Independizada del gobierno de Gran Canaria en 1518, la torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña , dotada de alcaides cortesanos, quedó a cargo del lugarteniente, Pedro de Lugo, residente en San Cristóbal, capital de Tenerife, Adelantado de la Canarias , gobernador por herencia de la "isla" y de una San Miguel de la Palma reunificada, en 1519, según la historia oficial, inició la conquista del Nuevo Reino de Granada. En mayo de 1522, Carlos V traspasó la alcaidía de la "torre de la Mar Pequeña , en la costa de Berbería”, a los hijos de los titulares. En noviembre, rompiendo la norma, firmó título de teniente de alcaide, en favor de Lugo, prestando al cargo un prestigio, del que carecía, en atención a que al estar Santa Cruz "en comarca de vuestra casa" , estaría “mejor guardarla" .
A resguardo de injerencias de los alcaides titulares, Pedro se dispuso a reorganizar los rescates. Estando la torre en el estado en que la dejaron los moros, en 1524 contrató albañil y peón en San Cristóbal. Por seis doblas de oro canarias al mes, con comida, bebida y viajes, incluyendo tres días perdidos a la ida, yendo a “isla”, en la que “saltó” Lugo, se comprometieron a dejar la fortaleza "como estuvo", antes del asalto, a condición de que el alcaide les procurase materiales y "aparejos" puntualmente. Juan de Lugo, con Hamete "moro, su hermano", “levantaron” la tierra. Acusados de traición, dieron a Pedro de Lugo el pretexto, para desencadenar una guerra, que le permitió legalizar la trata y exportación de esclavos, por haber sido ganados "en buena guerra".
Disfrutaba Pedro de tráfico y rescates, en todo el término de la Mar Pequeña o Nueva Granada, cuando fue llamado a la corte. Ultimados los preparativos, a 19 de abril de 1525, extendió poder a favor de Luis de Aday, como alcaide suplente de la Torre de Santa Cruz. Prevista ausencia de 8 meses, Aday asumió la continuación de la guerra, que Lugo traía entre manos, al hilo, así como la "pesquisa" , destinada a capturar y exportar hasta el último rebelde. pudiendo conservar el cargo, al regreso de Lugo, si lo deseaba. Ignoro si la estancia de Pedro de Lugo en la corte, dejó huella documental. Es probable que sí, pues a su regresó tras ausencia de 11 meses, en marzo de 1526, convocó escribano a domicilio, dando poder a Luis de Aday, para entregar la Torre de la Mar Pequeña con armas y municiones, al alcaide Diego de Vargas o el canónigo Alonso Vyvas, prior de la catedral de Gran Canaria, que la recibirían personalmente o a través de apoderado.
Traspasada la fortaleza de Santa Cruz a 19 de agosto, desaparecen de la historia ofician topónimo y término, pero no Pedro Fernández de Lugo. Ejerciendo como gobernador de Tenerife y San Miguel de la Palma , residente en San Cristóbal, continuó la conquista del Nuevo Reino Granada, fletando armadas para ir de cabalgada. En 1529, la sacó de Santa Cruz, puerto de Tenerife, para saltar en Berbería; en 1531 y septiembre de 1534, despacho armada Pedo de Lugo, pero fue por capitán su hijo, Alonso Luis de Lugo.
La fundación de Santa Marta, en Gran Canaria próxima a Tenerife, se atribuye a Rodrigo Bastida, ubicándola en 1524. Sin mediar explicación, en 1535 Pedro de Lugo abandonó los gobiernos de Tenerife y San Miguel de la Palma , apareciendo como gobernador de Santa Marta, sin perder el título de Adelantado de las Canarias. Ambicionado el valle de los Alcázares, famoso por las esmeraldas y las serpientes cascabel, emprendió el "descubrimiento" en competencia con los Pizarro de Perú y Ambrosio Alfinger, de Venezuela. Perro viejo Lugo, ganó la carrera, por la persona interpuesta del primogénito, Alonso Luis.
