicio, siendo público que fue a la corte de Granada, en busca de la reina, porque le rechazó Juan II.
Leída la real misiva, Colón recorrió el pueblo con el fraile, en busca de cabalgadura. Enterados los vecinos de lo que fraguaban, no encontraron quien quisiese alquilarla. La dio Juan Rodríguez Cabezudo, de Moguer. Cuidador del hijo de Colón durante el primer viaje, años más tarde declaró que sus paisanos le "culparon", porque dio al fraile la mula, principio de sus desgracias. Arrancó el franciscano al filo de media noche y a escondidas. Recibido por la reina, aconsejó dar tres navíos a Colón, pues exponiendo suma exigua, podría obtener beneficios ingentes. Queriendo todo a punto a la muerte del Papa, dio 20.000 maravedís en florines a Diego Prieto, armador de Palos. Los entregaría García Fernández, para que vistiese decentemente a Colón, le comprase una mula y le proveyese de dinero de bolsillo, para el viaje. Rodrigo Maldonado, miembro del consejo, arzobispo de Granada y andando el tiempo prior del Prado, cuenta que el arzobispo de Sevilla reunió conclave de sabios, letrados y marinos. Informados del proyecto, votaron en contra, siendo excepción de Juan de Cabrero, camarero de los reyes, enterado de la regia voluntad. Dio la reina a su “descubridor” un cuento de maravedís, suma sobrada para arrendar y armar tres carabelas. Por Granada corrió que el genovés iba a descubrir "tierra nueva", siendo comentadas “capitulaciones" . Alonso de Valencia, oyó que Colón pidió dinero para descubrir "las Antillas, que ahora se llaman las Indias del mar Océano". Los investigadores no quieren recordar la coincidencia de la operación "descubrimiento", iniciada por Enrique IV y rematada por los Católicos, con la inflación brutal que se registro en Castilla, a consecuencia de guerras civiles sucesivas. La reflejan gráficamente tres ventas de la Alquería de la Vaca , sin intervenir mejoras: en 1453 se compró por 24.000 maravedís, en 1466 en 85.000, pagando Enrique de Guzmán a los cartujos, en 1490, 360.000 maravedis.
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