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1507 Inventario. Indias Guinea
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1507 Ingenios y azúcar en Gran
Canaria y Tenerifa
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Fracasado el intento de centralizar el tráfico de Berbería, Indias y Canarias en la bahía de Cádiz, puerto peligroso con poniente y levante, a 14 de enero de 1503, los Católicos crearon réplica de la "Casa da Mina" portuguesa. "Casa de Indias" en origen, de la “Contratación” poco después, quedaron bajo su autoridad los territorios en que la corona tuvo el quinto, impuesto de origen musulmán. Eran entonces las Islas de Indias, Canarias, Santa Cruz, la Mar Pequeña , Berbería, África, y Cabo de Aguer, con la ciudad de Tagaoz, topónimos que comprendían las Antillas, Tierra Firme y el Levante americano, entonces Gomera y Hierro por los castellanos; Madeira o Cabo Verde para los portugueses, hasta Parnaiba, "primera" bahía de Brasil, "contra" o junto a Guinea, en cuyas inmediaciones estuvo la Primera Cruz.
Ubicada la "Casa" en Sevilla, tuvo por precedente a los “receptores del quinto de Guinea”, cargo ocupado en 1470, por Antón Rodríguez Lillo y Gonzalo Coronado, regidor de Ecija. A su cargo expedir licencias , para "rescatar" en Guinea y Berbería. Receptores de fianzas, expedían licencias para “rescatar” , con seguro adjunto, repartían la "avería" o gasto de Estado, cargando porcentaje proporcional a las mercancías, que transitaban por los puertos, percibían el quinto y nombraban a los escribanos de raciones o "receptores de la corona", encargados de llevarlas cuentas del rey , en los navíos, escapando a su competencia la expedición de licencias, para emigrar y residir en Berbería, exclusiva de los monarcas, como vimos en el caso de los musulmanes granadinos. A diferencia de los antiguos receptores, los oficiales de la Contratación , sumaron a estas competencias, las de promocionar y autorizar poblamientos, descubrimientos y conquistas, repartir tierra y minas, en propiedad, arrendadas o explotación directa, autorizar y controlar factorías, regular el comercio, administrar géneros estancados, convocar y fletar flotas y armadas.
Sometido cuanto tocaba al continente americano a la Casa de la Contratación , sería causa primera de la desaparición de la industria pesquera, la ruina del gremio de mercaderes y la destrucción de la marina mercante, en menos de un siglo. Origen de la "avería" fondo común, depositado en el capitán mayor, para enfrentar imprevistos de la travesía, al tomarlo la corona bajo su control, se cambió en impuesto especial, al que se cargaron todos los gastos, relacionados con la navegación y los puertos del Atlántico, a los que se sumaron los dimanantes de la colonización. Pagaba la “avería” las armadas de la guarda de Indias, los navíos fletados por la corona, incluidos los barcos de avisos; fuertes, torres, guarniciones y destacamentos de soldados; factorías, fundaciones y conquistas; costo de la administración, del último funcionario al virrey; el flete de almirante y capitana, con cuantos dimanasen de las flotas, a más de los gasta y salarios de la Casa de la Contratación , refugio de paniaguados y parientes ineptos. Reducido el margen beneficiario por la carga, las empresas medianas y menores, desaparecían al primer incidente, saliendo seriamente debilitadas las grandes firmas.
Formaron la primera cúpula de la poderosa institución. el doctor Sancho de Matienço, canónigo de Sevilla, nombrado tesorero, Francisco Pinelo, a título de factor, siendo lugarteniente Ximeno de Briviesca, contador de la Armada de Indias. Completaba escribano, encargado de dar fe de los acuerdos y acción de la "directiva". Creado el aparato burocrático, los reyes mandaron hacer almacén, junto a las atarazanas de Sevilla, donde había suelo sobrado, para custodiar las mercancías desembarcadas o que se habían de embarcar. En carta de 18 de marzo, los responsables de la Casa hicieron saber a los monarcas que no se construía en aquella parte, porque se anegaba a la menor avenida del río. Imposible conservar las mercancías, en sitio tan húmedo, aconsejaron aprovechar la casa de los Almirantes, a espaldas del Alcázar Viejo. Abandonada, bastaría vaciar el interior, preservando los muros, para contar con almacén en sitió óptimo.