El muchacho robó el botín, enfadando tanto al padre, que le denunció. Llevado a la corte, Alonso Luis donde tuvo la cárcel por domicilio. En 1536, Pedro de Lugo emprendió la conquista del Río Grande de la Magdalena. Fallecido en 1538, el hijo heredó adelantamiento, conquista y el gobierno de Santa Marta. Puesto en libertad en 1541, regresó, tomando posesión de la provincia de Santa Marta en 1543, acumulando tropelías, que le llevaron otra vez a la cárcel Según la historia, desterrado en Mallorca, escapó a Milán, donde murió. En 1572 un Alonso Luis de Lugo, adelantado de las Islas de Canaria, residente en La Palma , capital de Gran Canaria, fletaba armadas, "saltando" en Berbería, a la caza de esclavos.
La desaparición de Santa Cruz y la Mar Pequeña , como topónimo y jurisdicción de la Torre , coincide con profunda remodelación de las leyes de Indias. En 1511, Fernando V vedó la entrada en la conquista de conversos de moro o judío, sambenitados y quemados por "herética parvedad", hasta la cuarta generación. La escasez de pobladores voluntarios, le obligó a rectificar el mandato, autorizando la entrada en Indias sin más requisito, que el de enunciar un nombre y un lugar de origen, consignados en unos libros "del rey", que no tardaron en ser perdidos. Bajo Carlos V, el oro de Méjico y Perú despertó tantas vocaciones de emigrantes, el Emperador regresó a la selección, prohibiendo a los jueces condenar a destierro en Indias, al sospechoso de contaminación religioso - ideológica.
En las Canarias siguió política opuesta a la del abuelo. Quiso el Católico en diferenciar las Islas del resto del continente, introduciendo la administración y el sistema fiscal de Castilla, considerando el nieto que lo adecuado, para consolidar el principio de “descubrimiento”, era fundirlas para hacerlas olvidar. Restablecido el quinto en 1525, supo del cambio Juan de Aguirre, regidor de Tenerife, al regreso de cabalgada con carga de negros y negras. Al salir perjudicado, por ser inferiores los impuestos de Castilla, levantó al vecindario, exigiendo regreso al pasado. No teniendo el Austria intención de regresar al pasado, se abstuvo de anular la ley, pero la mantuvo dormida, otorgando prolongada vacación fiscal a los canarios.
Continuando las viejas costumbres, "saltaban" indistintamente en las "conquistas" de Castilla y Portugal, sin reparar en que Juan III reconocí a los naturales como vasallos. Secuestrados 13 vecinos de Tamaraque y uno de Cabo Blanco, en 1527, el atropello puso en apuros a Luis Sacoto, gobernador de Santa Cruz del Cabo de Guee, por haber asumido el rey de Portugal, el deber de proteger a a los vasallos del Xarife, a cambio de libertad de comercio y factorías A punto de terminar tregua de dos años, en plena negociación de prórroga, que se deseaba indefinida, Muley Hamete de Marruecos, rey conquistador, condicionó la firma a ldevolución de los cautivos.
Temiendo que moros y judíos se ofuscasen, dejando de nutrir el mercado de la plaza, lo que acarrearía derrota por hambre, el gobernador se dirigió a Pedro de Lugo. Dándole tratamiento de "Adelantado de Tenerife", le pidió que hiciese devolver los cautivos. Restituido el de Cabo Blanco sin exigir rescate, por estar en su isla, lamentando no poder restituir los restantes, por haber parado en Gran Canaria, donde no alcanzaba su jurisdicción. A 14 de abril de 1527, el factor pidió a Juan III que escribiese al Emperador, reclamando la entrega, pues de no ser devueltos los raptados, se perderían las factorías. Molesto el rey por el tono, a 28 de febrero de 1528, desembarcó en Santa Cruz Antonio Leitâo, factor de reemplazo. .
En puertas la primavera, estación de corsarios, Leitâo lamentó la falta de soldados. Y regresó a la cuestión de los cautivos. García de Mello estaba en las Canarias, intentando recuperarlos. Lamentó que el rey de Marruecos hubiese llegado a Safi, antes de lo previsto, pues apenas desembarcó pidió interlocutor al portugués, para tratar la cuestión de los cautivos. Delegado Duarte López, le acompañó el judío Bezomero, apreciado por el Xarife. El monarca advirtió que de no haber regresado los raptados, cuando llegase su padre, el rey de Fez, se rompería la paz.
