Operaciones paralelas

Instalado Colón en tierra ajena, con conocimiento de causa y de los Católicos, se intensificó la guerra en la mar, entre andaluces. El futuro "descubridor" Diego de Lepe, perdió carabela y carga en la "escala de mercadores" de Azamor, "que es Mazagán", robando jerezanos dos carabelas del Puerto de Santa María, en el Cabo de Aguer, con 103 moros y meticales de oro. Estando la segunda embajada de Portugal en la corte, Antonio de Torres sacó de Cádiz nueva armada de socorro, con destino a Monte Juan. Dirigida por el obispo Fonseca, llevó pobladores asalariados de la corona. Y real carta de 18 de abril de 1494. Colón fue autorizado a deshacerse de Bernal de Pisa, remitiéndole a Castilla a vuelta de barco, porque siendo experto en oro, al ignorar cuanto tocaba a las pepitas, las denigró. El “descubridor” debió recibir la misiva con meses de retraso, pues estando entretenidos sus hombres, roturando la tierra y construyendo, abandonó Monte Juan, yendo a “descubrir” Catayo, siguiendo los "rumbos" "señalados" en cartas de marear. Según Bernáldez zarpó a 24 de abril de 1494, al decir de fraile, que asistió a la partida, con tres carabelas al decir del fraile, pero los que participaron en la jornada, mencionan únicamente dos: la Carderuela y la Niña. Complicada la empresa, llevo por pilotos a Juan de la Cosa y los Niño. Miguel del Toro, que se prometía embarcar como marinero, lamentó haberse visto obligado a quedar en Isabela, por estar enfermo, en casa del cacique Guacanari,, que le ofreció su hospitalidad..

La armada fue directamente a Yucatán, es decir, a Catayo. Costeando comprobaron que no era isla, según pensaban, si no península. Cambiando de dirección, bajaron al sur, hasta un seno del que partían "dos costas". La una subía hacia el Polo Ártico, prolongándose la otra en dirección sur. Al no encontrar al Gran Khan ni el reino del Preste Juan, regresaron dando en Cuba. Costearon la isla por el el norte, pues llevaban la tierra a la derecha, dando en Jamaica al alejarse. Otra vez en costa continental, la siguieron por espacio de 70 días, hasta encontrarse a Poniente de Cuba. Otra vez en la costa continental, bajaron a tierra, plantando dos cruces, para indicar que la tierra tenía propietario. Siguieron con la costa a la derecha, entrando en puerto ubicado en el trópico, pues los árboles fruto dos veces al año. Otra vez en la mar, avistaron rada apetecible. No desembarcaron por temor a tropa de naturales, que amontonaba piezas de caza, para una fiesta. Pasada la noche a bordo, a la salida del sol, continuaron en dirección poniente. Alta la tierra, brazo de mar encajonado, entraba entre montañas. Hospitalarios los aborígenes, por no haberles visitado los nuevos conquistadores, les ofrecieron pescado y pan, es de suponer que cazabe o de maíz. Sin saber cómo, se encontraron otra vez en Jamaica. Mal recibidos por hombres negros "pintados", desembarcaron con alano. Perro casi tan grande como una vaca, adiestrado mataba indios con mayor eficacia que varios hombres. Al no encontrar "señal de oro" , dejaron la isla..

