Haciendo de la India patria de origen de vegetales, espontáneos en Indias, trasladando topónimos de la ribera occidental del Atlántico, a la oriental, América perdió importante segmento de su historia, pre y post colombina, diluyéndose en el olvido, el prestigioso reino de Congo y Angola, que dejó por recuerdo enérgicas protestas diplomáticas, provocadas por los raros tratantes que aventurándose en el complicado viaje, con intención de carga cobre y marfil, se propasaban, capturando ciudadanos. Para que aquella África se convirtiese en costa de esclavos, hubo de preceder declive de la cantera americana y sucesión de guerras intestinas, provocadas por los factores europeos. Raros los contactos de la región del Ecuador con el exterior, los franceses que lo colonizaron el Gabón del siglo XIX, no encontraron oro pero sí población anclada en el paleolítico, apenas contaminada por los traficantes.
En el continente americano florecieron dos grandes imperios, pequeñas naciones y ciudades - estado. Presentes los tres credos del Libro, judíos, musulmanes o cristianos, convivieron con herederos de ritos paganos, adoradores del sol y animistas variados. Mandeville, que visitó la Tharsis del Preste Juan, en siglo XIV, descubrió un cristianismo original, alejado de la prédica de Roma. Árboles de hoja perenne, consecuencia de dos inviernos y otros tantos veranos, y el estar la tierra "muy llena" de papagayos, ubican el reino perdido en América. Islámico el reino de Fez, no todos los puertos se abrieron a los cristianos, ni los sucesivos monarcas, manifestaron la misma apertura hacia el "infiel". Más constantes parecen las buenas relaciones con judíos. Ricos e influyentes, en los siglos XVI y XVII los encontramos en el entorno de sucesivos Xarifes, ocupando cargos de responsabilidad.
Imperaban en el continente reglas de convivencia, reglamentadas por una jurisprudencia, basada en el derecho natural, que asombró a los conquistadores por su equidad y eficacia, deslumbrándoles conducciones de agua, alcantarillado, jardines en terrazas, trazado urbano y calzadas, muy superiores a las de Castilla, sorprendiendo a Cortés y Pizarro el desfase del desarrollo urbanístico, con la escasa efectividad de las armas. Honda, dardo, flechas y “macanas” o palos, con la punta endurecida o reforzada por espina de pescado, sílex o cobre, constituían su arsenal. Protegidos del imperio de los blancos, por la lejanía, acostumbrados a fiar la defensa y el abastecimiento en extranjeros, suponiendo que el oro generosamente distribuido, garantizaba la seguridad, se sentían tan seguros que Atahualpa, a punto de perder su imperio, se burló de los "truenos" de los castellanos ante delegación enviada por Pizarro, con su hermano en cabeza.
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1578 Informe de Alonso de Guzmán a Felipe III. Relaciones de China con Perú |
No es de descartar que los "señores" de behetría del Este americano, tuviesen réplica de señores amarillos al oeste, pues el papel de China, en tanto que proveedor, fue preponderante en tiempos de la conquista. Seguro que los españoles no enseñaron a los orientales el camino de Indias, es evidente que lo aprendieron por su cuenta, apenas supieron navegar. En informe de Alonso de Guzmán, destinado a Felipe III, en el primer año de su reinado, advirtió que Perú, virreinato secesionista, que estuvo al borde de la independencia, reinando de Carlos V, no necesitaba de la metrópoli para proveerse y encontrar mercado, pues les bastaba con China. Frecuentadas las rutas del Mar del Sur, no fue capricho dispendioso de Gonzalo Pizarro, caudillo analfabeto, vestir de seda a sus soldados, tejido barato pero abundante, a la producción local, se sumaba abundante importación.