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1528 Trigo para los lugares de Allende del Rey de Portugal |
Quedó López en Safi, con orden de capear el temporal, reflejándose el real enfado, en disminución drástica de los proveedores, habituales del mercado de la factoría. Recordando que en otro tiempo los duques de Medina Sidonia, sirvieron grano a los lugares de Allende, Juan III mandó factor a Sanlúcar, con intención de reanudar el tráfico. Servido el trigo por la duquesa Ana de Aragón, la emperatriz Isabel, en carta de 20 de marzo de 1528 agradeció la “cargazón del pan”, que mandó a “los lugares de Allende", propios de su hermano, frontera con los enemigos de la Santa Fe Católica.
El incidente coincidió con guerra de Carlos V, contra Francia e Inglaterra. Temiendo a los corsarios, el Emperador se acogió a petición del regidor de Tenerife, para reactivar las cabalgadas. Animando a la participación, declaró francas las presas que hiciesen sus súbditos, en la mar o en tierra, de moros y franceses, sus aliados, a condición de hiciesen las capturas con navíos, fletados por su cuenta.
En 1529 Pedro de Lugo sacó armada del puerto de Santa Cruz, para “saltar” en Berbería. Capturado Francisco de Sirpa, al año siguiente su mujer, Agueda Gómez, vecina de San Cristóbal, entregó a Luis de Aday 32 tostones de plata de Tenerife, equivalentes a 4.032 maravedís, en moneda canaria, ocho varas de paño de florete negro, seis tocas de lienzo y un ovillo de hilo negro, para el rescate del marido. Partícipe en "armazón" capitaneado por Alonso Luis de Lugo, Aday se apartó de la “bandera” y fue capturado por Hamete Çigal, cuyo hijo, Hubala, fue raptado por los canarios en Angla de Caballos . Pidió que le fuese restituido, a más de la mitad de la presa, hecha en la cabalgada.
Blasina de Perdomo, mujer de Aday, con Diego de Aday, su cuñado, se presentaron en casa de Alonso Luis, pidiendo la entrega de Hubala. Lo cedió aunque no estaba obligado, pues Aday se perdió por su culpa, poniendo por condición que de no poder recuperar al cautivo, por haber muerto o sido llevado a Fez, le devolviesen a Hubala o su valor en metálico. Hecha la entrega a 12 de enero de 1532, mal fin debió tener Aday, pues el cautivo fue devuelto al Adelantado, el 5 de septiembre de 1534, año en que los portugueses de "la villa del Cabo de Aguer, que es en África" , advirtieron a los de Tenerife, de que moros y turcos fletaban armada en Meça o Mesa, para saquear las Canaria.
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1536 Navíos a Indias y Levante. Armada |
En 1536, franceses y bretones preparaban navíos para ir "a los mares de Poniente”. Enterada la emperatriz Isabel, gobernadora en ausencia de Carlos V, mandó secuestrar los navíos que fuese necesario para guardar la mar de las "Indias y Levante". Eludiendo problemas con el gremio, traspasó la responsabilidad de designarlos a comisión, formada por tres mercaderes de Indias, elegidos por el gremio. Que la financiación de la armada corriese por cuenta de la “ avería” y el flete por mano de Francisco Tello, tesorero de la Casa de la Contratación , ubica el conjunto .
Entre 1539 y 1541, Mahamete, rey de Marruecos, inició ofensiva, que habría de culminar en serio retroceso de Portugal. Controlada revuelta en Sus y Guinea, el Xarife recuperó Safi, la isla de Mogodor con Santa Cruz del Cabo de Gueé y Azamor, quedando a los portugueses Mazagán, gracias a sus murallas. Consolidada la dinastía de los Es Sadín, el rey portugués disimuló la derrota, presentando como voluntario el traslado de la aduana de Santa Cruz a Sierra Leona, en la "isla" de Porto Santo, pronto conocida por la riqueza de sus rescates, de oro y negros. Pero el clima del delta del Orinoco, probó tan mal a los blancos, que hubo de ser trasladada a Santiago de Cabo Verde. Río arriba permaneció el puesto de Santo Tomé y Mina, en calidad de aduana secundaria. Y el príncipe heredero de Juan III, que murió en vida del padre, se tituló príncipe de Brasil.
