1480 1 Metical de oro = 400 maravedís

La administración portuguesa

Media docena de cartas, recogidas en el apéndice de la obra "España en el África Atlántica", de Romeu de Armas, nos ponen en contacto con una forma de colonización olvidada, ayudándonos a ubicar las plazas, pese a situarlas el autor, en la costa occidental de Marruecos y la de Mauritania. Ocupado por los reyes de Portugal el vacío de poder, que acompañó al cambio de dinastía en Marruecos, las factorías perdieron el carácter de puertos colonizados, adquiriendo la corona de Portugal peligroso matiz de autoridad protectora.

Voluntario el vasallaje de la población, probada su lealtad, Manuel I abandonó la aduana de Arguim, en contorno esquilmado, por presencia prolongada de mercaderes portugueses, creando la de Santa Cruz del Cabo de Guee o Aguer, en puerto frecuentado. La presencia en Lisboa del factor del Safi, consultado por rey, dio lugar a carta, fechada en febrero de 1510, particularmente explícita. Tenía el factor barco cargado de pimienta, producto de su factoría, en Flandes, que se vendería en un millón de reís. Invertido en paños, el stock sería suficiente, para “rescatar” durante un año. Los hubiese preferido flamencos, por tener precio fijo, pero moros y alárabes los querían ingleses, de “fineza” determinada y colores concretos. Preferido el azul oscuro, seguían el verde y el rojo, siendo moderada la demanda de paños de amarillos. Concretos los gustos de los naturales, probado que no andaban desnudos, "anseses" y "antonas" , tenían salida asegurada. Vendida la pieza entre 18 y 20 meticales - oro, aunque bajase a los 16 meticales, la pieza dejaba un beneficio de 3.290 reís, incluyendo el costo de fletes y riesgos. Las piezas menores, a 1'5 o 2 meticales, dejaban 300 reís por unidad, siendo preferidos los paños redondos. Para abastecer el Cabo, bastarían 100 piezas de antonas y 2.000 menores, de la mejor calidad, pues de ser inferiores, no podrían competir con los paños de Inglaterra, que desembarcados en "Callez" y otras provincias de Castilla, entraban en Berbería, muy contra la voluntad de los portugueses.

Los desordenes internos en Marruecos, favorecieron la penetración portuguesa, pero asentada, perjudicaron a las factorías. Ignacio Martines, mercader portugués, residente en Taludamte, anunció nueva guerra civil, consecuencia de las preferencias filiales del Xarife. Queriendo hacer rey del Sus al hijo menor, nombró al primogénito justicia mayor, por ser cargo incompatible con la corona mencionada. La patada hacia arriba no fue apreciada por el beneficiaro. Alzándose llamó a la gente de guerra. Le siguió, dejando Fez la Nueva indefensa, debilidad que aprovecharon franceses y castellanos, para instalar factorías en el Cabo de Aguer y sus inmediaciones. Moderada la actividad de los "corsarios" franceses, los españoles la desplegaron admirable. Los hermanos Pardo, de Burgos, exportaban 600.000 cruzados de azúcar, al año. Libres de impuestos los géneros importados, por ser de contrabando, los factores del rey y los mercaderes, que negociaban a través de la factoría, no podían competir. Perdida la clientela, pidieron al rey que les dejase intervenir. Al no tener las factorías "clandestinas" más protección que 10 o 12 moros mal armados, se podían ocupar sin dificultad. Pocos y conocidos los puertos practicables de la costa, de ocupar la corona de Portugal las factoría, tendría red comercial en Berbería, más extensa y rentable que la del Xarife·

1489 (1474) Cabo Aguer Carabelas con meticales y esclavos

No escuchó Manuel I el consejo, proliferando el contrabando. Los alemanes no solían encontrar aquellos mares, pero oficiales de Santa Cruz encontraron urca, con el pasaporte del Emperador. No la detuvieron, porque se consignaba carga de paños. Pero trocó estaño para bombardas, por azúcar. Siguiendo a nao francesa, con carga de clavo y especies, géneros estancados por la corona, se dio con Lopo Martines, mercader de Tavira, criado de Duarte Alvares, mercader residente sede en Lisboa. Despachaba cada mes barco a Francia, con azúcar otros géneros de Berbería. Se supo que Alvares vendió barco de armada portugués, capturado por los corsarios del capitán Barbote d'Alcunha, bretón propietario de firma dedicada al corso, con sede en La Rochella. Buen profesional, hizo cortar la cabeza a los tripulantes, con excepción de un niño, que paró en Francia con el navío.