Variados los sistemas aborígenes, la administración de las "conquistas", distó de ser unitaria. En la portuguesa gobernaba el Xarife, rey de Fez y Marruecos, sin que le estorbase que las provincias, diesen "vasallaje" a reyes y señores foráneos, en régimen de behetría. Lo recibieron los reyes de Portugal, la corona de Castilla y sucesivos Guzmanes. No pretendían estos señores más territorio, que el indispensable para instalar factoría, con aldea o aduar anejo, albergue de agentes, factores y mercaderes. Moderado el interés por las parias, era frecuente que quedasen sin cobrar, por no estorbar el comercio con pendencias gratuitas, siendo el rey de Portugal quien las pagaba al Xarife, a cambio de que permitiese a los portugueses, residentes en la plaza, abastecerse de cereal panificable, adquirido de los musulmanes, que tenían prohibido venderlo a cristiano. Perjudicadas las “plazas” por la competencia de mercaderes cristianos, que comerciaban a través de puertos del Xarife, los oficiales de la corona portuguesa, no consiguieron erradicar el contrabando.
No se inmiscuyeron los Pereza, señores de las Canarias menores, en cuestiones de religión, ni la corona en la Berbería de Alonso de Lugo, o la Española de Monte Juan. El sistema de parias, quinto y trueque, propio de mercaderes y tratantes, al reducir el despojo al botín de guerra, no precisaba de signo de sumisión, más intenso que el de somero vasallaje. Sería la colonización de agricultores y ganaderos, necesitados de fuerza de trabajo racional, la que impuso el bautismo. Antes de la colonización colombina, recibirlo eximía de la esclavitud, pero posteriormente, erigidos los reyes de Castilla en autoridad absoluta, se cambió en instrumento, que permitió reducir a la población autóctona, a la condición de esclavos de hecho.
Siendo la explotación extensiva e intensiva del continente, el fin de la operación "descubrimiento", Castilla eludió tropiezo con la bula de 1493, recuperando la institución americana de la encomienda, interpretándola a su conveniencia. Behetría a pequeña a escala, que permitía al débil dotarse de protector, mediando pago moderado en trabajo o especies, Colón introdujo la novedad de repartir nativos, sin pedirles opinión, entre castellanos, que a cambio de permitirles salvar el alma, al instruirles en religión, se incautaban de los cuerpos, sometiéndoles a régimen de trabajo exhaustivo, que no tardaba en abrirles las puertas del paraíso. Considerado dispendio ofrecer salario a los colonizados, se repartieron, por sorteo, formas de servicio, que garantizaron al colonizador, el abastecimiento de brazos. Los “indios de quinta” se subdividían en actividades diversas: cuidaban ganado, labraban los campos, abastecían de paja y leña a los residentes en la ciudad, realizaban trabajos domésticos y construían para los españoles o trabajaban en los “obrajes”.
Limitado el servicio a dos meses, era frecuente que acumulación de deudas, contraídas para poder comer, lo prolongase indefinidamente. Era frecuente en los obrajes, e inevitable en la mina, destino de los “indios de mita” , institución acusada repetidamente, de ser causa de la despoblación de las Indias ocupadas.
Por fortuna para el americano, no es cierto que la autoridad de la corona, se extendiese al conjunto de la “conquista” , con excepción de rincones perdidos del interior. Documentos y crónicas circunscriben la presencia del poder de Castilla, a lo territorios materialmente ocupados por el español, circunstancia que impuso moderación. En 1540, Carlos V regresó a los tiempos de Alonso de Lugo, prohibiendo por pragmática someter a esclavitud al americano, que habiendo dado vasallaje a rey cristiano, practicase el credo musulmán, circunscribiendo la esclavitud a los que hiciesen proselitismo, se rebelasen o diesen obediencia al Xarife. Presente el rey de Fez y Marruecos, hasta bien entrado el siglo XVIII, en 1579, pescadores de Huelva, que faenaban en Arguin o Guinea, entre Bojador y Ciénaga, le recordaron a Felipe II que mientras tuviesen que pagar alformaje al Xarife, para poder pescar sin parar en la cárcel, no podría actuar ni pretenderse, rey y señor de aquella costa.