Documentada esclava canaria, que en 1497 Mateo Viña remitió a Duque de Medina Sidonia, pues en Puerto de Santa María, en 14.000 maravedís, puesta en Puerto de Santa María, a 9 de abril de 1553, el Guzmán sucesor compró esclavo indio en 100 ducados, llamado Francisco. Reinando Carlos V, residentes en Indias y aborígenes, libres o esclavos, viajaban libremente a Portugal y España, apareciendo en los libros de contabilidad, ejerciendo como costaleros o "palanquines", profesión de inmigrantes. Transportaban cargas y descargaban barcos, pero al utilizar distinta herramienta, pertenecían a gremios diferentes.
Amigo el duque Juan Alonso de Hernán Cortés, al regreso definitivo del conquistador en 1540, no queriendo dejar atrás problemas, arrastró con Pedro de Montezuma, príncipe heredero del difunto emperador y señor de Tula. Desembarcado en Sanlúcar con cortejo de notables mejicanos, fue alojado en casa principal, alquilada por el duque, que contrató matarifes especializados, para matar los carneros, destinados al huésped. Llamado Montezuma a la corte, fue honrado con condado y estado en la patria de origen, con prohibición expresa de pisarla, que pesó sobre el muchacho y su descendencia.
Privilegio para importar cacao y especies, libres de derechos, otorgado por Carlos II a una Condesa de Montezuma, sirvió como soporte, para documentar versión inédita, de la destrucción del imperio azteca. Mal vista la traición de Cortés, pues capturó al Emperador en su palacio, en el curso de cena a la que fue invitado, se pretendió disimular, creando verdad oficial inédita, según la cual la admiración de Montezuma hacia Carlos V era tanta, que le regaló estado y corona. No prendió, pues en 1775 Pedro Alcántara, el último Guzmán de la Casa de Medina, escribió, hablando en nombre de España: " dejo a mis herederos unas preciosas posesiones que me adquirió un genovés, destronando emperadores y esclavizando la libertad de unos pueblos, a los que no tube más derecho que ellos a los míos. Pero habiendo consultado con la ambición y la fuerza, me lo aprobaron"
Designado Juan Alonso de Guzmán tutor de los hijos de Cortés, casada la María legítima, quedaron en Sanlúcar las dos mestizas. Destinadas por el padre al convento, se alojaron en las dominicas de Madre de Dios. Con pensión asignada, Catalina desaparece de la contabilidad, sin tomar los hábitos, permaneciendo María, que ejerció de priora durante muchos años. Ministriles aztecas, regalo del conquistador, fueron avanzada de los indios de ambos sexos, que reemplazando en la profesión a los esclavos canarios, ejercieron de músicos y cantores. Gaspar, Duque en el siglo XVII, escribió que por nada del mundo, renunciaría a sus cantorcillas indias.
En 1543, estando en Génova ocupado en sus guerras, inquietó al Emperador "armada de corsarios" ,que se aprestaba en Bretaña y Normandía, para capturar las que armaba la corona, “y las otras de nuestros súbditos, que andan en el trato de Levante y Poniente". En abril ordenó el preceptivo secuestro de navíos, para proteger las rutas, entre los Cabos y Andalucía. Fletados por la Casa de la Contratación , a cuenta de la “avería”, dio continuidad a la comisión de mercaderes, encargada de elegir las embarcaciones a embargar, institucionalizándola en forma de "Consulado", con el fin de recuperar movimientos gremiales, que derrapaban hacia la oposición.
En el curso del reinado se extinguieron los navegantes de Guinea, activos antes de 1492. Enterrado el pasado, surgió el “chapetón”, figura del cambio . Castellano o europeo, irrumpió en Indias con real licencia, dinero y voluntad de multiplicarlo, sin experiencia de la mar ni la guerra, pero cargado de esa petulancia, que rebosa de la ignorancia encumbrada. Destacaron los Velazares, arrendatarios de Venezuela o Nueva Andalucía, provincia que Castilla quiso prolongar hasta el Marañón, sin conseguir penetrar en las Guayanas. Ubicado en conjunto en la conquista de Portugal, las costa no tardó en ser holandesa, francesa e inglesa.