Terminada la fortaleza, sin asomar los caballeros portugueses anunciados, Sequeiras se dedicó a la trata. Capturaba vasallos del rey de Portugal, a los que remitía al mercado de esclavos, de no poder pagar rescate Explotados sin piedad y maltratados, los de Meça escribieron a Manuel I, "rey de dos continentes y de los climas de las Indias". Renovando el vasallaje dado en 1497, le recordaron las perdidas enjugadas, cuando expulsaron a Fernández de Lugo de la Casa de Agadir. Bien recibido el factor, por complacer al rey, le prestaron su ayuda, para que pudiese construir casa fuerte, sin sospechar que serviría para reducirles a la condición de hazmerreír. Los musulmanes que permanecían bajo obediencia del Xarife, se burlaban de los se pusieron bajo la protección de cristiano, para perder la dignidad con la libertad, viéndose en situación, que esperaban solucionase de inmediato.

Embajadores debidamente acreditados, entregaron la carta en mano en Lisboa. Estando los vasallos sobrados de razón, Manuel I dirigió carta contundente a Sequeiras. El jeque mandó copia al factor, que respondió con golpe de mano. Cuadrilla de árabes a su servicio, robó esclavo negro. Recabando la ayuda de portugués, avecindado entre los alárabes, se dirigieron a Sequeiros "en escritura de cristiano", en la esperanza de que entrase en razón, pero pertenecía a la especie, que solo entiende el lenguaje de la fuerza. Sin principio y dotado de entendederas limitadas, se negó a devolver al negro, mandándole a Madeira, para que no pudiesen recuperarle. Comunicado el nuevo exceso a Manuel I, al no estar en situación de hacerse obedecer, omitió la respuesta. Envalentonado Sequeiras, enterado de que judío rico y respetado iba a la tierra de los Beni Tamer, en compañía de musulmán, mandó cuadrilla a capturarle. Murió el musulmán al defenderse. Encerrado el judío en calabozo de la torre, Sequeiras pidió rescate.

Creyendo que se puede regresar a un estado de derecho, desde la tiranía, si mediar violencia y sacrificio, diez caballeros alárabes de Meça, con jeque al frente, portador de la carta de Manuel I y el estandarte de Portugal, se presentaron a la puerta de la fortaleza. Invitados a pasar, Sequeiras hizo traer al judío. Tras obligarle a renovar el juramento al rey de Portugal, se dignó a escuchar la lectura de la carta y las razones del jeque. Replicó explicando que habiendo ganado la tierra y construido el fuerte, con su brazo y dinero, no reconocía más autoridad que la suya. Despachados los alárabes, clavaron la carta del rey en la puerta de la fotaleza. Albergados en ruina próxima, el real estandarte puesto en una lanza, aguardaron tres días. Al no haber respuesta, pagaron los 30 meticales y los “grandes volúmenes de los libros de los judíos", en que se fijo el rescate..

Corrió entre los musulmanes y genoveses de Meça, que Sequeiras no se sometía a Manuel I, escribiendo los alárabes al rey, por tercera vez. Recordaron que habiendo vivido en libertad, pudiendo comerciar por toda la tierra, desde que le dieron vasallaje vivían en la zozobra, Antiguos aliados les acosaban, habiéndoles perdido generalmente el respeto. Mercaderes que arrendaron la barca de Diego de Mouta, para ir a Safi a comprar, fueron despojados en ruta por castellanos. Al no poder acudir a Sequeiras, pidieron ayuda a caudillo musulmán. Recuperó el motín, pero perdieron, porque repartiéndolo en justicia, dio una parte al barquero, reservándose un tercio por el servicios. Ricos y profesionales, los mercaderes doblaron la puesta, comprando mercancías para cargar dos barcas del mismo Mouta, siendo robado nuevamente al regreso, por diferentes castellanos.