Nula la presencia castellana, fuera de los núcleos ocupados de Canarias, no dejó Colón “conquistada” Paria, ni el conjunto de la islas. Abandonada la Mina portuguesa, los que asistieron a su caída, no la achacaron no la achacaron al mal trato administrado a los indios, si no al oro. Y a la tendencia inveterada de las testas coronadas, a destruir al que encumbraron, sin darle la oportunidad de acumular poder suficiente, para oponerse a sus caprichos. Lógica la desgracia, sorprendió que fuese rehabilitado, por segunda vez y a corto plazo. Buscando justificación al cambio, que se produjo en noviembre de 1501, se dice que fue perdonado, tras prometer que no regresaría a La Española. Tendría sentido de referirse a la de Monte Juan, pero no con respecto a la de Santo Domingo, donde estuvo al regreso del cuarto viaje.
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1496 Francisco de Gorvalán, criado de Lugo |
Bobadilla hubo de devolverle los libros de contabilidad y bienes secuestrados, entre lo que aparece caballo, comprado a Gorvalán. Sevillano, conquistador de Gran Canaria con Pedro de Vera, recibió tierras en el repartimiento, sirviendo cuatro años en Tenerife y Palma, con Fernández de Lugo, estando avecindado en las Islas de Indias, concretamente en Santo Domingo, cuando conoció a Colón. Recuperó el “descubridor” el diezmo del quinto real, en la tierra que descubriese, le fue perdonado el diezmo del ganado, que embarcó en sus viajes, siendo autorizado a cortar 111 quintales de palo de brasil cada año, para pagar a los armadores, que transportasen bastimentos y pobladores a la tercera Isabela o Isabela, y otras poblaciones que fundase.
Urgente “descubrir“ las provincias, conquistadas por Lugo, a 14 de febrero de 1502, la reina firmó las instrucciones para el cuarto viaje. Inconveniente perder tiempo, a la ida no se detendría en Santo Domingo. Podría hacerlo al regreso, con brevedad, pues el hallazgo se debía registrar cuanto antes. Habiendo escrito Manuel I que salía de Lisboa capitán, destinado a su "conquista", siendo "vuestra ida hacia Poniente, y que habemos sabido su ida a Levante", no era probable que se encontrasen, pero en previsión se ordenó al Almirante manifestarse cortés, sin perjuicio de que llevase artillería y pólvora suficiente, para poder replicar de manera contundente, caso de recibir repuesta hostil. Sigue referencia a petición de dos arabo parlantes, formulada por Colón: "a lo que decís que queréis llevar uno o dos que sepan arábigo, a nos place de ello, con tal que por ello no os detengáis" , caso de no encontrarlos, con la debida premura.
Indica la dificultad, que la lengua vulgar en Granada, no fue el árabe. Reservado al sector culto, es probable que la escasez de arabo parlantes, se debiese a la emigración. En cuanto a la solicitud, el significado es meridiano. Con tres viajes y dos estancias prolongadas en Indias, habiendo frecuentado las islas y Tierra Firme, Colón sabia que la lengua franca, en las riberas de la Mar Pequeña , era el árabe.
En el "alto viaje", Colón siguió la ruta del norte. Al decir de los enterados, completaba la "escritura" cartográfica de Indias, sumando a la “conquista” castellana “costado” de la Tierra Firme , en litigio desde 1490. Zanjado el pleito por la bula de 1493, sentencia arbitraria encubierta, los Católicos la ejecutaban, sin exhibirla, temiendo la reacción de Portugal. En la ocasión, Colón no llevó paleños avezados. Del montón los tripulantes, arrastró con la familia al completo. Asalariados Bartolomé y Diego Colón, Fernando no ganó jornal, por ser niño. Se dice que llevaron 4 carabelas, pero los testigos mencionan tres. El Almirante navegó en la Bermuda , probablemente de Juan Bermúdez, de Palos y su acreedor; la Gallega y la Vizcaína. Fletadas en el "río de Sevilla" por abril de 1502, tocaron en Cádiz para cumplimentar trámites. Cruzando Bacalaos avistaron Lanzarote, primera tierra americana, por aquella parte. Confundiendo topónimos nuevos con los antiguos, los testigos, los que narran el viaje, se manifiestan particularmente contradictorios. Para Gonzalo Díaz, partiendo de "España, que es la Oropa ", se adentraron en el "mar Océano", saltando a tierra en la isla de San Juan. Rebasada la Española sin detenerse, dejaron atrás Jamaica. Pasada Guanasa, identificada con Isla de Pinos, corrieron al "sud sudoeste , en busca de Asia", topónimo por el que se conocía Centroamérica, en atención a los rasgos de los naturales.
