1586 Chalupa de Cádiz acosada en Cabo Aguer por Drake
Jávegas en Santiago de Cabo Verde (De Bry)

La situación en la mar

La presencia de corsarios ingleses en la Berbería americana, se reflejaba en Andalucía, por la ausencia de pescado. En 1585 Drake capturó la flota, saqueó Cartagena de Indias y continuó al Cabo de Aguer. No fue posible mandar un sollo al duque de Medina Sidonia que estaba en la corte, porque no se encontró, buscándolo hasta Mertola. Pescadores gaditanos, sorprendidos navío inglese, que les salio de Cabo de Aguer, escaparon a toda vela, entrando en Cádiz por el Cabo San Vicente. No se cerró el caladero, prohibiendo a los andaluces frecuentar las aguas de Aguer, en previsión de desgracia, por no de rematar la maltrecha economía gaditana.

 

Bastó el miedo para que desapareciesen las "pescadas" , quedando reducida la oferta del mercado de Huelva a pescado de costa o "marisco" y sisal. Al año siguiente se detectó población inglesa a 40º, en la costa americana. En la segunda mitad del siglo XVI, el gremio gaditano de "marineros de Berbería", quedaba reducido a reliquia irrelevante, dejando los andaluces dejaron de ser exportadores de pescado a Europa, para cambiarse en compradores de bacalao, comercializado por franceses e ingleses. Según tradición precolombina, los primeros blancos que pisaron México, pescaban con jábega en sus playas.

La actividad de los corsarios repercutió en la actividad pesquera, pero la causa primera de la decadencia, está en el real monopolio de la Indias. Puerto importante el de Sanlúcar en 1539, aunque no tanto como en el siglo anterior, el duque quiso reintroducir la pesca de altura. Ofreciendo créditos y subvenciones a fondo perdido, consiguió que "coritos" o pescadores de pescada, habituales del Cabo de Aguer, trasladasen el domicilio de Puerto de Santa María. Protegidos por seguro, contratado con en compañía de Cádiz y carabela artillada, que cargaba sal, vituallas de reserva y calderas para calafatear, formaban flota de chalupas, carabelones y carabelas, de 70 toneladas cuando mucho. Salían en otoño y primavera, prologándose la temporada de tres a seis meses, en función a las capturas.

En la segunda mitad del siglo, las escasez de pescado alarmó al Concejo de Sevilla. Recordando que la ciudad había cedido la sal del Lucio del Membrillo, en el Coto de Doñana, a los pescadores de Río de Oro, a cambio de que abasteciesen a la ciudad, mandaron alguaciles a la playa, para obligarles a cumplir. Encontraron el Lucio transformado en salinas, que vendían la sal a las urcas de Flandes, por la San Miguel , quedando en la costa un puñado de pescadores cazonales y lenguaderos, que apenas pescaban los suficiente, para abastecer las alquerías del contorno.

La decadencia de los "asientos de jábega" del Río de Oro, está en los libros de contabilidad. Próspero el poblado junto al Tendedero de la Figuera , varadero de las embarcaciones, amplias casas de madera, dotadas de almacenes, bodega, atahona y “palacios ”, o salas de recibir, con huerta e higueral adjunto, por ser el higo seco fruto apreciado en Guinea, albergaban a ricos armadores, siendo apreciable la renta que producía el derecho a tener jábega y la alcabala de harina y bizcocho.

Englobados en las rentar de Almonte hasta 1493, los "asientos de Río de Oro" aparecen desglosados en 1513. Devaluados, los tomó el armador de Huelva Pedro González, en 10.000 maravedís. En 1565, del poblado quedaba la Venta del Carbón, refugio de viajeros y chozas dispersas de pescadores de costa. En 1566, los "asientos" se arrendaron en 1.500 maravedís y 2 libras de cera. En 1575 valieron 750, quedando la rubrica en rotulo testimonial, conservado por nostalgia.