Quisieron los Católicos dotarse de barcos propios, para "rescatar" sin pagar fletes, ni pasar por embargos, disuadiéndoles los oficiales. Al no respetar el castellano los bienes ajenos, los "mareantes" descuidarían los cascos, dilapidando desconsideradamente pertrechos y bastimentos. Marineros sin barco propio ni mejor ocupación, prolongarían las travesías, multiplicando gastos, ahorraba el embargo, sin más costo que el de salarios y fletes moderados, fijados por la corona, sin que el uso mermase las existencias, pues el propietario se encargaba de cuidar navío y pertrechos, abreviando la travesía en lo posible, para regresar a ocupación más rentable.
Urgente reorganizar "tratos" y “rescates”, desordenados por el cambio de sistema, los oficiales respondieron que no habría dificultad en lo "descubierto" por Colón, Las Perlas y el “descubrimiento” de Bastidas, territorio conocido, pero habiendo estado cerradas las radas de Santa Cruz, la Mar Pequeña , Cabo de Aguer y la Berbería , quedando reducido el trato a la exportación de trigo, cebada, aceite y vitualles sin valor, ignoraban las apetencias de la demanda y la ubicación de embarcaderos y puertos, siendo incapaces de situar el conjunto en el espacio. Anunciada la llegada de Antonio de Torres, gobernador de Gran Canaria y alcaide de torre de la Mar Pequeña , con larga experiencia en Berbería, le aguardaron con impaciencia, para recabar información, pero quiso la mala suerte que se anegase entrando en la bahía de Cádiz, perdiéndose con el barco. Incierta y contradictoria la información, facilitada por los mercaderes, habituales del predio, los oficiales buscaban a criado del difunto, residente en Santa Cruz, del que tenían noticia por había hecho pedido, de paños y otras cosas, queriendo “experimentar” el trato, lamentando ignorar el nombre y la ubicación de la factoría. Ganando tiempo, procuraban localizar a "un Cristóbal de la Puebla ", residente en la Canaria , asesor de Torres en sus principios. Comprendiendo que la provincia sería problemática, los reyes quisieron arrendar la explotación de la Mar Pequeña , a la manera en que el rey de Portugal arrendaba Guinea, confesando los oficiales que no sería fácil, pues pese a la construcción de la torre en Santa Cruz, útil como almacén y refugio de los que iban de cabalgada, el "trato" de aquella parte, no estaba en mucha “estima”.
Desde los tiempos en que las Indias se llamaron Guinea, la corona monopolizó oro, plata, piedras preciosas, perlas, aljófar, tinturas, maderas tintoreras y “mou” o brasil. En abril de 1503, Isabel sumó al pastel y su derivado el añil. Fallecido Gonzalo de Cárdenas, puso bajo tutela de la Contratación la orchilla de Canarias y de las "partes comarcanas” de África. Arrendada la de Cabo de Aguer al burgalés Diego Castro, los oficiales de la Casa le prestarían protección, castigando al que intentase hacer de orchilla sin licencia, a la espera de organizar los caóticos rescates de Tagaoz. El 30 de junio se inauguró el almacén de la Contratación , a espaldas del Alcázar Viejo, quedando reservado el muelle de las Muelas, a las mercancías de la Casa. Nombrado Alonso de Escudero gobernador de "Canarias y alcaide de Santa Cruz de la Mar Pequeña ", en mayo de 1503 quedaron a su cargo los rescates de Berbería, la Mar Pequeña y la torre de Santa Cruz. Se preparaba a recorrer la provincia y las factorías, averiguando los gustos de la clientela, para hacer pedido a la "Casa de las Indias", cuyos oficiales habría de proveerle, recibiendo el producto de los rescates, pero falleció sin haber salido de su casa.