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1543 Embargo para la armada de Indias |
Pusieron los novatos de moda la figura del intérprete, haciendo del bilingüismo profesión cotizada. No pudiendo entenderse con los naturales, los traficantes los incorporaron a sus armadas, siendo ejemplo documentado Francisco Solórzano de Hoyo, nuevo en San Cristóbal de Tenerife. Arrendada carabela para dedicarse a la trata, en marzo de 1549, contrató como “lengua” a Luis Perdomo, hermano de Pedro Rizo, pariente probable de Blasina, ante escribano y por contrato. A cambio de 6 reales de plata viejos, en moneda de la isla, por "pieza" de esclavo embarcada, con exclusión de las criaturas que "mamaren", Perdomo se comprometió a “saltar” en cualquier puerto de Berbería, que no estuviese en la conquista de Portugal. De caer enfermo, Solórzano podría reemplazarle, pero caso de despedirlo, tendría que pagarle lo acordado, por los negros que embarcase sin su intervención. El intérprete tendría derecho a cargar en la carabela mercancías propias, y los negros que recibiese, a título de comisión o por otra causa, corriendo a cargo de Solórzano el flete y la comida, hasta mijar en puerto, al regreso.
Los canarios continuaron "saltando" a la caza de esclavos y creando problemas, en la conquista de Portugal. En 1572 estando aún la aduana portuguesa en Santa Cruz, presentó en Las Palmas de Gran Canaria oficial, exigiendo la entrega de dos vasallos del Xarife, raptados por pescadores castellanos. Con la mira puesta en el trono de portugués, del que le separaba un rey inexperto sin descendencia, y dos parientes Felipe II quiso ganarse la confianza de D. Sebastián, para perderle con sus consejos, prohibió las cabalgadas por pragmática y ordenando solventar la cuestión de los cautivos.
Ausente Alonso Luis de Lugo, por estar de cabalgada, se enteró de la novedad al regreso de Berbería, encontrando en el banquillo a los pescadores, acusados del rapto por el portugués. Solidario el "morisco" Diego Marcial, “lengua” de Alonso Luis, ofreció testimonio voluntario, aportando las confidencias de parientes de los raptados, que navegaron formando parte de la carga de esclavos. Interrogado, al ser hombre primitivo y analfabeto, Marcial incluyó los preliminares en el relato.
El primer “salto” lo dieron en el puerto de Zuarzán, debajo de San Bartolomé, según ordenaba la pragmática, Al no encontrar alma viviente, penetraron 15 leguas al interior. De noche, pasado Telmaçar, en la Palmita , "cabeza” del río Seguía, descubrieron muchacha. En la rada de Jarra, más arriba de Cirgao, capturaron 36 "ánimas". Las llevaron al a Cabo Bojador, donde aguardaban las carabelas. Bajaron por tierra, al amparo de los barcos, que les seguían costeando, hasta Los Percheles, terminando la batida, por entrar en tierra del Xarife, conquista de Portugal.
Vedada la caza del nativo, "Enhala, hijo de Bamba" abordó a Marcial confiado, para contarle que pescadores de canarias, pagaron alformaje. Por ser costumbre, el alformar les acompañó al caladero, haciéndose acompañar de dos parientes, por evitarles problemas. Al no regresar ninguno de los tres, habiendo pasado tiempo prudencial, la familia les buscó, bajando la costa en dirección a Cabo Blanco. Descubierto el cuerpo del alformar en el agua, maniatado y lastrado con piedras, siguieron al Cabo, donde encontraron pescadores españoles faenando, en compañía de su alformar.
Sin escuchar las protestas del "alformar del rey", los parientes del muerto se los llevaron, a título rehenes. Presentados al alcaide de Tagaoz, juez del Xarife e interrogados, se revelaron inocente, ordenando el juez a su alformar que los acompañarse al cabo, donde fueron capturados.
A la salida del juicio, conmovido por las lamentaciones de los familiares de los desaparecidos, el alformar desobedeció, entregándolos para que pudiesen ser trocados por los parientes, contra promesa de que serían bien tratados. Enterados los portugueses de Santa Cruz, de que los moros de Tagaoz, tenían rehenes cristianos, mandaron oficial a rescatarlos.