1539 "Coritos" del Cabo de Aguer, especialistas en la pescada

Trasladados a Huelva los armazones de pesquería de Guinea y Berbería, en 1579, con motivo de carga de 40 ducados por armazón, los que faenaba entre "Bojador" y "Çenaga", recordaron a Felipe II que estando obligados a pagar alformaje al Xarife, para pescar sin parar entre rejas, haría bien en suspender la tasa, en tanto no conquistase "aquella costa". No habiendo tenido Felipe II, que se sepa, pretensiones al África Negra, hemos de admitir que aquellas pesquerías solo pudieron estar en América, continente cuya posesión pretendía, a parte entera.

En 1583, aprovechado la presencia de "visitador" de Alonso de Guzmán, los propietarios y tripulantes de la docena de armazones, que quedaban en la villa, advirtiendo al que de no ser suprimida la carga de 14.960 maravedís, exigida a los navíos "que van a la pesca de cazones a Guinea", restableciendo la antigua de 8.000, abandonarían la actividad, en detrimento de las rentas del señor y la corona.

Agotadas las minas y abandonado el istmo, en 1590, obsesionado por la idea de que los ingleses desembarcasen en Río de Oro, cortando en dos las Indias, Felipe II ordenó girar visita. Envió Alonso de Guzmán al Capitán Serrano, que zarpó de Sanlúcar con despensa nutrida y reserva de vino, con intención de agasajar a los naturales, haciendo amigos. Al regreso declaró no haber encontrado vela, en el viaje, enemiga ni amiga, pues hasta los pescadores habían desertado.

En 1591 quedaban en Huelva 4 "armazones". Intentando relanzar la actividad por el ejemplo, Alonso de Guzmán pidió a Luis Dantes socio industrial, para fletar armazón, para ir a la pesquerías de Guinea y Arguim. Le presentó a Ginés Quintero, portador de apellido de navegantes, documentados en el XV. Especializado en la "salga”, o lisas y cabezudos, era el que más “entendía” de la pesca, "en la costa de Berbería". Propuso "armazón" formado por navío, con capacidad para cargas 70.000 "peces" y "caravelón para pescar", representando inversión de 2.500 ducados.

Entre tripulantes y pescadores, harían falta 24 personas, otras tantas botas de agua y despensa de bizcocho, aceite, vinagre, vino, legumbres, carne y pescado salado. Para "regalar" a los moros, facilitando trámites, llevarían dos quintales de higos secos, un par de "frazadas", cuatro chamarretas de frisa colorada y tres camisas de crea. Desconocida para los castellanos la costa de Berbería, alejada de Bojodor y Çenaga,se burcaría arraez, maestre y piloto, en el Algarbe portugués. Saliendo a primeros de marzo, irían a Juan Tuerto, donde los moros cobraban 80 ducados de alformaje; si zarpaban a finales de mes, irían al Angra de Santa Ana, donde el alformaje valía 30 ducados.

Independizadas las Provincias Unidas en 1578, al no estar obligadas a respetar las leyes internacionales, por continuar en guerra con España, explotaron a placer riquezas renovables de Indias, despreciadas por los reyes de España. El milagro holandés, que hizo de un territorio paupérrimo, destruido por guerra cruel y a domicilio, uno de los países más rico y de más elevado nivel de vida, fue posible gracias a la intransigencia religiosa y política, que hizo de Holanda refugio de las inteligencias perseguidas, y a los cueros, carne, pescado y sal de Indias, materia prima de industria de cecinas, quesos y salazones, que tuvo Europa por mercado.

En buenas relaciones con los sucesivos Xarifes, los holandeses no tardaron en controlar el tráfico de negros, encontrando rutas y navíos, que pusieron sus puertos a 14 días de la sal de Araya. Despegado de la realidad como buen idealista, Felipe II favoreció el proyecto de Holanda, incorporando las salinas andaluzas a la corona. Bajo tanto la producción por abandono, que hubo de reemplazar la expropiación por impuestos. Excesivos, una industria expansión, antes de llamar la atención a la corona, entró en regresión irreversible.