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1503 Trigo para los lugares del Rey de Portugal en Allende |
Como cada año, carabelas esteradas, con carga de trigo, cebada, aceite, garbanzos y habas, zarparon de la Foz del Barbate, con destino a las Islas del Cabo de Aguer, o "lugares de Allende del rey de Portugal" . Año de escasez, prohibida severamente la exportación de grano y obligado pasar por el control de la "Casa de Indias", para navegar a Bebería, Juan de Guzmán pudo violar todas las leyes, porque controlaba puerto discreto, aislado del interior por caminos intratables, manteniendo en Sanlúcar el tráfico habitual con los puertos del Xarife, no queriendo poner en entredicho el derecho ancestral de la villa, a mantener comunicación directa con Berbería. Descarada la rebeldía, en enero de 1504, se inició nuevo pleito fiscal contra el duque de Medina Sidonia y Sanlúcar, con intención de erradicar las libertades comerciales de la villa, privando al señor del control de la aduana. Llamados a declarar mercaderes, habituales del puerto de Barrameda, en Bonanza, frecuentado por extranjeros, en especial ingleses, afirmaron a coro que ni aún temporalmente, se había interrumpido la comunicación con las Islas de Indias y Berbería, de memoria de hombre.
Cerrados los puertos menores, sin mediar juicio ni sentencia, Sanlúcar hubiese corrido la misma suerte, de aliarse la naturaleza, en defensa de su derecho. Comprobado que la real voluntas, carecía de fuerza para modificar el río, al ser peligroso remontar el Guadalquivir a carga completa, aún siendo pequeños lo navíos, los Católicos hubieron de inclinarse. Prefiriendo achacar la rectificación a los tribunales, que al tropiezo con obstáculos objetivos, despreciados por ignorancia, reconocieron el derecho de Sanlúcar. Instalado apéndice de la Casa de la Contratación , junto a la barra del Guadalquivir, el “puerto” de Zanfanejos quedó reservado a la carga y descarga de los navío de las "islas de Indias", Tierra Firme, Canarias y Berbería. Pedro de Añasco, regidor de Sanlúcar, amigo personal del Guzmán, que le llamaba "primo", sería el primer factor de la corona.
El rey de Portugal, los de Castilla y los mercaderes fuertes , tuvieron factor en Safi. El del duque de Medina Sidonia se llamó Anfreon Catano. Trocaba aceite, cereales y paños, por cueros, esclavos y algo de oro. Conocido el Guzmán en las Islas de Cabo Verde, como tratante en grano, su factor en Canarias era Martín Alemán. Recibía acero y paños, remitiendo madera, azúcar, compotas, vino de malvasía y halcones. Factores en Inglaterra, Flandes y Bretaña, proveían de paños y otras cosas a Sanlúcar. Muerto el duque en 1507, entre sus objetos personales se consignaron tejidos de plumas, azagayas y curiosidades, de Guinea, Indias y Berbería.
La colonización concentró el tráfico en la Península , pero también en Indias. Reunidas las mercancías en radas confortables, innecesario pasar barras y remontar ríos, para llegar "minas" o "rescates", únicamente los pescadores y boneteros de Toledo, que los fabricaban pardos y rojo, ofreciéndolos por los puertos del Xarife, con lencería de Holanda y tabaco, continuaron fieles a la chalupa y las pequeñas carabelas. Paralela la rentabilidad del viaje, a la capacidad de carga, los mercaderes aprovecharon la comodidad, para aumentar el arqueo de los cascos. De los 45 toneles, que alcanzaban los mayores del siglo XV, las carabelas, dedicadas al tráfico con las Islas de Indias y Tierra Firme, alcanzaron una media de 100 toneladas, aumentada a las 250, en el reinando Carlos V, para dispararse hasta las 1.000 del galeón, bajo Felipe II.
Olvidada la barriada de Cazaza por lo que ocuparon Melilla, en 1504 los Católicos quisieron completar el Tratado de Tordesillas, ofreciéndola al Guzmán en señorío, con título de marqués adjunto. Ejecutado el servicio, Isabel, a las puertas de la muerte, debió temer por el porvenir de su hija Juana. Barruntando que Fernando no cedería el control de Castilla, quiso procurarle leales. Sabiendo que lo era poderoso Guzmán, le atrajo restañando heridas. A 4 de octubre, apelando al "poderío real absoluto", nueva modalidad del "propio muto", le perdonó el “crimen de incesto”, restituyéndole en la posesión de los bienes incautados, falleciendo la reina el 25 de noviembre de 1504, sin haber sido ejecutado el mandato.