Martín de Arrieta recordaba que "fueron a dar mar adelante, en Gran Canaria y de allí a Santo Domingo, que está en la Española ", habiendo estado a punto de anegarse, al pasar por Jardines. Según Diego Martín Barranco, embarcaron en Sevilla. Tocando en Cádiz, lo hicieron en Arzila sin escalas, siguiendo a Gran Canaria. Hicieron aguaje en Martinino, a levante de Guadalupe, deteniéndose en San Juan,. Costeada Jamaica encontraron isla menor, “en medio de la Mar Pequeña ”, cuyo nombre no recordaba. Vicente Yáñez Pinzón no participó en la travesía, reconstruyéndola de oídas. Descubierto el sur de Aheti y Beata, fueron al puerto de Acua y a unas islas despobladas, tocando en Cuba y Guanasa. Entraron con vigías en los mástiles, por miedo a los bajos, en busca de “lengua” . La prestó un tal Yumbera, probablemente cacique local, al que debieron capturar, pues ofreció "gran presente" de oro a los Colones, con tufo de rescate. En carta atribuida a Colón, fechada en Jamaica, al regreso, se dice que saliendo de La Española , batieron récord de lentitud en la mar, recorriendo 70 leguas en 60 días.
Los indios “principales” que embarcaron en Guanasa, en calidad de pilotos prácticos, hablaron a los castellanos de Çiguare, provincia rica en oro. En población principal, a 10 jornadas de donde se encontraban, celebraban feria y mercado. Había naos armadas de bombardas, en la que viajaban caballos y jinetes. Peleaban protegido por corazas, interrumpiendo la batalla a la puesta del sol. Retirados en tiendas primorosas, disfrutaban de veladas animadas, cubiertos por ricas vestiduras. Más allá de Çiguare, a 19 jornadas, estaba el Gran Río, que Colón tomó por el Ganges, sin barruntar que los guerreros con coraza, eran los hombres de Alonso de Lugo, conquistador de Berbería, entonces en el Cabo de Aguer., peleando con portugueses.
Juan Quintero Príncipe, marinero en el primer viaje, se equivocó al decir que dos navíos quedaron en Guanasa, anegados, pues no se perdió barco en la isla, que estaba "en medio de la Mar Pequeña " . Navegadas las 12 leguas, que la separaban de la costa "del Asia", tocaron en Maya. Según Pedro Coronel no bajaron a tierra , temiendo a lo bajos, por lo que no pudo precisar: "en lo de la gente, no sabe si eran jodios, salvo que heran indios" . Según Vicente Yañez arribaron a la provincia, gobernada por el Cacique Camarón. Siguiendo al oeste hasta el fondo del golfo, descubriendo Guanajes. Bartolomé Colón saltó a tierra, pendón al viento, tomando posesión. Regresó a bordo con "hombre principal" , embarcado de grado o por fuerza, que sirvió de piloto Subieron al norte con la costa a la izquierda, en busca de Catayo. Rescatado algo de oro cambiaron de rumbo, redescubriendo Cataski, el Puerto Real de la Española , donde metieron a Colón los indios , que fueron a buscarle de parte de Martín Alonso Pinzón, al término del primer viaje.
Siempre al sur se detuvieron en el Cabo Bojador, llamado por Colón Cabo de Gracias a Dios. Bajando entraron en “tierra de Canarias”. Fondearon en puerto Çerabaro, no dejando Colón entrante ni río por descubrir, buscando paso “al otro mar” , que permitiese llegar a las Islas de la Especiería , por aquella ruta. Aborígenes que supuestamente no habían visto blanco, se acercaban a las carabelas en canoas, para ofrecer oro, pidiendo a cambio camisas y bonetes. En Cateba, costa de Cartago, evitada por los mercaderes cristianos del siglo XIII, porque los naturales no consentían la presencia de infiel, el Cacique Quemado impidió desembarcar a los castellanos.