En 1598, año en que murió Felipe II, Madrid se abastecía de pescado en Vizcaya, escaseando en Andalucía. Preocupado Felipe III por la carencia, proyecto de planificación de la pesca, que hubiese tenido sentido, de no haber caído los ríos y bancos de "ultramar", en poder de holandeses, ingleses y franceses. Suponiendo que controlaba el continente, de norte a sur, en 1606 remitió flota a Bacalaos, en busca de "pescada". Echadas las redes, se les vinieron encima ingleses, residentes en Virginia, escapando los castellanos tan deprisa, que abandonaron los aparejos en la mar.

No tenía España relaciones con Inglaterra, cuando bacaladeros ingleses entraban en Sanlucar, renovando el matalotaje y comprando sal a ida, para regresar con bacalao, que no tardó en convertirse en alimento básico. Dinásticas las fijaciones, Felipe IV, sumando las de ancestros remotos, quiso tener flota bacaladera. Consultado Manuel de Guzmán en 1627, desaconsejó la construcción de pesqueros de 200 a 500 toneladas. Engorroso el que tuviese más de 100, más de 20 tripulantes por navío, incluidos oficiales, sería fuente de desorden. Concluido el proyecto 1639, Tomás Ibio Calderón, políticamente sensato, aconsejó retener la flota. Eran tantos los "corsarios" en Terranova, que serían capturados a la llegada.

1591 Armazón para Berbería o Guinea

En tiempo de Carlos V, apareció embrión de piratería, formado por moros y franceses, de escassa peligrosidad, pues se didicaban a robar, "sin más fundamente" . Padeció Portugal la campaña de Mahamete, terminada en el sitió de Mazagán, cuya coletilla sería la ocupación de Tremecén, por los turcos. Adquiridos puertos en Indias, por esta vía, su presencia fuera del Mediterráneo, se hizo más evidente. El francés Rimbaud bajó de Nueva Francia por el Mississipí, asentándose en Florida. Expulsado por Valdés en 1566, Felipe II hubiese podido aprovechar la oportunidad, para abrir el monopolio de Indias, permitiendo a las demás naciones comerciar, a cambio de satisfacer los debidos derechos, pero no hizo, renunciando a crecer las reales rentas, a través de quinto, almojarifazgo y alcabala a más de normalizar relaciones exteriores, tirantes cuando no claramente hostiles.

Creador el Austria de rígido sistema de las flotas, únicamente pudieron cruzar el mar, sin pagar más "avería" que la propia, pescadores y boneteros de Toledo. Vendían por los puertos de Fez, Marruecos y Sus el típico fez, holandas y tabaco. Como hombres de la mar, sujetos a requisa en mazmorras, de necesitar la corona gente de mar, vivían en constante sobresalto, obligados a permanecer bajo la férula de un rey, al que contemplaban como su principal amenaza y enemigo. Por reacción y por instinto, mantenían excelentes relaciones con los corsarios, pesadilla de Felipe II y de los "mares de España".

Queriendo cerrar el Caribe a los que procedían de Levante, Felipe II planeó poner 9 galeazas, que lo corriesen de Cuba a las islas de Barlovento. Consultado Alonso de Guzmán, advirtió que la escuadra quedaría en despilfarro. Pagados mal o nunca generales y oficiales, se cobraban en comisiones, sisas y sobre todo contrabando consentido, que al saturaba la demanda, arruinando al comercio, habiendo sido suspendidas las flotas, en más de una ocasión, porque la ausencia de mercado, hubiese traducido la inversión en pérdidas.

No habiendo competencia, cuando menos legal, las flotas cargaban género de mala calidad, que vendían en Indias a precios desorbitados, comprando cueros y productos autóctonos, al precio más bajo posible, política que daba por resultado el auge del contrabando, en dos direcciones. De buena calidad y a precios razonables, los géneros que ofrecían los corsarios, formaban su clientela naturales y criollos, sin excluir a los oficiales del rey.

Obnubilados por el oro, los ocupantes del trono hispano, desaprovecharon las riquezas renovables, sin consentir que las explotasen terceros, ni siquiera sus vasallos, permitiendo al mismo tiempo que esquilmasen la ganadería, con saca de cueros desconsiderada, para proveer de carga a flotas, sin perjuicio de que fuesen clientes de los ganaderos, en especial en los Llanos de Venezuela, holandeses e ingleses.