Traidores a su fe para los musulmanes, “objeto de burla”, por confiar en cristiano, anunciaron al rey de Portugal, que no poner remedio, le devolverían estandarte, carta y las llaves de la casa de Agadir, para que hiciese lo que tuviese a bien, por ser suya, recuperando la libertad de buscar señor, judío o musulmán, que les devolviese el respeto perdido. Llevó la carga a Lisboa Sancho de Vargas, castellano residente en Canaria. Al surtir no efecto, a 6 de julio de 1510 , los de Meça, por mano de embajador, mandaron ultimátum a Lisboa. Imposible conseguir salvoconducto en el Cabo, por expedirlos Sequeiras, el mensajero lo obtuvo del factor de Safi, que le hizo embarcar en navío de la corona. Comprendiendo Manuel iban en serio, no faltando señores dispuestos a ocupar su lugar, haciéndose importante fuente de riqueza, tomó la decisión de sacar a Sequeiras de la factoría. Caro y arriesgado intentarlo por la fuerza, ofreció 5.000 cruzados en dos plazos, el primero de 3.000 en azúcar; el segundo, de 2.000, en pimienta, por casa fuerte y factoría. . Habiendo invertido la dote de su esposa en Santa Cruz, al estar obligado a restitución, el factor sumó renta anual de 100.000 reís por dos "vidas", a título de tenencias, con derecho a legarla al hijo o hija que quisiese, reservándose las "alcaicerías", transmisibles a sus herederos por línea masculina de primogenitura, sin derecho de ampliarlas. La torre de Santa Cruz del Cabo de Gueé, fue traspasada a la corona el 12 de noviembre de 1512, desapareciendo un resto de aduana, que aún permanecían en la aduana de Arguim.

En mayo de 1513 se hizo cargo de Santa Cruz un capitán con 10 espingarderos. No vieron hasta la llegada de nuevo factor, en diciembre. Desembarcó con tan mala mar, que declaró el puerto intratable. Pagadas las deudas, las quedaron en caja 180.000 reís y dos arcas de plata, destinada al trueque. Cambiada por oro, reportaba un 14% de beneficio, por no haberla. En el almacén se encontró algo de plata y "esbordates", “estragados” por abandono. Embarcada la artillería de Sequeiros en la armada real, en la plaza quedaba una pieza, vieja y pesada, que servía en la carabela Santa Cruz, barco de servicio destartalado, lento y vetusto.

1490 Carabela con meticales y esclavos

La descripción del estado de la casa, informa de clima, imposible en Agadir. Estando en temporada de lluvias, el agua entraba en todas las salas. Al no encontrar rincón donde poner las pipas de pólvora y harina, se buscó en la iglesia. En la nave principal llovía como en la calle, pero en las laterales había rincones protegidos. Urgente reparar las cubiertas, al no utilizar tejas los naturales, tendrían que mandarlas de Portugal, en chalupas de pescadores, ganado tiempo y dinero. La "cava" del muro se estaba "chapando" , por la parte que batía la mar, pero la obra estaba paraba, por falta de personal cualificado y andamios, en tan estado, que los obreros se negaban a utilizarlos, no pudiendo reemplazar las planchas por falta de madera "labrada" .Sobrando piedra "muy buena" para sillares y cal, no había quien supiese hacerlo ni cocerla, por tratarse de material que no se utilizaba. Visto que la fortaleza, aún reparada, no tenía cabida para albergar las mercancías, el factor aconsejó a reconstruir casa arruinada, adosada al muro, a más de construir albergue para la tropa.

Calificado el personal heredado de impresentable, el cristiano "nuevo", encargado de los rescates, era incapaz notorio; el portero, encargado de recibir a los mercaderes, áspero de trato, despedía huéspedes, siendo los restante empleados ineptos notorios. Necesaria gente capaz, para relanzar el negocio, sería imposible encontrarla, sin ofrecer mejores salarios. Habiendo comprado batel para pescar, con destino al plato del personal, no se encontraba pescador, porque los vecinos, que pescaban "a la puerta" de sus casas, no querían el trabajo, por le que habría de buscarlo en Portugal. Sin bestias para acarrear leña, habría que comprar media docena de caballos.

Corrió la noticia del cambio de factor, acudiendo los "cabezas" de cabila, de toda la provincia de Cacica. Diciéndose amigos del capitán Ferreira y de la casa, ofrecieron nutrir despensa y leñera, haciendo cuantos caminos quisiese el factor, previo pago de productos y salario, regalo de "vestidos" para cinco o seis moros "principales” y subvención regular, que le permitiese mantener caballos y contratar espingarderos, por si el Xarife, molesto por sus relaciones con cristianos, les obligase a defenderse. Antes de marcha dejaron la factoría provista de leña, haciendo algunas compras más por educación que por deseo. Prometieron divulgar el cambio de factor, para que acudiese la clientela, ofreciendo dejar algunos de sus hijos en la factoría, en calidad de rehenes. Declinó la oferta el facto, no queriendo correr con el gasto de alimentarlos, ignorando que la ofensa fue grave, pues tener vástago en casa del rey era honor, del que familias no querían ser privadas.

A la puesta del sol apareció el padre de dos muchachos, que llevó Sequeiros a Portugal, como garantía de préstamo de 50 onzas . Hijos de familias con prestigio en la región, el factor aconsejó a Manuel I rescatarlos a fondo perdido, porque el agradecimiento sería rentable. Prohibida por el Xarife la exportación de cobre, sorprendió al portugués que le presentasen muestras, ofreciendo servir cuando necesitase, a 5 meticales el quintal, de 100 libras castellanas.