Dentro del el Golfo del Buen Tiempo, dieron en la provincia cubana de Macaca, montañosa, poblada y bien cultivada. Desembarcaron visitando al cacique. Les preguntó por Simón, uno de los indios que embarcó Colón, por ser amigo del padre. Le dijeron que quedó en Barcelona, sirviendo al Príncipe D. Juan. Sincero y cristiano, el cacique criticó los modales de los españoles. Continuado a poniente, se encontraron rodeados de cayos, evocando Bernáldez la obra de Juan de Mandeville, libro de cabecera de Colón. Quiso el inglés contar las islas pero hubo de renunciar, aventurado que rebasaban los cinco millares. El día de Pentecostés desembarcaron en palmar, en la desembocadura de un río. Repetitivo Colón, lo llamó Jardín de la Reina. Remontaron el curso dos leguas, regresaron al mar. Entre islas arribaron a la Sierra de Ornophay, abundante en algodón. El cacique les habló de Magón, que estaba algo más adelante. Los naturales se vestían, como en Naam, siendo igualmente sospechosos de tener rabo, porque no se debía sentir vergüenza de exhibir lo que Dios había creado. Consultando el libro, Colón concluyó que Magón era la Moré de Mandeville. Con ayuda del viento recorrieron buen trecho, entrando en mar blanca y espesa "como la leche". Entre cayos se metieron en canal. Con dos brazas el fondo, era tan estrecho que no pudieron virar. Lo siguieron 10 leguas, arrastrando el ancla por el fondo, a modo de sonda. Montañoso y verde el interior, los manglares impedían desembarcar. Rozaban las quillas el limo, dieron en una punta baja, a la que puso Colón Punta Serafín.

Bordeada de montañas, la tierra bajaba hacia oriente. En aguas limpias, con tres brazas avistaron, palmar con una fuente. Hicieron aguaje. Un ballestero se metió en la espesura, en busca de caza. No le asustó la aparición de 30 indios, pero sí la del blanco, que iba al frente, portador de túnica blanca, lo tomó por fraile trinitario, orden dedicada a rescatar cautivos cristianos. Le sacó del error la aparición de dos blancos más, con túnicas hasta las rodillas. Temiendo que se comportasen como castellanos, puso pies en polvorosa. Informado Colón, mandó 25 hombres armados, en busca de los blancos, pero no lograron encontrarlos. Siguiendo a oriente, tropezaron con dos costas, que se juntaban "en seco". Cambiando de rumbo navegaron 35 leguas, encontrándose en la montaña en que hicieron aguaje a la ida. Nueve leguas más allá, capturaron a un cacique. Interrogado, dijo que podrían navegar cincuenta lunas, en la misma dirección, por mar profunda y limpia, sin dar con el fin de su isla.

Otra vez entre islas y con poca agua, buscaron canal. Lo encontraron estrecho pero tratable. Al salir les rodearon canoas de indios. Subían a bordo confiados, por ser vasallos de rey poderoso. Le llamaban “Santo” , vestía túnica blanca y gobernaba un "gran estado". Así se enteró el ballestero, que se las vio con un rey. Pasados cuatro días en la mar, dieron en golfo confortable. Siempre entre islas y en por aguas profundas, pasaron una semana sin encontrar sitio donde desembarcar, a causa del lodo y la espesura. Siguiendo a oriente, renovaron el agua en “palmares” , crecidos a lo largo de la orilla. Buena la pesquería, criadero de nácares y perlas, podemos identificarlo con Cumana o Paria. La mar volvió a cubrirse de islas. Con tantos bajos, que los castellanos se sintieron perdidos. Recorridas 1.288 millas , Colón regresó a Monte Juan por ruta conocida, pasando por "Jaime" o Santiago. Al no encontrar canal por dentro de las islas, regresó a Punta Serafín, bajando a tierra en Teroneso, provincia del "rey santo". Abundaban las tortugas y el cacique se dijo cristiano. Curioso, quiso saber qué concepción tenían los castellanos del Evangelio, para comprender por qué se comportaban de forma tan impropia. Colón puso al sitio San Juan.