Sin comprender que el auge del contrabando, era efecto de la intransigencia, no causa, el rey quiso cortarlo de raíz un mal, que afectaba al fisco, mandó desmantelar los pueblos y caseríos, que hubiese en la costa norte de las Grandes Antilla, salvo La Habana , por haberse hecho sospechosos de mantener relaciones con los corsarios. Incumplido el mandato, Felipe III insistió. Obedecido, llenaron el vacío bucaneros franceses. Regidos por sus propias leyes, habiendo iniciado la penetración por las islas menores, simultaneaban agricultura, ganadería y pesca, con la practica del corso y el comercio ilegal.

1640 Emigrantes a Brasil. Holandeses

Marca el principio de la piratería inglesa, la más eficaz en lo militar, suceso recogido por Cabrera. En 1568. El almirante Jhon Atkins, llevando como segundo al joven Drake, rescato muy legalmente oro en el río de la Mina de Guinea, abierta al comercio, por pertenecer a un Portugal independiente. Entrando en la Mar Pequeña , el inglés pidió permiso, al pasar por Cartagena, para dar carena en puerto. Al negarlo el gobernador, la dio en el puerto de Veracruz, donde fue admitido.

Remozaba los barcos, cuando entró la flota de Nueva España. Enterado el general de que los ingleses traían oro, dicen unos que invitó a banquete a los ingleses. Correspondido, en el curso del convite, se hizo con la almiranta. Otros cuentan, lo que parece más plausible, que estando los ingleses ocupados en su faena, atacó sin andarse en circunvoluciones. Cargado el oro en los barcos menores, por prudencia elemental, los ingleses abandonaron la almiranta, escapando por pies. Aprendida la lección, emprendieron una guerra del corso no declarada, sin tregua ni cuartel.

En 1580 Drake apareció en el Pacífico. Los que negaban la existencia paso al "otro mar", considerando mítico el viaje de Magallanes, se conmocionaron. Alarmado Felipe II, introdujo la institución de las flotas en el Pacifico, mandando redescubrir el estrecho. Al frente de la empresa Pedro Gamboa de Sarmiento, llevó por piloto al sevillano Antón de Pablos, uno de los dos capaces que quedaban.

Zarpando de Perú bajaron al Magallanes, reconociendo los entrantes, por no saber exactamente donde estaba el "paso". Cruzado con buen tiempo, subieron al norte, haciendo escala en la Isla de la Ascensión. Yendo cerca de la costa, a 8 ½º, Sarmiento dedicó un recuerdo a Sierra Leona, la aduana mudada a las Islas de Cabo Verde. Sorteado el "placel" siguieron, a la entrada de Santiago capturaron navío de bucanero francés. Cargado de cueros y azúcar se dirigía a su base de Yaguana, con intención de pasar por La Margarita , ruta imposible de haber estado Santiago en las Islas de Cabo Verde, que se encuentran frente al Senegal.

Enterado de que Felipe II estaba a punto de calzar la corona de Portugal, Sarmiento se informó de la situación, en la conquista portuguesa. Entre los indios había ingleses, casados con nativas. Asimilados a la población, apenas asomaba vela europea, escapaban al interior. No preocupaban a la corona de Portugal, pero sí los asentamientos. Los ingleses habían poblado en Todos los Santos, Cabo Frío, Cananea y Paranaiba o Grande, última bahía de Brasil, “contra” Guinea”. Se mandó armada para expulsarlo, pero la destruyó tormenta intempestiva, antes de llegar a destino, regresando un único navío. Informado Felipe II por Sarmiento, decidió cerrar el Estrecho de Magallanes, instalando dos poblaciones de españoles, que cortasen el paso a los navíos: a la entrada y en el centro.

1599 Escasez de pescado. Felipe III

Con el ejército de Alba en Portugal, el Prior de Ocrato huyó a Inglaterra. Rey electo por las Cortes portuguesas, ofreció a Isabel el oro de la Mina , a cambio de ayuda. Enterado Alonso de Guzmán, suponiendo que haría la guerra en la conquista americana, propuso a Felipe II fletar chalupa de 70 toneladas en Huelva. Sesenta hombres y armas para repartir a los pescadores, que estaban en Cabo de Aguer, bastarían para tomar la fortaleza Arguim, “puerta” de la Guinea de los Ríos, Cabo Blanco y Cabo Verde, que estaba en la “misma costa”.