Prometió recuperar que si le entregaban los pescadores, recuperaría a los parientes de Enhala, por vía legal, en tres meses. Le dieron seis para regresar con noticia del su paradero, prometiendo que a cambio le darían cinco cristianos, reservándose dos , para trocarlos por los cautivos. Enterado Marcial, informó a Enhala de que sus parientes estaban en Canarias, comprados por el Inquisidor, teniendo fácil rescate, si estaban dispuestos a pagar lo que pidiese el clérigo.
En el haber del Emperador, figuran las escasas medidas humanitarias, de que disfrutó el americano. Ordenó que el musulmán, vasallo voluntario de la corona de Castilla o Portugal, no pudiese ser sometido a esclavitud, salvo caso de hacer proselitismo o participar en revueltas, suprimiendo en Indias toda modalidad disimulada, de trabajo esclavo. Declarados los naturales vasallos a parte entera, tuvieron derecho a un jornal, quedando suprimidas la mita y quinta. Prohibido "encomendar" indios, obligándoles a contribuir en especies al encomendero, en pago a la catequesis, decretó que las existentes se extinguiesen, a la muerte del titular.
No estando los colonizadores por la labor, la publicación de la pragmática provocó guerra de secesión en Perú. Mal recibida en México, pero despiertos los colonos, rodearon la ley, cazando aborígenes en el norte, tierra de guerra, por no haber dado vasallaje y provocando alteraciones en el interior del imperio, para justificar condena a esclavitud perpetua, difícil de eludir, pues al esclavo se le herraba en la cara.
Rey titular en vida del Emperador, Felipe II aguardó su muerte, dejar la liberación del indio sin efecto. Declarando deber del colonizado servir al colonizador, en minas, obrajes, tierra y cuanto pudiese necesitar, a cambio de “salario justo” , fijó el del "quintado" de dos pesos al mes. Obligado a recurrir al crédito del empleador, para sobrevivir, las deuda contraída cambiaba servidumbre temporal, en perpetua. Reorganizadas mita y quinta, se reanudó la concesión de encomiendas.
Complicada la situación, Carlos V prohibió a los aborígenes americanos salir del continente, ni aún en calidad de esclavos, prohibiendo recibirlosen la metrópoli, a cabildos y vasallos. Escarmentado por las guerras secesionistas, protagonizadas en Perú por el hijo de Almagro y Gonzalo Pizarro, el monarca cuidó de hacer las provincias dependientes de España, cerrando la comunicación entre los virreinatos. Las mercancías de Tierra Firme, destinadas a México, pasaban por Sevilla, como las de México en ruta a Tierra Firme. Multiplicadas las trabas que impedían al castellano regresar a la patria, pues únicamente podía hacerlo con libertad, el cargo público cesante y los mercaderes en transito, al entrar en decadencia el comercio sevillano, Felipe II abrió la metrópoli a los "peruleros" o mercaderes de Indias. Autorizados a pasar a la península, para proveerse, regresaban en las flotas, con la carga.
Documentada la presencia en Indias de naturales "moriscos" o conversos de musulmán, como La Fudimenta , mencionada por Castellanos, Carlos I temió que animados por un Islam, triunfante en Guinea, se uniesen al Xarife. No intentó expatriar a los infieles americanos, pero en agosto de 1543, decretó que los "nuevamente convertidos de moros", de origen peninsular, sus hijos y nietos, fuesen embarcados rumbo a Castilla, "sin dejar uno" . Habiendo cambiado las circunstancias, Felipe II facturó “golpe” de moriscos, desterrados tras la guerra de las Alpujarras, con destino a la Florida , provincia que a más de ser pobre, disfrutaba de población reputada de intratable, supliendo en Cuba, Santo Domingo y las "tierras calientes” la merma de población, consecuencia de sistema que condenaba a la población autóctona, a trabajos forzados a perpetuidad.
Poniendo de manifiesto la intención de lograr continente, intelectualmente virgen, lel Emperador argumentó a prohibición de introducir libros o escritos, que no fuesen de religión, alegando que los conquistadores no debían distraerse de la tarea de convertir, ni los aborígenes obligación de ser convertidos.