Cruzando la mar blanca, por canal más confortable que el primero, regresaron a Ornophay. Hicieron agua y leña en un río, descubriendo islas montañosas y fértiles, que no vieron a la ida. Un domingo entraron en puerto fluvial, que Francisco Niño sitúo en Cuba. Fraile desaprovechado, pues no parece haber tenido otras actuaciones, celebró la misa, siendo llamado el sitio Puerto de Misas. Siguiendo la costa del austro, el Jardín de la Reina les quedó a la izquierda. Costearon otra vez Macaca, entrando en el golfo del Buen Tiempo. Con la tierra de Bojía a oriente, avistaron el Monte Cristalino. Pasadas las puntas del Faro y la Baja , llegaron al "cabo de la isla". La última sorpresa la deparó el cacique de Guanique. Cubierto de joyas, seguido de esposa, hijos y cortesanos, subió a la carabela de Colón, dispuesto a cruzar el mar para entrevistarse con unos reyes, que mandaban sus esbirros a través del Océano, para incordiar a pueblos que fueron felices, hasta su llegada En la versión de Bernáldez, fue desembarcado por las buenas, con la compañía. Pero es probable que aligerados de oro y libertad, rey y séquito lo hiciesen en Andalucía, parando en mercado de esclavos. Pasando "al través" de las Caribes, las carabelas entraron en la Isabela de Monte Juan tras ausencia de seis meses, que algunos reducen a tres. Entre los pobladores corrió que venían de descubrir Paria. 

Entretanto se dirimía en la corte el conflicto, provocado por la ubicación de Isabela la Nueva. Tras meses de antesala, a 5 de junio de 1494, los embajadores de Juan II consiguieron que Isabel otorgase poder, para fijar los límites de las conquistas. Fue redactado de manera que cotejado con el de Juan II, parece referirse a cuestión diferente. Omitiendo la palabra “conquista”, se otorgó para delimitar el Reino de Fez y las pesquerías “de la mar” , del Cabo de Bojador "abajo", "contra" Guinea. Reunidas las partes el 7 de junio en Tordesillas, los apoderados de Isabel se guardaron de aludir a la bula de Alejandro VI, limitándose a mencionar de pasada el pleito, iniciado en 1490, que el rey portugués creía pendiente de sentencia, al no tener noticia de la bula de 1493. Los embajadores de Juan II vieron con buenos ojos, la idea de liquidar la desagradable prohibición, que impedía a castellanos y portugueses, acercarse a Cabo de Bojador y Río de Oro. Acordado que al norte del Cabo Bojador, los españoles podrían “saltear" a los moros, donde les pareciese, no podrían navegar del “Cabo abajo, hacia Río de Oro” , para no molestar a los barcos de Portugal, que frecuentaban la Mina y Guinea, ofreciendo Juan II la posibilidad de hacerlo, obteniendo su licencia, Las aguas de ambas coronas que abiertas a los navíos, que se dirigiesen en las "escalas de mercadores" , bajo control del rey de Fez y Marruecos.

Conveniente deslindar las "conquistas", fijando las fronteras del reino de Fez, a la parte del Cabo de Bojador y la de Mesa, en un plazo de tres meses se formaría delegación mixta, de cosmógrafos, geógrafos y marinos. Yendo a la ciudad de Fez recabarían información, con el fin de establecer las fronteras, sin equivocarse. En tanto se procedía al deslindaban, Portugal podría tomar, ocupar y recibir por entrega voluntaria, cuantos lugares de moros tuviese a bien, comprometiéndose a devolverlos a la corona de Castilla, previo pago de lo invertido en la ocupación y mejoras, de no caer en su conquista. Los Católicos no podrían tomar lugar ni aceptarlo, aunque se lo diesen los moros, en tanto no se solventase la cuestión. No renunció Juan II a pie de tierra a la parte de Poniente, pero se manifestó generoso a Levante, en el Algarbe de Berbería. Interesado Fernando V por el Mediterráneo, le cedió la "conquista" de Melilla y Cazaza, lugares fronterizos, alegando que se dudaba de su pertenencias al reino de Fez. Con independencia de que se formase o no, la delegación de cosmógrafos, de no ser denunciado por las partes, el tratado entraría en vigor pasados tres años, en 1497. De ser denunciado, las cosas quedarían como estaban, restituyendo Castilla Melilla y Cazaza, de haberlas ocupado.