La demanda de plata no tardó en agotar las existencias. Desviada a los rescates la destinada a las pagas, el factor aprovechó carabela, que llevó el oro a Portugal, para pedir de urgencia 150.000 reís, lote de plata y paños, pues presentarse los moros en todo momento y graneados, los almacenes tenían que estar abastecidos. De no encontrar lo que buscaba, las cliente se desviaba hacia dos mercaderes de Cádiz, que en 1510 se establecieron en Tamara que y Taludamte. Reponían existencias en Calez, rescataban una media anual de 2.000 meticales de oro, cera y corambre.

Comunicaba Santa Cruz con Portugal una carabela, que navegaba con los barcos de la Mina. Carta fechada en Lisboa el 14 de abril de 1514, recibida por el factor el 9 de mayo, indica que de la metrópoli a Santa Cruz, se tardaba los mismos 25 días, que de Sanlúcar a La Mamora. Navegando frente a Taracuquo, desde los navíos vieron dos o tres navíos cargados de "ropa", entrando en el puerto. Sorprendido navío de vecinos de Calez descargando, los portugueses no pudieron atraparle. Días más tarde moro chivato avisó a en Santa Cruz, de próxima arribada de navío, "muy cargado de ropa". Armada la Santa Cruz con el viejo cañón, lo aguardó disfrazado de pesquero. Al acercarse confiado, pudieron atraparle. Interrogados los tripulantes, dijeron ser genoveses. Comprado el barco a compatriota, compraron el género en Callez, con intención de establecerse en puerto de moros. De calidad los paños, pararon en los almacenes de la factoría.

Pidió el factor pidió carabela, rápida y bien armada, suficiente en su opinión, para erradicar a los corsarios. Oportuna la llegada de 2.000 piezas de "bordates" y 100 cuartillas, pues las existencias estaban agotadas, lamentó que la “ropa” estuviese en mal estado y “rota”, lo que no impediría venderla, por ser mucha las demanda. Cuidando las relaciones públicas, el factor almorzaba cada día, a los dos de la tarde, con notables "moros" y judíos, que acudían a comprar. En meses acopió 2.600 meticales de oro, 640 arrobas de cera y corambre. Cargado en la carabela de Lisboa a 4 de junio, poco después el factor, caía en la desesperación de la impotencia.

S. XVI (1ª mitad) Plazas de Portugal (aprox)

Sin un chavo, pidió permiso para vender tres esclavas, sin esperanza de rescate, pues no tenían parientes, por no alimentarlos. Con los almacenes repletos, de oro y productos de la tierra, rescatados para el rey, tuvo que alquilar un segundo bodegón, arrendando las casas de la alcaicería, a los Sequeiras, para  “agasajar” a los mercaderes moros y judíos. Ampliadas las relaciones, el factor hacía la dos comidas, rodeado de mercaderes. Cotizadas las pieles en Portugal, no parece que los de Meça fuesen aficionados a trocarlas, pues el factor hubo de derrochar simpatía, para conseguirlas, arrepintiéndose los que las llevaron, pues regresaron con intención de recuperarlas. Las retuvo el factor, exigiendo a cambio lo que valían en Europa, aconsejando a Manuel I mostrarse más generoso en salarios y subvenciones, pues de no tener contentos a los moros, no le considerarían digno de comprar pieles.

Formado poblado en torno a la factoría, el factor a los vecinos de “ personas muy poco necesarias” , pidiendo que fuesen repatriadas o dispersadas, pues los tiempos se anunciaban difíciles. Prohibido a los musulmanes vender grano a cristianos, costo trabajo conseguir que el Xarife, a cambio de 50 onzas anuales, en concepto de parias, consintiese abastecer a las plazas. Habiendo dejado de pagar Manuel I, los moros concluyeron que los portugueses prometían con facilidad, lo que no tenían intención de cumplir, al ser gente que “llevan cuenta de las mentiras", pues "los moros quieren que siempre les hablen verdad", tenía perdido el prestigio.

Abastecida Santa Cruz por los naturales del contorno, que acudían cada día al mercado y el grano del Xarife, el factor aguardaba con impaciencia noticias del oficial, que mandó a la corte, para comprar las reservas del año. Mermadas las reservas, por haber cedido partida al factor de Meça, que no tenía "ninguno" para dar a los moros del contorno, en paz en tanto les diesen cereales, en Safi, plaza estratégica, que de perderse arrastraría a las demás, quedaba pan para quince días.

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