Ofreciendo Salé y especialmente Safi, puertos del Xarife abiertos a cristianos, mercancías de Indias a precios ventajosos, Carlos V, no queriendo competencia, prohibió a sus vasallos frecuentar las “escalas de mercadores”. P erjudicando a la economía en general y al comercio en particular, pues los extranjeros los frecuentaban, a imitación de los Católicos, ordenó a los concejos de los lugares marítimos, impedir que se hiciese a la mar, el sospechoso de dirigirse a Berbería, quedando cerrado a los castellanos mercado, que enriqueció a holandeses, franceses e ingleses.
Teniendo la corona de Portugal virtualmente en sus manos, 27 de enero de 1579, Felipe II alzó la prohibición de saltar en Berbería, decretada en 1572. Los de Gran Canaria podrían sacar las dos armadas al año acostumbradas, para capturar azanegues y alárabes, “saltando” de San Bartolomé abajo, territorio no comprendido en la “conquista” de Portugal, donde eran “contrarios” al Xarife, al que no convenían ofuscar, pues teniendo en su poder la persona del rey D. Sebastián de Portugal, en calidad de prisionero, a consecuencia de la batalla de Alcazarquivir, podría dar serios quebraderos de cabeza.
Propietarios los alárabes de muchos "esclavos negros", en rescate sería ventajoso, confesando el rey que habiéndose informado, desapareció el temor a que sus vasallos arriesgasen la vida, a cambio ce capturar unos cuantos esclavos. Siendo los "azanegues" población pacifica, sin armas ni barcos, facilitaba la captura, obviando el “escándalo”, el que viviesen desperdigados por los campos, teniendo la costumbre de apacentar los ganados, de cuya leche se alimentaban, en pastos costeros.
Jurado rey de Portugal y de la "conquista" portuguesa, en 1580, en consejo celebrado en Lisboa, el año de 1582,
Felipe II reguló la navegación de Indias. Habiendo ganado protagonismo los barcos de la trata, que frecuentaban de preferencia Guinea, la cantera de negros más próxima a los mercados americano y europeo, los que tenían por destino Santo Tomé, Cabo Verde y Mina, se agregaron a la flota de Tierra Firme.
Separándose en Canarias, sacarían en las islas licencia para practicar la cabalgada y cargar en los depósitos, navegando con los barcos de Brasil y la India , lo que tuviesen por destino Congo y Angola, absteniéndose de sacar autorización. Al no ser territorio comprendido en las conquistas, ni objeto de concesión de la Iglesia , podrían cargar libremente, sin habérselas con más autoridad, que las locales. Obligado descargar las “piezas” de negros en Sevilla o Lisboa, en cuyo mercado serían vendido y redistribuidos, se prohibió desembarcarlas en puerto de americano, aunque el barco entrase, obligado por tormenta, corsarios o avería.
Paupérrimo el depósito del “Reino” o Cartagena, al ser reducida y en buena parte inaccesible la "tierra de negros", comprendida en la conquista castellana, a más de ser general la tendencia a buscar asilo, en tierra controlada por el Xarife, la incorporación de la corona portuguesa, le hizo floreciente. Repleto de negros procedentes de Santo Tomé, Mina y Cabo Verde, al tomar la corona el control de la trata, a través de los asientos de negros, decayó nuevamente. En 1595 entró en vigor el primero, quedando Guinea y sus depósitos cerrados a particulares, sin más excepción que los agraciados con licencia del Consejo.
En 1603 los de Tenerife, apelando al agravio comparativo, solicitaron sacar dos armadas al año, para saltar en Berbería, a imitación de Gran Canaria. Caros los negros de Guinea, pobres los vecinos los campos estaban yermos, cesando la producción de azúcar, por falta de mano de obra. En vigor asiento de negros, no es probable que obtuviesen respuesta, circunstancia a la que sumó la ocupación de Santo Tome y la Mina de Oro, por los holandeses. Mercaderes de Lisboa pagaron armada, para recuperar la Mina , abriendo las guerras "del Marañón". Tuvieron por escenario el Levante americano, utilizando la historia el plural, porque las hostilidades se prolongaron, hasta la independencia de Portugal.
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