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1504 Octubre 4 Medina del Campo. Perdón de incesto y devolución de bienes |
Aprovechando la desconfianza que un rey extranjero, educado en corte contraria a la Inquisición , inspiraba al regente, Cardenal Cisneros, Fernando se alió con el clérigo, para conservar el poder. Buscando fondos a corto plazo, con vistas al futuro, acusó a los caribes de "sodomíticos", caníbales y sucios, condenando a despojo, esclavitud o muerte al americano, que invitado a recibir el bautismo, no lo pidiese a “grandes voces” , manifestase arrepentimiento de culpas pasada. Publicada la provisión, siguió matanza en indios, que procuró a los conquistadores y a la corona, cosecha apreciable de oro.
Retenidos Juana y Felipe en Flandes, por cuestiones internas o deseando asegurar su entrada, no estando seguros de que Fernando les deparase buen recibimiento, se protegieron desde Bruselas, nombrando capitanes generales, en la esperanza de que controlado el país antes de su llegada, pudiesen desembarcar en seguridad. Nombrado en Galicia el conde de Lemos, en Andalucía lo fue Juan de Guzmán, por nombramiento de 25 de octubre de 1505. Bajo su autoridad Andalucía, de los Algarbes a los confines de Granada, lo estuvo el Mar Océano, sus puertos y cuantos navegasen. Autorizado a retirar de las cajas reales, las cantidades que considerase oportuno para levantar huestes y fletar armadas, quedó advertido de que no habría de obedecer al rey de Aragón, al cual mandó la reina abandona Castilla, pasando a su reino.
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1506 Fragmento de la posesión de Mogodor |
Enterado Fernando de que la hija se preparaba a marginarle, tomando el poder, quiso procurarse armada, sin desembolsar un maravedí. Dejando la inversión a los vasallos, quiso otorgar licencia general, para practicar la cabalgada. Habiéndola prohibido poco antes, el hábil aragonés eludió el desgaste de la contradicción, acudiendo a la voluntad popular. Para poder fingir que cedía a la presión de la calle, ordenó encuesta. Preguntado canarios y andaluces, si el rey debía levantar el “seguro”, que dio "a los moros” de “Berbería”. La afirmación fue unánime y argumentada. Vedada la caza de esclavos por el Adelantado de las Canarias, para construir en paz las torres de Tagaoz y Nul en el Cabo de Aguer y crear factorías, comercializando negros en su provecho exclusivo, las Canarias quedaron arruinadas. Abierta la veda de la Berbería , “del cabo de Aguer hasta el de Bojador" , a 90 leguas del puerto de Gran Canaria, el rey podría disponer, por vía de embargo, de barcos, caballos, armas y hombres avezados en la guerra, prácticos en la cabalgada, incentivando los "rescates" y poblamiento de la Mar Pequeña , pues sometido los "moros" de fuera del término, al riesgo de ser capturados, acudirían con su oro y mercancías a la torre de Santa Cruz, trasladando su residencia al término, contentos de pagar paria, a cambio de disfrutar, en seguridad, de sus personas y pertenencias. Autorizada la guerra contra el infiel, en noviembre de 1505, canarios y andaluces regresaron a la parte de “Allende” y el reino de Meça, practicando la trata, con las restricciones habituales: podrían "saltar" al norte del Río de Oro, pero no al sur, a la parte de Guinea. Mediado agosto, el gobernador de Gran Canaria recibió poderes, para reanudar los rescates en Berbería, la Mar Pequeña y la Torre de Santa Cruz.