Aprobada la idea, Felipe II ordenó añadir trigo para repartir a los "moros convecinos", comprando su voluntad. Conquistada Lisboa, las plazas dieron obediencia, tomando posesión, Alonso de Guzmán, que fue personalmente a Mazagán, para tomar el pulso a los gobernadores de Santo Tomé o Mina, Cabo Verde y Brasil, que se inclinaron voluntariamente.

En 1581 se entregó la isla de San Miguel, retrasándose Arguim, por no haber sido informado el capitán del cambio. Con la adhesión al Austria, viajó embajador de Muley Daud, cabeza de estirpe derrocada, por el primer Mahamete. Desembarcó en Sanlúcar con importunidad evidente, pues coincidió con embajador del Xarife. No queriendo que se encontrasen, Alonso de Guzmán alojó al enviado de Daud en cortijo discreto, remitiéndole a Huelva a la primera ocasión, para que el Capitán Garrocho le restituyese a su lugar de origen, en aguas del Cabo de Aguer.

Se preparaba la armada del Magallanes, cuando murió el gobernador de Brasil. Temiendo que la provincia se inclinase en favor del Prior de Ocrato, el Austria decidió abortar veleidades, con exhibición de fuerza. En lugar de cruzar a Panamá, continuando por el Pacifico, las compañías destinadas a Chile fueron agregadas a los navíos de Sarmiento. Bajarían hasta el Plata, entrando en Chile por los Andes.

1585 Agosto 16 Guinea tierra de mucho oro

Saliendo de Sanlúcar, tormenta intempestiva les obligó a entrar en Cádiz. Zarparon a 9 de diciembre de 1582, entrando en Santiago de Cabo Verde, el 9 de enero. En escala de 28 día, Sarmiento coincidió con el ingeniero Antonelli, Imposible reunir la descarga de las flotas en el Puerto de la Sal , como quería el rey, en la esperanza de que la presencia de españoles, ahuyentase a los "corsarios" de las salinas de Araya, el italiano abandonó la idea, entreteniéndose en "descubrir" los "secretos" de las islas, Tierra Firme y "minas".

"Saltos" de Ocrato y sus aliados en Arguim y la Mina , arrancaron a Sarmiento de la agradable estancia. Haciéndose a la mar se cruzó con Drake, sin verle, pues saqueó Santiago a su espalda. La armada del Magallanes entró en Río de Janeiro el 24 de marzo. La invernada de la tropa diluyó veleidades secesionistas, pero también a los pobladores. Enterados del clima que imperaba en el asiento de las poblaciones, los que pudieron optaron por desertar, poblando en rincones discretos de Brasil.

En el Plata se apartaron las tropas de Chile. En Buenos Aires vendieron la herramienta de guerra. Pertrechados para poblar, fundaron estado propio, en tierra hospitalaria, ahorrándose el paso de la cordillera. Llegados a la boca del Estrecho, Diego Flores, que llevaba orden secreta de correr la costa de sur a norte, en la esperanza de coger desprevenido a Ocrato, abandonó a Sarmiento, subiendo gustoso a las tierras calientes, donde peleaba Álvaro de Bazán. La historia le ubica en la Tercera de Azores. Pero de no haber pasado por el Amazonas o Araya, no hubiese podido el salitre, que vendió de contrabando en Barcelona.

Entretanto la situación se agravaba. Los costos de la “avería”, fijados a voluntad por los oficiales de la Casa de Contratación, y los embargo, cada vez más frecuentes, pusieron en precario a las firmas más fuertes de Sevilla. Imposible presupuestar fletes, el temor a no poder amortizarlos, impedía adquirir navíos. Los amadores abandonan, amortizar el costo del navío, los armadores abandonaban, no siendo mejor la situación de la gente de mar. Al no haber voluntarios, cuantos eran capaces de navegar sin marearse, corrían riesgo constante de ser raptados, para servir al rey en la mar, parando en mazmorras a la espera de embarque, sin tener la oportunidad de advertir a sus familias. Semejante abortó en embrión la afición a la mar, abandonando la profesión, cuanto pudieron buscarse la vida en otra parte.