Habiendo prohibió a sus tripulantes rescatar oro, según acostumbraba, Colón no se privó. En Uriva según unos, Catay según otros, probablemente en los dos sitios, trocó 3 docenas de cascabeles, por 90 marcos de oro. Las Casas presenta el trueque, como intercambio de regalos. En Veragua descubrieron las minas de Acla. Había más oro que en "otras partes". Deslumbrados por el tesoro, ciertos testigos relatan toma de posesión literaria. Imaginan a Colón saltando a tierra, entre banderas y trompetas. A imitación de los cíclopes, cortó "árboles" con la espada, cavando la tierra a golpe de azada, acciones que los más adjudican a Bartolomé Colón. Testigo en 1536, que no asistió a los hechos, Rodríguez Simón, menciona cruces, alzadas en honor del Altísimo, no como signo de propiedad, a más de horcas, símbolo de la real justicia. Creando la figura del escribano mayor de la armada, le hace levantar acta vistosa, añadiendo que Juan Martinelo, clérigo de Palos, celebró misa en capilla, formada por velas de lona.
Ramiro Ramírez incluye anécdota, recogida piadosamente por los hagiógrafos del suceso. Habiendo capturado los marineros dos mozas, las subieron a bordo. Colón violarlas. Vestidas a la española, la devolvió a la playa, con intención de confiar a los indios. Acudieron a recuperarlas. Desnudándolas a vista de los españoles, olieron la ropa, antes de tirarla. Rodrigo de Escobar, quizá intérprete de lengua arábiga, enseñó perlas a los indios, preguntando si las había. Callaron que se criaban en costa cercana del Pacífico, probando conocer el continente, al indicar la parte de Paria. Francisco Farias no se entretuvo en curiosear. En compañía de Francisco de Porras, hombre de la reina, pasó el tiempo en las minas, acopiando oro.
Se dice que Colón quiso construir fuerte, dejando a su hermano con 120 hombres, que probablemente no llevaba, para guardar el oro. Alzados los naturales al saberlo, Colón se hizo a la mar Parece más plausible una segunda versión del suceso. Bartolomé Colón capturó canoa, con tripulación y carga, reteniendo a cacique local, al que llaman Yumbera, como al primero. Según Juan Moreno, era "viejo cano" , al que bautizaron con el nombre de Juan Pérez. Se dice que agradecido, hizo a Colón regalo en oro, probablemente rescate, como en el caso anterior. Esfumados los naturales, el Almirante dos canoas río arriba, por el Chagres, en busca de la otra costa. Los indios vengaron la afrenta, regresando el superviviente, amnistiado para que lo contase.
Comprobado el mal carácter de los lugareños, los conquistadores continuaron viaje, entrando en el río de Belén. Entraron en Puerto Gordo lloviendo. Dejando pasar el mal tiempo, dieron carena a la Gallega. Mejorado el tiempo, hubieron de abandonarla, porque al bajar el nivel del río, no pudo pasar la barra. En 1510 aún estaba el casco en la ensenada. La Vizcaína se anegó en Portobelo. El piloto se abstuvo de mencionar el incidente, porque la reflotaron Asomaron al Río Lagartos. A 10 leguas del Darién., se metieron en la rada de Retrete, estrecha y entre peñas. Los marineros descubrieron huellas de haber estado Colón. Hirsutos los naturales, mataron a un castellano. La desgracia les aconsejó hacerse a la vela, pasando la noche en islas bajas y despobladas, que estaban a una legua de la costa. Colón les puso el nombre de "Barvas". Según la historia oficial, las carabelas regresaron a Veragua, aguardando en el río a que pasasen las lluvias. Crecida imprevista sacó los barcos al mar , tan bruscamente que estuvieron a punto de perderse. Mandó el Almirante regresar al fondeadero, por no querer navegar en invierno. Terminada las lluvias, pasaron la barra con la quillas rozando la arena del fondo.