A punto de desembarcar Juana, Fernando continuaba en el reino. Temiendo lo que pudiese suceder, el duque de Medina Sidonia se preparó a la guerra, exigiendo la entrega de Gibraltar, en cumplimiento del mandato de la reina. Se negó el corregidor de Jerez, obedeciendo a Fernando. Reunida la hueste, el Guzmán puso al frente a su yerno, Pedro Girón, mandándole sobre Gibraltar en compañía de Enrique, primogénito de la casa, sin más utilidad que la de prestar fuerza moral, pues tenía 11 años. La plaza debió ser recuperada, pues el alguacil mayor de Gibraltar aparece, en nuevo acto de posesión, de las Islas del Cabo de Arguer. Apoderado el genovés Juan Bautista, a 19 de mayo de 1506 desembarcó Gurgarti. Recibido por el señor del lugar, rodeado de alfaquíes y jeques, tras admitir veleidades pasadas, declararon nulos los vasallajes dados a terceros, desde 1496. Recibido el Guzmán como señor, en nombre de las generaciones presentes y venideras, fue autorizado a construir fortaleza donde mejor le pareciese, recibiendo rehenes, a retener hasta que estuviesen terminado los trabajos.
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1503 Oro de Indias |
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1503 Esclava canaria comprada a Mateo Viña en 1497 |
Hechos los juramentos de rigor, a la manera del Islam, los naturales del predio prometieron hacer la guerra por el Duque, donde quiera que les llamase, cerrando el acto el consabido paseo del pendón rojo, con las calderas, al grito de "¡Niebla, Niebla!". El 28 Juan Bautista desembarcó en Aytudel, "reino de Marruecos", en cuyo término estaba la isla y cabo de Mogodor. Representantes de diferentes provincias, comprendidas en las islas del Cabo de Aguer, repitieron el acto, anulando juramentos anteriores, prestados a Manuel I de Portugal, en 1497, y a la Católica en 1499, antes de jurar fidelidad a los Guzmanes, para siempre jamás, por "Mahomat e por mi Alcorán e Alquabra" . No alude al acto la historia oficial, pero sitúa en 1506 la conquista de Mogador, por el rey de Portugal. Ignorando que tanto Mogador como la casa fuerte de Agadir, estaban en el Cabo de Aguer, se dice que habiendo introducido la caña dulce en Agadir, la llevó a la "isla de Mogodor", donde construyó fortaleza.
Desembarcados Juana y Felipe en Galicia, el Católico se presentó en la corte, disimulado de necesidad. Cuenta la leyenda que el viaje culminó en reconciliación familiar, pero no hay indicio de se entrevistase con la hija o el yerno. Lo probable es que planificase con Cisneros el futuro de Castilla. Pasando por Aragón siguió a Nápoles, queriendo estar lejos lo más lejos posible, cuando sucediese lo que había de ocurrir. Felipe de Habsburgo murió en Burgos, el 15 de septiembre de 1506, víctima de "landre" oportuna. Recibida la noticia, el Católico regresó a uña de caballo. Neutralizada Juana, recuperó el poder. El intento de mantener Galicia por la reina, hizo del conde de Lemos levantisco, alzado contra el arzobispo de Santiago. El del Guzmán andaluz en pataleta, por haber sido privado de Gibraltar. Coinciden crónicas y documentación en que abandonó Sevilla a uña de caballo, huyendo de "landre" selectiva. En contra de la costumbre, la peste respetó a los pobres, cebándose en los miembros del cabildo, los más, conversos recientes. Tan deprisa se alejó el Guzmán del contagio, que habiendo perdido tapadera de plata, no se detuvo a recogerla.
Mataba el Guzmán el tiempo, incordiando desde una periferia rural, en la que hubiese podido mantenerse indefinidamente, pero cayó en trampa para neófitos. Afectado por estúpida vanidad, que hace perder el sentido de lo real, creyó que Sevilla, volcada a la causa de la reina, le aguardaba con los brazos abiertos. Según Bernáldez, entró en la ciudad con hueste y fanfarria, supuesto que no corrobora la documentación, pero es evidente que la “landre”, le atrapó de inmediato. Resalta el cronista que: antes de morir, a 10 de julio de 1507, recibió sacramentos administrados a todo hijo de vecino, de grado o por fuerza.