1494 Marzo 8 Poder de Juan II, para delimitar las "conquistas"
1494 Junio 5 Fragmento del poder de los Católicos. Para delimitar las "conquistas"
1494 Junio 7 Fragmentos del Tratado de Tordesillas. Copia de Lisboa (facsimil)

Ultimaba Torres los preparativos, para sacar la tercera armada de socorro, con destino a la Española de Monte Juan, cuando recibió la más importante de las cartas, que Isabel dirigió a Colón. Fechada a 16 de agosto 1494, los primeros párrafos no pueden ser más inocentes. Debía capturar cuantos halcones pudiese, por ser tan apreciados los de Indias como los de Canarias, mandándolos a Castilla con lote de pájaros raros. Hecho el encargo, la reina informó al Almirante del "asiento", firmado con Portugal. Normalizadas las relaciones, se abandonaría el sistema de flotas irregulares, para poner dos carabelas regulares, la una de Andalucía y la otra de Isabela de Monte Juan, que cada mes se cruzarían en el mar, llevando la primera bastimentos y pobladores, y la segunda el oro, producto de los rescates. Necesario conocer la extensión y ubicación del descubrimiento, Colón remitiría, a vuelta de barco, descripción puntual de las "islas" descubiertas, indicando las que tuviesen "dos inviernos y dos veranos", los nombres que les puso y exponiendo la razones, que aconsejaron conservar el primitivo, caso de no haberlo cambiado.

En preparación la comisión mixta, que habría de fijar las fronteras del reino de Fez, con el fin de situar los límites de las “conquistas” , el "descubridor" estaría preparado para acudir a la primera llamada. De impedir su asistencia causas de fuerza mayor, mandaría a su hermano Bartolomé u oficial bien informado. Fijadas las fronteras redactaría memoria, acompañado de “pintura” o plano, mandándolo en la primera carabela, para que examinado en la corte, se pudiesen subsanar errores, antes de que el “asiento” entrase en vigor. La reina terminó la misiva, insistiendo en la urgencia. Colón o la persona que designase, habría de acudir sin dilación para asistir a los partidores, pues la cuestión de la “raya”, era primordial.

Presentada la carta por Diego Colón en su pleito, los historiadores no parecen tenerla en cuenta, sin duda por enojosa, pues cuadra con la copia en castellano del Tratado de Tordesillas, que se conserva en Lisboa, no con la redactada en portugués, del Archivo de Indias. Hemos de admitir que relacionar la primera con la aventura colombina, sería suficiente para dar al traste con el Descubrimiento, lo que no consentirán en ningún caso unos poderes públicos, que someten la verdad en general y la histórica en particular, al interés inmediato y presente, de los beneficiarios del sistema.

Fragmento de la copia del Tratado de Tordesillas, conservada en Sevilla

Con desprecio absoluto hacía la lógica, pero contundentes, han dado en afirmar que por ahorrar tiempo, a 7 de junio de 1494, utilizando los mismos poderes, los apoderados de Castilla y Portugal, solventaron cuestiones, sin relación entre sí: la que tocaba a las Indias, reflejadas en la copia en portugués, del Archivo de Indias: la de unos bancos de pesca saharianos, que no parecen haber despertado en menos interés, en los pescadores del XV, de navegación dificultosa. Partiendo del. supuesto, se adjudica el apellido de "Africano" al texto de Lisboa, dando el de "Americano" ,al de Sevilla. Desatinado, parece obra del siglo XVI, inspirada por Carlos V y Juan III de Portugal, en el periodo en que los progresos del protestantismo, mermaron la fuerza moral la iglesia, de la excomunión y de la concesión papal de un continente, en calidad de monopolio, compartida por las coronas de Castilla y Portugal.