Los que estuvieron en el viaje, no hacen referencia al parón. Habiendo comprobado que no había comunicación, entre el mar del Norte el del Sur, siguieron la costa de Tierra Firme. Dejando Paria a popa, dieron con mercado conocido, quizá el de Mina o el de Çiguare, siguiendo al Amazonas o al Marañón, recorrido posible, pues estuvieron en la mar 14 meses, de abril de 1502 a julio de 1503. Indispensable la carena, incluso en el Mediterráneo, al no darla, por no repetir la mala experiencia de la Gallega , a 30 leguas del Darién, los cascos estaban tan comidos por la “broma”, que “se iban al fondo”. Emprendieron el regreso, con tres bombas achicando, en cada carabela. Esta vez la alarma de las tripulaciones, estaba sobradamente. Navegaron tan despacio, que algunos se creyeron en la Mar Grande , en ruta hacia España. Avistada Jamaica, enfilaron al primer puerto, deshaciéndose los barcos en la rada.
Terminado el viaje en julio de 1503, dice la historia oficial que Colón mandó nao a La Española , en busca de ayuda. Pero Alonso Pardo, escribano de Moguer, que en 1492, secuestró la Marigalante , por entonces en la isla de Santo Domingo, vio llegar a Diego Mendes, mayordomo del Almirante, en canoa tripulada por indios. Traía carta para el gobernador Nicolás de Ovando, pidiendo una carabela del rey y otra a cuenta del "descubridor", que le sacasen de la ratonera en que estaba. Enfermos, sin comida, enzarzados entre sí , en medio de una población hostil, que les desayudaba en cuanto estaba en su mano, no veían la hora de abandonar la isla. Bien recibidos los Colones por Ovando, en el curso de cena, ofrecida en su casa, el Gobernador mandó entregar 4.000 pesos a Colón, a cuenta de su décima, para que pudiese regresar a Castilla.
Entraron en Sevilla en el otoño de 1503. Fundada la Casa de la Contratación en enero, Colón rindió cuentas ante sus oficiales. Negado en la práctica, lo que prometieron los reyes en teoría, el Almirante inició pleito, que sería continuado por sus hijos. Comprendiendo que el haber recorrido islas, con licencia para "descubrir", para que los reyes se adjudicasen posesiones ajenas, quedó en servicio devaluado, al haberse revelado incapaz de conquistar, enarboló servicio, apreciado por Isabel. Cuando inició sus viajes, mercaderes y pescadores frecuentaban las Indias, sin intención de descubrir y aún menos de asentarse. Publicitarios sus viajes, cuando preparaba el último, "hasta los sastres" querían "descubrir".
Condicionados los pleitos colombinos por la alta política, en 1515 los oidores incidieron en la debilidad de Colón. Preguntados los testigo si el Almirante “sojuzgó” a los “indios”, los pocos que se atrevieron a responder, coincidieron. Arias Pérez, hijo mayor del difunto Martín Alonso Pinzón, dijo que habiendo sido Colón incapaz de conquistar Tierra Firme, se ocuparon capitanes, a sueldo de la corona. Diego Colón admitió que el padre fue dotado de medios, para aplastar a los indios. Al no saber usarlos, dio lugar a que los pobladores, recibiesen “muy gran daño”. El paleño Juan Calvo, poblador asalariado por la Casa de la Contratación , agregado a contingente que el obispo Juan de Fonseca, mandó a Isabela de Monte Juan, dijo que estando Colón en su Española, antes de haber "ganado" Tierra Firme, vio morir a muchos castellanos, a manos de los indios. Testigo de excepción, achacó la repatriación forzada del Almirante, a su incapacidad para la guerra, pues apenas fue alejado llegó "mucha gente armada", que dominó la tierra.
Isabel murió en 1504, en Medina de Campo. Aparcado Colón en Sevilla, su existencia se reduce a puñado de cartas, quizá apócrifas. Supuestamente hológrafa la que menciona a Vespucio, la caligrafía denuncia pendolista, adelantado a su tiempo. En 1506, anunciada la llegada de la reina Juana, Fernando le llamó a Valladolid. Enfermo a poco de llegar, se manifiesta igualmente adelantado en el testamento, pues llamó "testamentarios" a los albaceas. Fallecido en fecha indeterminada, el cuerpo quedó depositado en el convento de San Francisco. Cieza de León, que a los 13 años soñaba con Indias, cuenta que habiendo traído Diego Colón los huesos del padre, asistió al entierro en la Cartuja de Sevilla, viendo inhumar los restos del “descubridor” en la capilla de los Lujanesa, compartiendo la sepultura principal, con los fundadores. En la vorágine de la Desamortización del siglo XIX, el cenobio fue transformado en fábrica de cerámica. Disparada la fiebre de la higiene, los huesos en presencia fuesen desahuciados, parando en fosa común del cementerio, o en el muladar más próximo.