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1507 "Almaiz" de Indias, sembrado en Vejer |
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1507 Mercancías de Indias. Bastidas. Sobrante |
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1507 Esclavos de rescate. Cabo de Aguer |
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1507 Oro de alquimia, cuentas de cristal, muestras Calicud |
Juan de Guzmán testó a 12 de julio, en postura insólita en enfermo terminal, pues lo hizo de "hinojos" o de rodillas, entrando en lo posible que portase el sambenito de estameña, inventariado entre sus pertenencias. En el preámbulo pide viático y extremaunción, con palabras que atufan a inquisidor presente, pues a más de abjurar de toda herejía, pidió perdón por sus muchos pecados, antes de suplicar los sacramentos, con humildad. Terminado el discurso preliminar, pasó al terreno de lo práctico. Recordó al hijo la deuda del "Adelantado" Alonso de Lugo, pendiente pues lo prestado para la conquista de Tenerife, superaba lo recibido, señalando los impagos del obispo Juan de Fonseca. Pidiendo perdón, caso de haber incurrido en pecado, por haber tratado y permitido tratar, desde el puerto de Sanlúcar, “en Berbería con los moros”, reafirmó que se había limitado a preservar los derechos de la villa, mandando al hijo informarse de los pormenores preguntando al franciscano, que tenía por confesor, cuyos consejos debía seguir, cuidando de que los tutores pagasen al mariscal Hernán Darias Saavedra, lo acordado para que la Casa de Guzmán, conservase derechos, contemplados en determinadas "escrituras".
En manos de la corona la mitad de Palos, la participación en el señorío, perdió toda efectividad. Velando por la continuidad de las exportaciones de grano al Cabo de Aguer, no se abandonaría la fundación de pueblo, en rada próxima a Moguer, concertado a medias con los frailes de la Rábida. Estando al amparo de la poderosa orden religiosa, la corona no se atrevería a cerrarlo, quedando expedita la ruta de las Islas.
En amplia parrafada, el Duque se ocupo del tesoro, que tenía en la fortaleza de Niebla. Encomendada la custodia a Juan de Baraona y Gonzalo Fernández, "oficial de mis libros", harían juramento "de guardar el secreto de lo que allí hallaren" . Llegado el momento lo partirían a partes iguales, entre el sucesor de la casa, nacido de su primera mujer, Isabel de Velasco y su prima Leonor de Guzmán, la segunda, a la que dejó embarazada, con tres hijos por criar. Murió Juan de Guzmán el 14 de julio. Dos carabelas navegaban el mar de Poniente por su orden. En la una, con guardia de 30 ballesteros, viajaban 32 esclavos de rescate, que trajo Pedro Suárez de Toledo, rumbo al Cabo de Aguer. Quizá los rehenes, seguro de que la obra de la fortaleza, sería rematada sin oposición, La segunda, al cuidado de Rodrigo Bastidas y Fernando Caballero, llevaba mercancías a la Indias , habiendo dejado constancia zapatos, hebillas y sillas de montar "a la jineta". Obligados a dar cuenta al regreso, Jacome Dinarte la rendiría, de inmediato, del aceite, trigo, lienzo y otras cosas que llevó a Canarias, adjuntando relación detallada de las tierras, ingenios y tributos en azúcar, que tuvo el Guzmán en Gran Canaria y Tenerife.
En la Casa de la Contratación sanluqueña, se haría cargo de las mercancías, depositadas en poder de Añasco, con destino a Indias y Canarias, recibiendo partidas de tejidos de Flandes, con destino al trueque de ultramar, con destino al truque. En Vejer se tomaría del maíz, “que se trajo de Indias”, sembrado o almacenado, informando los tesoreros de Chiclana y Conil de la cosecha de grana o cochinilla, huésped de la chumbera, planta americana como el insecto, según Fernández de Oviedo. Entre las menudencias que dejó el difunto, encontramos “pedacitos” de oro auténtico y “de alquimia”; vidrios verdes para “contrafacer” esmeraldas, muestras destinadas a Calicud; cuentas azules, blancas y amarillas, para ltrocar en os rescates; tres penachos de plumas de avestruz, quizá atributto de los tres últimos señores, de las Islas de Aguer, como otras tantas caperuzas y "cadenitas", procedentes de Indias, tejidas con plumas de papagayo. Cinco cañahejas o bordones, parecen responder a las cinco provincias del Cabo, como llave de hierro de la puerta de la ciudad de Turtuma, a la que acompañaban cuatro de madera, como las usaban los aztecas, al decir del P. Sahún. De madera era llave de una de las puertas, de la Alcazaba de Sale, en el siglo XVII.