Reunidas las coronas de España y Portugal en la persona de Felipe II, Alonso de Guzmán propuso ahorrar molestias y gasto a los mercaderes, suprimiendo conjunto de capitana y almiranta, haciendo navegar juntas, hasta Canarias, las flotas de Tierra Firme, Nueva España y Portugal, integrada por las naos de Cabo Verde, Santo Tomé, Brasil y la India. No dudaba el Austria, en arrollar la autonomía que prometió a los portugueses, pero en la cuestión mostro inflexible: las armadas no se podían reunir, porque los portugueses no estaban obligados a servir bajo general español.

Felipe II adquirió con Lisboa dos rehenes, que le acercaron a Berbería de Poniente, procurándole instrumento de presión, que hizo contrapeso al rey de Portugal, cautivo del Xarife Hamete: Muley Nazar, hermano de Mahamente, el rey de Marruecos que murió ahogado en el Lokkus, tras la batalla de Alcázarquivir, que se refugió en Arcila y Muley Mahamete, hijo y heredero del difunto. Sorprendido por la derrota en el Sus, se metió en la plaza portuguesa de Mazagán, donde embarco con destino a Tavira. En 1590, perdida la esperanza de regresar a la patria, Nazar pidió al Austria embarcación, que le llevase a la costa de Guinea, confinante con Arguim, pues deseaba morir entre “aquellos alárabes”.

Joven y lanzado Mahamete, presintiendo su cabeza convertida en moneda de cambio, intentó salvarla, ofreciendo a Felipe II uno o dos barcos, en los que pudiese embarcar su persona y "familia". Agregados a la flota de Tierra Firme, se apartarían en Canarias. A 9 leguas del “desembarcadero” de la tierra, donde tenía sus “inteligencias, iría en busca de "morabito", al que su padre confió tesoro. Recuperado, daría parte al Austria, empleando el resto en la conquista del reino, partiendo del Sus, sierra "asperísima", en la que podría protegerse, forzando la caída de Hamete, para servir al rey de España desde el trono. No queriendo correr el riesgo de que Hamete, ofuscado, le pusiese en trance de vérselas con un D. Sebastián redivido, Felipe II se abstuvo de complacer a los infantes. Sacrificado Mahamete, sin que el rey de Portugal lo fuese a cambio, Nazar perdió la vida tras desembarco imprudente.

30.11.95 Decadencia mercaderes

El Sus de León el Africano, autor destacado de la historia oficial, es el "Gran Río" que partiendo de Nubia, cruza el Sahara bajo las arenas. Emergiendo en las inmediaciones de la costa, la cambiaba en vergel tropical, pero también llanura próxima a Essaouira, patria atribuida al caballo berberisco. Rica en pastos y hemos de suponer que en bosques, pues se describe como centro azucarero, hasta finales del siglo XVII, los historiadores achacan la rápida transformación de un trópico lujurioso, en horizonte de dunas de arenas volátiles, a cambio climático súbito, no registrado por la geología, que ubica la desecación de la zona, en el octavo milenio antes de nuestra era.

En aquella costa se ubica la plaza de Alarache. Prisión de D. Sebastián, tras breve paso por Tetuán, el topónimo sería la metáfora, que se utilizó en la correspondencia oficial, para referirse al rey cautivo. La noticia de que no había muerto en la batalla, como esperaba Felipe II, llegó a Sanlúcar, en billete dirigido por el alcalde de Tetuán al de Arcila. Enterado irremediablemente el Duque de Medina Sidonia, Felipe II le encargo la desagradable tarea, de conseguir la entrega del monarca, de ser posible muerto.

Enojosa la cuestión por escandalosa, queriendo el Austria estar seguro de que el Xarife no le engañaba, habiendo tratado el Guzmán a D. Sebastián en Cádiz,en 1578, le mandó en 1587 a la plaza, para entrevistarse con el "cautivo portugués". Embarcó con dos pilotos prácticos en la barra del río de Alarache, el uno enviado de la plaza de Mazagán.