La exposición de 1929, primer real intento de crear una Commonwealth a la española, hizo necesaria la presencia del "Descubridor". Cuestión de estado encontrar los restos, historiados dilectos se lanzaron a localizarlos, haciéndolos viajar en los baúles de una Toledo, en el siglo XVI, para ser sepultados en catedral antillana. Lanzada la novedad, se disputaron el honor las de Santo Domingo y la Habana. Si caer en que la revuelta de los negros de Haití, la sufrieron los franceses, se supone que para salvar los ilustres resto de la barbarie, fueron llevados a la Habana. Preferida la candidatura de Santo Domingo, cambiando de idea, concluyeron que no fueron sacados de la catedral. Costumbre enterrar a todo hijo de vecino en la iglesia y a los notables en el presbiterio, exhumados huesos ubicados en lugar de honor, fueron remitidos a España, con destino al anacrónico mausoleo, de la catedral de Sevilla. Embalados sin profesionalidad, los que asistieron al acto, restringido y solemne, de la apertura del ataúd, observaron sobra tibias y falta de menudencias. Sembrada la duda, la tumba de Colón se sumó a las interrogantes, que al crear un halo de misterio, prestan credibilidad a la patraña, poniéndola a resguardo de investigación concienzuda. Isabel la Católica no nombró al marido regente del reino. Dejó el gobierno al cardenal Cisneros, probando que no buscaba la unidad peninsular. Tampoco Fernando. Negó de plano el sueño centralista, casó en 1506 con Germana de Foix, haciendo cuanto pudo por tener descendencia. Consiguió hijo varón, que murió al poco tiempo.
Entretanto Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solis, cerraban el ciclo de los “descubrimientos” , con un segundo "alto viaje". Saliendo de Palos "por mandato de S.A.", se dirigieron a "sotavento" de Isabela. Rebasada Guanasa, tocaron en la costa de Camarona, "adelante" de Veragua, subiendo por tierra que "no había registrado" Colón, hasta los 23 ½º. En vida del Almirante y en los años que siguieron a su muerte, muchos fueron a "descubrir" en Indias, dotados de las debidas licencias. Juan Bermúdez, bautizó la Bermuda. El piloto paleño, Alamillos, regresó del imperio mejicano con tierra “dibujada” , cargado de "señales" , de haber estado en la tierra. Unos lo borran de la historia. Otros le mencionan como piloto de Cortés, que al haber nacido extremeño, nada sabía de la mar.
García Cansino, "descubridor" en Tierra Firme, confesó que habiendo ido tantos la descubrir, no podía recordarlos, añadiendo que de no haber muerto el obispo Juan de Fonseca, fallecido, según la historia, en 1524, podría citarlos desde el primero, pues otorgaba las licencias, apuntando los "descubrimientos" en el "padrón" y los libros, a nombre del descubridor, siendo de lamentar que libros y padrón, se perdiesen con el prelado. Un Juan Díez declaró que habiendo traído “tierra dibujada”, fue inscrita en el padrón real. Antón Quintero y Cristóbal Serrano, habituales de Berbería, no se metieron a descubridores, pero estaban enterados de que las Indias eran isla inmensa, con múltiples islas menores, que fue propia de los naturales, antes de "descubrir" Colón. Las circunstancias que siguieron, agigantaron la figura del genovés, desdibujando las que se movieron en su entorno. Recordados "conquistadores", que no supieron navegar, Pedro Alonso Niño, piloto mayor en el primer viaje de Colón, que repitió en 1493 y 1494, "descubridor" de la Perlas en 1497, al haber fallecido antes de 1511, fue recordado entre los navegantes menores, por el onubense Gonzalo Martín, no tardando en ser olvidado.
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