De Guinea procedía “ pinchel” , adornado con cuatro lagartijas y dos colmillos de elefante, comprados años atrás, de lo que quedaba uno, siendo de la misma procedencia piezas de lienzo negro de pita para sábanas, quizá muestra destinada a promocionar el producto. Propietario el Guzmán de biblioteca con más de 300 títulos y número apreciable de arcones, repletos de manuscritos, en la que estban representadas todas las disciplinas y temas, guardaba con reverencia "libros en ebrayco", que trajo Juan Barbero del Safi.
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1507 Cueros de onza muy viejos, de león y de anta curtida. Libros en "abrayco" procedentes del Çafi |
Mal avenida la familia, no se había repartido el tesoro de Niebla, en agosto de 1508. Llegado Fernando en Sevilla, Enrique de Guzmán fue llamando a los Reales Alcázares. En la versión de Barrantes, el rey le llamó al para deshacer su matrimonio con María Girón, hermana de Pedro Girón, marido de Mencía de Guzmán, que lo era del duque, para casarlo con Ana de Aragón, nieta del monarca, por vía natural. Dolido Pedro Girón por la ofensa, hizo creer al cuñado que el Católico le mantenía prisionero, consiguiendo que huyese a Portugal en su compañía. En verdad, lo que sigue apunta más a prisión, que a invitación cortés, pues Fernando hizo secuestrar las fortalezas del duque. Entregadas sin resistencia, Niebla sería la excepción. Tomadas villa y fortaleza por asalto, la tropa se repartió el oro, rapiñado a los vecinos, reservándose el rey el tesoro del duque.
La huella de Enrique de Guzmán se pierde en el archivo de la Casa de Medina, siendo probable que pueda seguir en el Archivo de la Casa de Osuna, trasladado del Archivo Histórico Nacional, al de la Nobleza de Tavera, en Toledo. Entra en lo posible que Enrique, llegado a Lisboa, continuase a su señorío en ultramar, embarcando quizá el mejor caballo, de los diez que dejó su padre, llamado Marruecos. Por curiosa coincidencia, según obra especializada, de mediados del siglo XX, en Venezuela se llamó Guzmanes raza de caballos, a los que se da por padre común semental, originario de Marruecos, importado por caballero andaluz, a principios del siglo XVI.
Enrique reaparece en 1510, apartado de la corte y enfrascado en cuestiones privados. Por extraña razón residió en Morón, en casa de su suegro, el conde de Ureña, donde falleció en enero de 1513. Último duque de Medina Sidonia, de la saga de los Guzmanes, señores de las Islas del Cabo de Aguer, no dejó heredero. En su testamento legó bienes, estado y dignidades a su hermana Mencía, esposa de Pedro Girón, favoreciendo revuelta sucesoria, a escala familiar. Al corresponder el mayorazgo y títulos, a su medio hermano Alonso, Girón puso en tela de juicio la legitimidad del segundo matrimonio del padre. Aprovechando vacío de poder, entre la muerte de Fernando y la llegada del Emperador, tomó posesión de Medina Sidonia en nombre de su esposa. Intentó repetir en Sanlúcar, que resistió por fuerza de armas. El Emperador restituyó al hijo de Leonor en sus derechos, pero el interregno permitió a Caballero y Bastida, vender las carabelas que llevaban en la carabela, en provecho propio. La duquesa dio poderes para rastrearlos, mencionando San Miguel y San Cristóbal, como poblaciones de Indias. En los años siguientes, muchos los servidores de los Guzmanes, que emigraron a Indias, de preferencia a Venezuela. En 1528 salieron la casa de Sanlúcar los esposos Quaresma, mencionados por Juan Castellanos en su “Elegía”, como "antiguos" de Coro.
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