1495 Febrero 5 Violación del Tratado en Guinea

Argumento básico el "descubrimiento" de tierra ignota, al no ser posible desdoblarlo, se hubo de adjudicar a Colón, haciendo dimanar los derechos de "conquista" de Portugal, del mismo hecho. Que legitimaba el de Castilla. Incluidos en los poderes de los reyes, los topónimos de Guinea, Meça, Río de Oro, Cabo Bojador y Fez, aparecen en el de Lisboa, pero no en el sevillano. Omite el primero la bula de 1493 y los Acuerdos de Santa Fe, mencionado el de Sevilla el documento pontificio, situando la primera “demarcación” , cien leguas a poniente de las Islas de Cabo Verde y Azores. Evidente que de no mudarlas, la frontera seguiría pasando por las inmediaciones de Cumana, el topónimo Cabo Verde saltó de Poniente a Levante del Atlántico. Sin reparar en que aún no se había descubierto Brasil, al menos oficialmente, los Católicos, contemplando el perjuicio causado a Juan II, el mandato de Alejandro VI, cuya "conquista" quedaba reducida al extremo oriental, del Levante americano, hicieron justicia, enmendándolo. Modelo de generosidad, Isabel trasladó el meridiano de "demarcación" a las 370 leguas a Poniente, acordando las partes mediode ubicar la frontera, cuando menos curioso.

Egipcios y griegos sabían medirla esfera, no habiéndolo olvidados los humanistas. Pero castellanos y portugueses manifiestan no saber hacerlos, pues para encontrar el meridiano muy materialmente, acuerdan fletar dos barcos, uno por corona, con pasaje de geógrafos, astrólogos y astrónomos. Partiendo de la Isla de San Antón, la más occidental de Cabo Verde, navegarían en línea recta hacia poniente, lo cual era imposible. De dar con tierra antes de llegar a las 370 leguas, seguirían a pie enjuto. Llegados al punto, levantarían torre. Sería el primer mojón de línea de fortificaciones, que habría de correr de polo a polo, supuesto sorprendente, pues se supone lanzado por quienes ignoraban los perfiles del continente, no podían saber que se extiendo del Ártico al Antártico..

Indiferentes a lo que se fraguaba en las alturas, pues su relación con la patria se reducía a pagar impuesto y servir en la guerra, vecinos de Cádiz y las Canarias, se asociaron con piloto portugués, avecindado en Gran Canaria, con intención de capturar negros en Guinea, sin necesidad alargarse a Lisboa, para recabar licencia. "Saltaron" en 1494, año del Tratado, regresando con lote apreciable de “ánimas”. Señor de behetría, obligado a prestar protección a los vasallos del Xarife, Juan II , sin más aspiración que la de comerciar en paz, se indignó ante violación tan inmediata de los acordado en Tordesillas, que le traía complicaciones. Dirigiéndose a los Católicos exigió devolución de unos negros, con estatuto de hombres libres. Inoportuno buscarse complicaciones, los monarcas ordenaron recuperar la presa y a los culpables, remitiéndolos a Lisboa, donde los negros serían puestos en libertad, y los castellanos juzgados por la ley portuguesa.

No sería el único incidente. Al olor del oro, piratas franceses formaron armada, robando tres velas al rey de Portugal, la una de ida, pues llevaba carga de arambeles, para trocar en los rescates, las otras de regreso, la una con 15.000 pesos de oro y papagayos: la otra con azúcar de Madeira, destinada a Flandes. Vendido el botín en la Bayona gallega, el incidente rebotó en Castilla. "Navío pequeño" con patrón vasco, que entró en puerto gallego con oro de la Mina y papagayos, fue secuestrado y la tripulación detenida, por llevar piloto francés. Queriendo complacer al rey de Portugal, los Católicos mandaron el lote a Lisboa, probando su buena voluntad, en el cumplimiento del acuerdo. Absteniéndose de formar la comisión, procuraron mantener a Colón en Monte Juan, el mayor tiempo posible.

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