Nombrado embajador en la corte de Marruecos Pedro Venegas de Córdoba, pagador en Melilla, le asistió Diego Marín, agente de inteligencia, camuflado como intérprete, que antes de Alcazarquivir, estuvo en la corte de Moluco, pretendiente a al trono de Marruecos, enemigo de D. Sebastián, negociando la muerte del rey de Portugal, con ayuda del embajador, Gásparo Corso.

1582 Zahara de Tierra de Negros y oro

Muerto Moluco el día de la batalla, la victoria benefició a su hermano Hamete. Teniendo en su poder la persona del rey portugués, el Austria le ofreció la plaza de Mazagán, a cambio de cabeza. Dio largas el Xarife, aburriendo a Marín, que se entretuvo "espiando" a de embajador de "los negros", procedente de país de la Guinea , cuya visita tuvo por consecuencia "zahara" o barca regular, portadora de oro para el Xarife. Enterado Felipe II, quiso saber de qué "país" de "Tierra de Negros" procedía. Siguió informe, que de no haber sido destruido, descansa en legajo de Simancas.

En 1585, Marín perdió los nervios. Obtenida licencia del Austria, para rematar la misión, eliminando al cautivo por sus medios, fracasó en el intento. Perdió el intérprete la cabeza, huyendo Venegas al puerto de Azamor, sonde logró embarcar para Tánger, arribando sano y salvo por agosto, siguiendo a Sanlúcar. Informado Alonso de Guzmán de lo que sucedía en Marruecos, advirtió a Felipe II de que la Guinea le pertenecía, por estar comprendida en la conquista de Portugal, aconsejándole oponerse a la que había emprendido Hamete, pues “al fin” se sabía que era tierra de “mucho oro”. No reaccionó el Austria, pero estando en venta saetía, construida para la corona, que salió defectuosa, rechazó el consejo de adjuntar licencia para vender frutos de la tierra, en la Guinea de los Ríos, para obtener mejor precio.

1582 Embajador de Guinea

Parados los astilleros, en un tiempo en que las coronas europeas subvencionaban la construcción de navíos, el Austria la reactivó, prohibiendo las urcas en la "carrera" de Indias, porque en España no sabían hacerlas, por ser mercante excelente, pero de escasa utilidad en la guerra. No relanzó la construcción de navíos, pero agudizó la carencia. Sin barcos que embargar, pues los extranjeros eludían los puertos españoles, la necesidad obligó a consentir que las urcas viajasen a las Islas de Barlovento, los ríos de Guinea y Cabo Verde. Poco después fueron admitidas en las flotas, a condición de que fuesen desguazadas en destino. Tras el desatino de la Armada Invencible en 1588, el monarca permitió que regresasen, en “conserva” , escoltando a las flotas.

A partir de 1600, la expansión holandesa en Indias, se hizo sentir más peligrosamente que la inglesa. Pequeño y pobre el país, Holanda no desaprovechaba ocasión de establecer asentamiento, ni de hacer con oro España.. En 1606 mercader danés, que recaló en Bonanza, declaró haber visto armada holandesa agazapada en las Azores, aguardando a las flotas de Indias, las naos de la India , Brasil o Cabo Verde. No intentó Felipe II desalojarla. Se limitó a ordenar que navegasen por rutas alternativas. Los cortesano comentaron que de topar con los holandeses, los navíos del Austria se perderían, porque no tenían capacidad de defensa.

Flagrante la debilidad del imperio español, Felipe III dio muestras de desconfianza enfermiza. En 1608, habiendo pedido el gobernador de Bayona pasaporte para armazón de San Juan de Luz, formado por dos navíos, obligado a penetrar en aguas de España, para pescar ballenas en Cabo Verde y Brasil, continuando al Cabo de Buena Esperanza, de no encontrarla, cazando además lobos marinos, el rey calificando al gobernador de mentiroso. Haciendo proceso de intención, dio por supuesto que la pesca era pretexto, para practicar el contrabando y el corso, intransigencia que favoreció al Prior de Ocrato, pues las potencias europeas le preferían en el trono de Lisboa, a un Austria intolerable, por intolerante..

1614 Luis Fajardo ocupó Mamora con Arguim. Fortaleza

Reconocido D. Antonio como rey legítimo de Portugal, el matrimonio de su primogénito Manuel de Portugal, con hija de Mauricio de Nassau, dio fuerza moral a los holandeses y sus aliados, para instalarse en unas de las Indias de Portugal, que el rey de las Españas le tenía ocupadas. En 1612 los franceses fundaron San Luis, en la desembocadura del Marañón; en 1614 el capitán Vizcaíno, navegando entre los Cabos, tropezó con 7 barcos mercantes, cargados de familias de emigrantes, en ruta hacia las Indias. Disparó una pieza para detenerlos, matando algunos. Continuaron, porque la muerte no detiene al que escapa de la miseria o la opresió.

En 1625 se fletaron en Plymuonth 18 barcos de 200 toneladas y 26 armados en diferentes puertos ingleses, para llevar pobladores a Brasil. Infectados los mares de Indias de "dos años a esta parte", Felipe IV regresó a intento, en el que fracasó su abuelo. Quiso dotarse de sus propios corsarios, autorizando a robar en el mar, al que armase navío de alto bordo, que navegase a su costa, entregando el quinto de la presa a la corona. No faltaron voluntarios. Pero se revelaron tan ineptos, que no tardaron en abandonar.

No lograron los reyes de España cerrar los mares ni las costas de Indias. Al crecer la demanda de esclavos, paralela al desarrollo de las de la explotaciones, los tratantes campaban por sus respetos en Guinea y Brasil. Cantera desde los tiempos de Roma, la saca afectó a las reservas, creando dificultades, que aconsejaron buscarla en otra parte. Conocida la Tierra de Negros, situada al este del Atlántico, se adelantaron los portugueses y los daneses, excluidos de la otra Guinea, donde tuvieron las cuatro islas menores, compradas a la Orden de Malta.

La ocupación de las dos “tierras de negros” , puso de actualidad la dualidad de topónimos, dando lugar a confusiones. En 1614, estando Luis Fajardo a la colla para ir a la Isla de Santa Elena, con la Armada del Mar Océano, a dispersar a los holandeses, que esperaban a barcos de las Molucás, "islas de la Especiería ", mercader irlandés declaró que los holandeses tenían fortaleza en Bouré, junto a la Mina de Oro.

Ordenó el rey a Fajardo regresar por la Mina , desbaratando la fortificación, pero cambiando de idea, le mandó directamente a la mina. Embarcadas murallas de madera, en previsión de sitio en toda regla, barco de aviso siguió a la armada, con contraorden. Al estar la fortaleza de Holanda en la desembocadura del Níger, río portador de arenas auríferas, pero en proporción tan insignificante, que no interesaban ni a los nativos, en lugar de entrar en el Orinoco iría al Cabo de Orange para ocupar La Mamora.

Con la plaza, Fajardo recuperó los restos de la fortaleza de Arguim. Dotada de gobernado, albergue de Muley Daud y poblada en 1587, fue otorgada en señorío al Conde de Tourigia. Perdida por su alcaide, a manos de de vulgares piratas, de la plaza quedaban ruinas de adobe. Comprobada por Fajardo la escasa rentabilidad del término, Felipe III ordenó devolver los restos al señor, a condición de que pagase los gastos de la conquista, corriendo con la responsabilidad de la defensa. No aceptó Tourigia, perdiéndose la memoria de la fortaleza, que construyó Enrique el Navegante.

En 1640, año en que Portugal recuperó la independencia, ingleses, holandeses, franceses y daneses, compartían la explotación del istmo, las Guayanas, Antillas menores y buena parte de la costa de Brasil. En aquel año maestre inglés, en ruta hacia Bonanza, se cruzó con barco holandés de 400 toneladas, con carga de familias de emigrantes. Es probable que se dirigiesen a Recife, donde poblaba por Mauricio de Nassau.

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